Sostenibilidad y medio ambiente urbano

La problemática medioambiental se remonta a finales de los años 60, período en el que los movimientos de población hacia las ciudades y la incontrolable expansión urbana, originaba nuevos tipos de pobreza y un urbanismo generalmente estéril y degradante en términos culturales.

Se sumaba a ello el rechazo al sistema de valores tradicionales, la enajenación de la juventud y los problemas derivados del consumo del alcohol y las drogas, la inseguridad en el empleo, la inflación, etc. Síntomas de un modelo social en crisis que fue fuertemente cuestionado por diferentes movimientos sociales y silenciados con la represión (México y Paris 1968).

A partir de entonces somos testigos de la creciente concienciación sobre los problemas ambientales, y en concreto sobre la problemática del medio ambiente urbano y sus efectos nocivos en las ciudades y la calidad de vida de sus habitantes. Asistimos a diversos intentos para una mejor integración de la urbanización, el medio ambiente y el desarrollo sostenible; intentos que, en el campo de la ciencia urbana, dan lugar a nuevos términos como: Ecociudad, Ciudad Saludable, Ciudad Autosuficiente, Ciudad Sostenible, Ciudad Ecológica…etc., que por ahora son términos que se mueven entre lo deseable y lo futurible.

Se suceden una serie de planes, programas y actuaciones auspiciadas por diversos organismos internacionales, ONU, UNESCO, OMS y europeos, Club de Roma, Comisión Europea, hasta que en 1992, en la conocida “Cumbre de la Tierra” o “Conferencia de Río” se sientan verdaderamente y a nivel mundial las bases para un desarrollo sostenible. Como consecuencia de ello se pone en marcha la Agenda Local 21, que desarrolla a nivel local las propuestas globales que se propusieron en la Cumbre, y se concretan actuaciones.

En lo que se refiere al ambiente urbano y las ciudades, la Agenda 21 hace especial hincapié en el uso racional de los recursos, producir menos y utilizar lo que se produce de forma más eficaz, reutilizar, reciclar, evitar desechos, reducir el consumo energético, potenciar fuentes de energía renovables y no contaminantes y una completa y compleja serie de actuaciones que algunos municipios españoles, en la medida de sus posibilidades, están intentando poner en práctica: Santa Fe, Almonte, Calviá…

Es por tanto, en la Conferencia de Río sobre desarrollo sostenible, donde se establece “oficialmente” que lo sostenible no se refiere exclusivamente al componente medioambiental de las cosas sino que había que contemplar del mismo modo las cuestiones sociales y económicas, y en que forma interaccionan estas variables. Es decir, de nada sirve la conservación de la flora, fauna, paisaje, y el medio natural, en suma, si ello no redunda a su vez en la mejora de la calidad y nivel de vida de la población.

Las directivas europeas en materia medioambiental, se hacen eco de ello, y en lo que se refiere a la evaluación de impacto ambiental de las actividades desarrolladas por el hombre, es de obligado cumplimiento evaluar asimismo el impacto socioeconómico.

No obstante, mucho antes de que se institucionalizara lo sostenible como concepto y que políticos, predicadores y demagogos en general incorporaran a su discurso habitual lo del “desarrollo sostenible” sin tener pajolera idea de su significado, estudiosos, visionarios, utopistas, higienistas y urbanistas a los que fundamentalmente nos referiremos, elaboran teorías y prácticas saludables sobre la ciudad y el urbanismo, que no eran mas que el preludio mas o menos visionario de lo que posteriormente ha devenido en la necesidad del desarrollo sostenible y que en lo que se refiere al territorio humanizado, la ciudad, nos interesa particularmente.

Pero no todo se plantea en el terreno de lo teórico, de lo virtual, de lo deseable o de lo utópico, porque existen ejemplos de cómo llevar la teoría a la practica y que otra forma de entender la ciudad es posible.

Curitiba, capital del Estado de Paraná, en Brasil, es una ciudad pionera en el desarrollo urbano sostenible. Con una población en torno a los 600.000 habitantes en 1965 y cercana a los 2.000.000 en la actualidad, ha visto descender su índice de criminalidad, sus ciudadanos gozan de un comparativo mejor nivel de vida y ha frenado la contaminación. Las claves de este ecodesarrollo urbano radican fundamentalmente en la voluntad política municipal, que se ha mantenido invariable desde 1971, a pesar de los diferentes signos políticos de los sucesivos gobiernos, y en abordar la problemática urbanística de una forma coherente y radical en cuestiones de principio.

Entre las cuestiones fundamentales que se abordaron es de destacar todo lo relativo al tráfico y el sistema de transporte. Promovió la primacía del hombre sobre los automóviles estableciendo un inédito sistema de transporte masivo. Cuando la mayoría de las ciudades priorizaba la construcción de viaductos y de vías rápidas (esto nos recuerda a algo próximo) Curitiba simplemente cerró el acceso a su área central –sustituyó los automóviles por macetas de flores, puestos de revistas y espacios de esparcimiento- y la devolvió a los peatones.

Creó un sistema viario de ejes estructurantes para el desarrollo lineal de la ciudad evitando la congestión del área central, carriles exclusivos para el tráfico de autobuses que elevaron su velocidad promedio de 4/6 km/hora a 18/20 km/hora. Se dispusieron líneas de mayor velocidad donde el embarque se efectúa en estaciones tubulares en las que los pasajeros quedan protegidos de la intemperie y con acceso a discapacitados. Un solo billete permite varios recorridos en diferentes líneas cambiando de autobús en estaciones de transferencia, que son equipadas con puestos de periódicos, teléfonos públicos y agencias de correos. Se trata de una “tarifa social” de un sistema de “caja única” de tal forma que los recorridos más cortos subsidian los recorridos más largos que generalmente corresponden a personas de escasos recursos que habitan en la periferia.

El sistema es operado por empresas privadas, bajo el estricto control del municipio, que establece los itinerarios y paga por kilómetro recorrido y no por pasajero transportado, evitando así el exceso de autobuses en los recorridos más rentables y la falta de ellos en los recorridos menos interesantes. Curitiba consume un 25 por ciento menos combustible que otras ciudades del mismo tamaño reduciendo significativamente la emisión de contaminantes ya que tres cuartas partes de la población trabajadora toman el autobús.

Se demuestra así que existen soluciones imaginativas y sencillas, y que seguiremos dependiendo de los autobuses por mucho tiempo, en contraposición a quienes proponen soluciones como los tranvías y los sistemas metropolitanos que por su coste son imposibles. Una red de metro puede costar en torno a 10.000 millones de pesetas por kilómetro, en Curitiba el sistema elegido tuvo un coste de 25 millones.

Existe además una política de incentivos y medidas para solucionar la problemática urbana. La licencia de actividad comercial debe acompañarse de un estudio sobre el tráfico y necesidades de aparcamiento. Los propietarios de edificaciones en el centro histórico, que están sujetos a limitaciones de uso o conservación son compensados en otras zonas mediante transferencias de aprovechamiento. En ciertas zonas, los propietarios pueden edificar dos plantas mas por encima del límite legal mediante el pago de una tasa o terrenos que luego se utiliza para financiar la vivienda social.

La política de incentivos pasa por facilitar la educación y la asistencia a la juventud, ofreciendo trabajos a tiempo parcial a escolares de familias de escasos recursos. La recogida de basuras pasa por “comprar basura” a la población de rentas bajas que ayuda a limpiar zonas donde no alcanza el sistema tradicional. Se cambian bolsas llenas de basura por bonos de autobús, paquetes de comida extra y cuadernos escolares para niños. También y en la misma línea, se contratan temporalmente jubilados y desempleados para limpiar zonas especificas.

De una forma integral se aborda la problemática urbana a todos los niveles y desde todos los ámbitos del municipio. La vivienda social se relaciona con el aprendizaje de un oficio y se diseña en su función; los viejos autobuses son reciclados y convertidos en academias móviles de enseñanza de oficios y bibliotecas; se reordena la actividad industrial, se multiplican por cien las zonas verdes; se crean lagos artificiales para evitar inundaciones; se rehabilita y protege el patrimonio histórico; se descentralizan los servicios administrativos y públicos potenciando los barrios con bibliotecas, guarderías y centros de policía; se potencia el centro creando comerciales cubiertos.

Curitiba crea la primera y probablemente única Universidad Libre del Medio Ambiente, con la finalidad de promover la educación ambiental y difundir la práctica del desarrollo sostenible. Sus cursos están abiertos a todas las personas interesadas en aprender desde la más elemental técnica de poda de árboles hasta el estudio de la teoría del desarrollo sostenible. Dispone de un Jardín Botánico de 278.000 m2 y un invernadero transparente, iluminado en la noche, que forma parte de un programa de educación ambiental que se imparte a los niños y jóvenes de un barrio marginal ubicado en las cercanías.

Increíble pero cierto, como podemos ver, otra ciudad es posible.

 

Murcia, Febrero de 2005