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Simón Andreu: “Casi todo lo que sé lo he aprendido a través del cine”

IMG_2046“Me decían que yo era el actor perverso del cine español”

El intérprete de 135 películas será homenajeado en la Semana de Cine Español de Mula

(Simón Andreu en el homenaje tributado en Mula por la Semana de Cine Español. Foto: Ana Martín)

Alguien dijo de él que era el actor perverso del cine español. Y no le faltaba razón. Pocos actores españoles han matado o han muerto más en una pantalla. Ha sido tiroteado, crucificado y hasta castrado –lo fue en “La novia ensangrentada”, de Vicente Aranda, un film de culto para Tarantino-. La figura de Simón Andreu se nos antoja hoy una rara avis de nuestro cine, integrado por numerosas películas de acción, de suspense y de terror, y también con algunos hitos de nuestro cine más polémico.Aquel niño que prefería las tablas de un escenario a un campo de fútbol, el joven que siempre supo que quería dedicarse a meterse en la piel de otros personajes, aquel que se enamoró y aprendió la profesión observando en la pantalla a los más grandes, ha sido elegido por la Semana de Cine Español de Mula, un acontecimiento en el que colabora la Universidad de Murcia desde hace casi una década para tributarle su homenaje anual. Él lo celebra con gozo y satisfacción, porque, a sus 76 años, Simón Andreu conserva la ilusión con la que empezó y que siempre intentó transmitir en una pantalla. En Mula tendrá ocasión de reunirse con algunos de sus amigos: el periodista Miguel Vidal y el artista Manuel Coronado, ambos han prometido acompañarle en este día tan especial para el veterano actor.

IMG_0482Fue un asiduo del cine internacional cuando era rarísimo que nuestros actores traspasaran las fronteras patrias. Ya en los 60 trabajó con directores como François Villers o Luciano Ercoli en Francia e Italia. Después vinieron Milos Forman, Paul Verhoeven… Fue el primer actor español que intervino en un film de James Bond (“Muere otro día”). Su última incursión en el cine internacional ha sido en “Infiltrado”. Durante los 57 años de carrera por los que se extiende su filmografía, Simón Andreu ha intervenido en 135 películas, además de sus papeles en teatro y series de televisión. El sábado 3 de junio será homenajeado en la Semana de Cine Español de Mula, una iniciativa organizada por el Cine Club Segundo de Chomón y el ayuntamiento de aquella localidad, y en la que colabora la Universidad de Murcia y la Comunidad Autónoma.

Puede presumir Simón Andreu de que, en su amplísima filmografía, se dan cita  muchos de los mejores directores de la historia del cine español: Francisco Regueiro, Vicente Aranda, Jorge Grau, Roberto Bodegas, José Antonio Nieves Conde, Eugenio Martín, León Klimowsky, Angelino Fons, Ignacio F. Iquino, Javier Aguirre, Fernández Ardavín, Giménez Rico, José Luis Garci, Vicente Escrivá, Juan Antonio Bardem, Juan José Porto, Francesc Betriú, Fernán Gómez, Javier Elorrieta, Pilar Miró, Carlos Suárez, Mario Camus, Agustí Villaronga… la lista se convertiría en interminable. Con José Antonio de la Loma, con quien trabajó hasta en nueve ocasiones, se aproximó a aquel Cine Quinqui popular en los últimos 70 y los 80, a través de títulos como “Los últimos golpes de El Torete”, pero es con Eloy de la Iglesia el director con el que más se le asocia. Su relación artística, durante tres décadas, dio como resultados títulos tan polémicos y exitosos como “Juego de amor prohibido”, “La otra alcoba”, “Los placeres ocultos”,  “El sacerdote”, “La mujer del ministro” o “La estanquera de Vallecas”.

-Pregunta: ¿Qué representa el cine en nuestras vidas? Y sobre todo: ¿Qué representa el cine en la vida de Simón Andreu?

-Respuesta: El cine nos ha enseñado mucho. Casi todo lo que sé lo he aprendido a través del cine. Yo sé interpretar porque he visto a los grandes actores en una pantalla. Mi base cultural es el cine: he visto grandes ciudades en el cine, he visto culturas diferentes a la nuestra… A los 23 años fui a Nueva York por primera vez y parecía que lo conocía de toda la vida, o cuando fui a París a hacer mi primera película, que todo me parecía familiar. Y todo ello gracias al cine. Mucho más que las bibliotecas, el cine es la base cultural de la gente de mi generación.

-P: Desde pequeño le gustaba hacer sus pinitos como actor cada vez que tenía ocasión.

-R: A diferencia de otros compañeros, no me gustaba el fútbol, lo que me gustaba era el teatro. La primera vez que actúe en una obra de teatro debía tener siete años. Yo lloraba para que me incluyeran en una función del colegio. Y cuando no podía ser ayudaba a montar el escenario. Solo iba al teatro de público cuando no tenían papel para mí.

IMG_0493 IMG_0495-P: Pero su dedicación a la interpretación fue después de acabar el servicio militar, ya en los 60.

-R: Cuando acabé el servicio militar me marché a Madrid a buscar trabajo, porque aún no habíamos entrado en la época del boom turístico en Mallorca. Era muy joven, hay que tener en cuenta que yo terminé el servicio a finales de los 50, con 18 años. Yo no era buen estudiante, y mi padre me dio dos opciones: o de carpintero con el tío Guillermo o de herrero con el tío José, así que elegí irme a la mili, y me fui con 17 años.

-P: Como a otros actores, como Harrison Ford, como Paco Rabal, la primera oportunidad le llegó de manera casual.

-R: Sí, yo iba acompañando a un amigo mío que estaba en los estudios Cinearte y le pedí que me dejara ir con él para ver un rodaje, allí me presentaron a un ayudante como actor, y me preguntó si podían hacerme una prueba. Me dieron un papel para que me lo estudiara y me dijeron que después pasaría el director a verme. Me hicieron la prueba e inmediatamente me contrataron.

-P: Fue su primera película, a comienzos de los 60.

-R: Aunque iba a ser mi primera película, la empecé como segunda, porque, curiosamente, estaba por allí Luis Sanz, representante de Paquita Rico y de tantos otros, que me preguntó si tenía representante, y se ofreció a serlo. Me hicieron fotografías una mañana y, por la tarde,  me dijo que Agustín Navarro, que iba a dirigir en Barcelona “Cuidado con las personas formales”, había visto la prueba y le había gustado, así que me contrataban para comenzar el siguiente lunes en Barcelona, en una película con Antonio Vilar, María Martín, Pepe Rubio, María Luisa Merlo y Luchy Soto.

IMG_2044-P: Y muy pronto tuvo un papel estelar, con “El buen amor”, una película que le abrió muchas puertas.

-R: Habían  pasado un par de años. Yo estaba haciendo “Un hombre para la eternidad” en el teatro Eslava de Madrid, y Paco Regueiro buscaba un actor joven para su primera película. Uno de los técnicos que había intervenido en mi primera película le habló de mí y ambos fueron a verme al teatro. Hice la película y tuve la suerte de que representara a España en el festival de Cannes. Era 1963.

-P: El hecho de saber hablar  inglés y francés le abrió las puertas al mercado internacional…

-R: Francés lo aprendí, además de en el instituto, en los campamentos de verano. El inglés comencé a estudiarlo en la mili. Me enteré de unos cursos que daban por las tardes y me apunté para poder salir antes del cuartel.

Saber algo de inglés me sirvió por ejemplo para hacer “La novia ensangrentada”, de Vicente Aranda, que rodamos en inglés. Él no sabía inglés, y recuerdo alguna escena en la que el actor no había dicho el diálogo entero. Pero la película funcionó, y el mismísimo Tarantino está encantado con ella.

-P: La película se convirtió con el tiempo en una joya del cine b de terror.

-R: Se rodó, como era usual en aquella época, con muy poco presupuesto. Recuerdo que rodábamos en un sitio al que no podían llegar los coches, así que, como yo sólo llevaba en la mano un guión, un día ayudaba a subir un trípode, otro día un cajón de cámara con los objetivos… En ese sentido era una película bastante familiar.

El rodaje fue bien, sin embargo, Aranda nunca más volvió a contar conmigo. Esto es algo que comenté posteriormente con el fotógrafo Fernando Arribas, al que también le ocurrió lo mismo.

-P: En aquel rodaje, Vicente Aranda estaba obsesionado con la sangre. El director me contaba que,  como el presupuesto era escaso y la sangre cinematográfica es muy cara, cuando se acabó, decidieron comprar pintura. Y hay una escena en la que alguien echaba cubos de pintura desde dentro de una fosa. Se cortaba el plano, cargaba el cubo y volvía a arrojarlo…

-R: Él quería que la sangre saliera a chorros. En un sueño, a mi personaje lo castran y la sangre manaba a chorros de los genitales… lo cierto es que eran unos efectos muy bien logrados.

En Un balcón sobre el infierno-P: Estas películas se rodaban en dobles versiones, pensadas para el público internacional, pero usted comenzó enseguida a trabajar en el cine extranjero.

-R: Yo trabajé para el cine extranjero desde el principio, porque en 1964 ya hice “Un balcón sobre el infierno”, de François Villers, con Michèle Morgan, que tuvo una gran acogida en Francia. Asistí al estrenó en los Campos Elíseos.

-P: Hay varios directores con los que usted ha trabajado especialmente. Uno de ellos es Paco Lara Polop.

-R: Con Paco Lara hice una saga de detective muy español que se llamaba David García, aún hoy, después de tanto tiempo me preguntan por estas películas.

-P: Luciano Ercoli.

-R: Con Luciano Ercoli hice una serie de películas de terror que tuvieron mucho éxito en Italia, era un cine de terror  próximo a Darío Argento.

-P: Con José Antonio de la Loma hizo nueve películas.

-R: La primera que hice con él fue “Golpe de mano”, un film sobre la guerra civil en el que por primera vez salían “rojos” buenos. A pesar de que su ideología iba por caminos bien distintos, en esto acertó. En el film colaboraba el Ejército Español, que cambiaron el final de la película, ya que iba sobre un alférez provisional empeñado en tomar un pueblo para matar a la persona que había matado a su padre. Durante la batalla mueren muchos hombres, y en el guión castigaban al oficial por esto, pero el asesor militar que había en la película, se empeñó en que en lugar de un castigo, fuese algo mucho más suave, una simple regañina.

el_sacerdote-P: Probablemente, con el director con el que más se le asocia a Simón Andreu es con Eloy de la Iglesia, autor de un cine polémico, a menudo escabroso, y en no pocas ocasiones de gran éxito en la época. Con él inició en 1975 una relación profesional que se extendió durante treinta años y se tradujo en siete películas.

-R: El venía siempre a los rodajes con los deberes hechos, venía con los guiones aprendidos. No incluía notas, como hacen otros, pero el ya sabía lo que iba a hacer. Trabajar con Eloy de la Iglesia era una gozada, él ya traía la película rodada desde casa.

Cuando llegaba a los rodajes, colocaba las cámaras y todo salía sobre ruedas, sin titubeos, era como si hubiera soñado la película, como si la tuviera en mente. Y era muy eficaz, rodaba casi exclusivamente lo que necesitaba, al menos en los comienzos de su carrera, después ya no. Recuerdo que en “La otra alcoba”, la primera película que rodé con él, a mediados de los años 70, los actores no teníamos derecho a segunda toma. En ese aspecto se parecía a León Klimowsky.

-P: Con Klimowsky rodó “La casa de las Chivas”.

-R: Sí. Y era impresionante la seguridad que tenía para rodar. Apenas rodaba repeticiones, todo lo que se filmaba valía. Para hacer una película yo creo que no gastaría más de la cuarta parte de película que otros directores, y esto era algo muy importante para los productores, porque les ahorraba perfectamente 15.000 metros de película.

Yo he visto películas en las que prácticamente no se podía repetir, y nos lo decía el director: que teníamos que estar bien a la primera, porque andaban muy justos de material. Los actores que rodábamos éramos los muy seguros.

-P: El apartado internacional de Simón Andreu es especialmente prolífico. En 1985 rueda con Paul Verhoeven “Los señores del acero”, el salto al cine de gran presupuesto de este director holandés.

-R: Verhoeven era un tipo extraordinario. Tuve ocasión de estar mucho tiempo con él. Rodamos el ochenta por ciento de la película en el castillo de Belmonte. Allí no vivía nadie del equipo, excepto el protagonista, Rutger Hauer, que paraba a los pies del castillo en una roulotte enorme y se movía por los alrededores en moto. El resto vivíamos en un parador que había en la carretera y en una pensión que había en el pueblo de las Pedroñeras. Allí estaba yo junto al director, el actor Tom Burlinson y algunos técnicos del círculo más íntimo de Verhoeven. Cuando volvíamos de los rodajes íbamos al cine del pueblo a ver la proyección y después tomábamos alguna copa en el bar de la pensión. Lo recuerdo con simpatía, era un tipo muy peculiar, muy progresista, muy abierto.

-P: ¿Ha vuelto a verlo?

-R: A mitad de los años 90 me llamaron para hacer un casting para su película “Cruzada”, y cuando me presenté me saludó y me dijo que sólo me había llamado al casting para poder saludarme, pues ya me había asignado un papel. Pero aquella película nunca llegó a rodarse.

-P: ¿Y qué pensaba cuando trabajaba en películas extranjeras con enormes presupuestos, después de ver las penurias que se pasaban en el cine español?

-R: En el cine español he vivido las penurias, pero también las grandezas, porque las coproducciones que he hecho en España también tenían grandes presupuestos. Recuerdo que “Un balcón sobre el infierno”, una de mis primeras películas, de comienzos  de los años 60, franco-española, que rodamos en París y en España, teníamos muchos medios. El operador era Ramón Ballesteros, y recuerdo que para iluminar la cara de Michèle Morgan podía tirarse dos horas.

En realidad, en el cine español se daban las dos facetas. Además, con el paso del tiempo, estos directores jóvenes entonces como Regueiro o Aranda, que serían el equivalente español a la Nouvelle Vague, contaban con más presupuesto, y podían rodar con más medios y más tiempo.

-P: Usted ha participado en una de las entregas de James Bond (“Muere otro día”, 2002).

-R: Sí, pero salgo muy poco, enseguida me mata Halle Berry. Lo que sí es cierto es que fui el primer español que salió en una película de James Bond.

Los actores que hablamos inglés, como Fernando Rey, Paco Rabal, yo…, en cierto modo hemos abierto camino a mucha gente. Ahora, afortunadamente hay muchos actores que salen al cine fuera, pero en los años 70 y 80 era muy rara su presencia.

-P: También trabajó en “Los fantasmas de Goya” (2006), con Milos Forman.

-R: En esta película se produjo un hecho curioso: que Forman cambió mi personaje. Yo quería hablar de una manera que llamara la atención y a él le gustó y me pidió que lo exagerara más, y al final, el casting se convirtió en un ensayo de mi secuencia. Es un personaje muy importante del cine.

-P: Ha hecho de malo muchas veces.

-R: He hecho de malo, de bueno, de todo. El director Luciano Ercoli me decía que yo era el actor perverso del cine español. Era un piropo.

-P: Seguramente no hay otro actor que haya muerto y matado más en el cine español.

-R: He muerto muchas veces. La última forma de morir que me faltaba era crucificado, lo hice en Ben-hur, una coproducción para televisión  que hicimos en Túnez en el año 2009 con Alemania e Inglaterra, en ella interpretaba el papel de Simónides, suegro de Ben-Hur. O sea, que he sido hasta crucificado, aunque en esa ocasión no morí, resistí la crucifixión y mis familiares me llevaron, tullido, pero vivo.

-P: Y ahora, a sus 76 años, sigue trabajando con asiduidad. En  2016 intervino en cuatro películas, en lo que llevamos de 2017 lo ha hecho en tres…

-R: Si los viejos nos retiráramos ¿quién haría de viejo en las películas, jóvenes maquillados?. El único trabajo que podemos hacer es el papel de viejos. El cine tiene una gran ventaja: que es fiel. Aunque exista el maquillaje,

-P: ¿Y qué opina un actor tan veterano como Simón Andreu de la nueva hornada de actores jóvenes?.

-R: Creo que tenemos una muy buena generación de actores. Son muy seguros en sus papeles, están muy bien formados. Es muy normal que tengan carreras universitarias, eso era algo muy raro en mis tiempos, los actores de mi generación no teníamos estudios ni formación, éramos autodidactas.

Y también trabajan mucho sus papeles. Eso lo pude comprobar en “Amar en tiempos revueltos”, donde intervine en más de 200 capítulos, los actores jóvenes llegaban al rodaje con su papel bien aprendido y sabiendo cómo tenían que decir sus diálogos.

-P: Aunque el cine ha sido el medio en el que más ha trabajado con diferencia, también ha hecho teatro y televisión. Pero, ¿Cuál es el que más le gusta?

-R: El medio que más le gusta a un actor es ensayar. Y lo ideal para un actor sería el teatro, pero sin público, como aquel teatro que se filmaba antes para televisión. Pero el teatro hoy tiene muchos problemas, ahora, o eres empleado de los ayuntamientos o empresario. Y como yo no quiero ser ni funcionario ni empresario, pues me quedo con el cine. Y también con la televisión.

-P: Es usted el homenajeado en la XXIX edición de la Semana de Cine Español de Mula.

-R: El reconocimiento es una cuestión fundamental en nuestro oficio. Pensar que la gente ve tú trabajo te da vida. El contacto con el público es lo que nos falta a los actores que hacemos mucho más cine que teatro, ver la cara y estrechar la mano a gente que aprecia tu trabajo. Ver que tu trabajo ha aportado algo a alguien.

Y además, estoy deseando de ir a Mula porque sé que me lo voy a pasar muy bien y voy a tener ocasión de ver a amigos con los que me gusta estar.

 

En primera persona

Yo sé interpretar porque he visto a los grandes actores en una pantalla.

Mucho más que las bibliotecas, el cine es la base cultural de la gente de mi generación

Eloy de la Iglesia traía la película rodada desde casa.

Casi todo lo que sé lo he aprendido a través del cine.

Me decían que yo era el actor perverso del cine español