Si tuviera poderes

Juan TOMÁS FRUTOS.

 

Creo que no hay lucha más loable que la que se hace por los que menos suerte han tenido en este planeta en el que todos nacemos de una mujer, bajo el mismo cielo, pero con circunstancias que nos llevan por derroteros bien dispares.

Entiendo que no hay nada más defendible que esas causas nobles por los que pasan hambre, por los que tienen sed, por los que son esclavizados, para que no lo sean, por los que se quedan injustamente en mitad del camino… La vida, sus intereses, la de los humanos que la hacemos cada día, se deja en su tránsito a gentes muy buenas, y, en la medida que podamos, debemos evitarlo.

Por ello, querría poderes, el tenerlos, para sanar, para abonar los campos, para recoger cosechas abundantes, para corregir desigualdades, para ver que crece lo mínimo donde falta de tanto… ¡Ojalá fuera posible tener una varita mágica con la que mejorar el destino del colectivo al que pertenecemos!

Asimismo, me gustaría tener la autoridad suficiente para que me hicieran caso, para que tuvieran en cuenta estas palabras, para que la mejora fuera más que un ideal. Los hechos nos transforman, pues por nuestros comportamientos decimos quiénes somos.

Ante tanta locura y agravios como vivimos, mi deseo es que mantengamos los sueños. No olvidemos que “la magia solo dura mientras persiste el deseo”, según resalta Jorge Bucay. Apostemos, pues, por esos anhelos, por superar las medidas que se quedan en trechos de nadie. Lleguemos hasta la atalaya de nuestras mejores elucubraciones. Podemos mucho. Mantengamos los deseos.

Una canción

Sin duda, creer es poder, es ser, es vivir, es disfrutar, es hallar. Para dar con algo debemos conocerlo, o saber, cuando menos, que existe. “El que no cree en la magia nunca la encontrará”, en palabras de Roald Dahl. No lo podríamos decir mejor. Nos salvan las creencias, las buenas, el afán por cumplimentarlas.

Hagamos, paralelamente, de la vida una canción. La alegría de una melodía, de unos sones óptimos, nos ayuda a discurrir por el planeta. “Magia es verte sonreír”, nos susurra la artista Rosana, que demuestra con sus sonidos bien hilvanados y con su modo de comportarse que cree en aquello que hace. Ya decíamos, ya sabemos, que creer es poder.

Como ven, hoy me ha dado por soñar. En consecuencia, les digo que si fuera capaz de afrontar con una energía mágica todos los problemas de mi entorno, me pondría un atuendo de héroe para intentar que la jovialidad se instalase en nuestros corazones con buenas obras, sencillamente con extraordinarios quehaceres constantes y sonantes, llenos de bondad. Sé que suena a tópico, a palabras bien formuladas, pero así es como empiezan las transformaciones sociales.