Si comunicamos bien, estamos mejor

Las fuerzas de la naturaleza están interconectadas, y suponemos que también hay una estrecha coincidencia entre lo intangible, esto es, lo que tiene que ver con lo espiritual o con los estados de ánimo. La comunicación es un espejo del alma. Somos como comunicamos. Son definiciones que podemos aceptar con muchas matizaciones, claro. Por la timidez o el desparpajo que brindamos cada día nos damos a conocer. No obstante, ojo con las primeras impresiones, pues podemos esconder, fundamentalmente en sociedades donde se dice o hace lo supuestamente correcto, unas actitudes objetivamente distintas a las que queremos trasladar. En todo caso, los gestos, las distancias que marcamos a la hora de comunicar, si lo hacemos de un modo u otro, las ocasiones que ofertamos a los demás para que nos conozcan o para conocerlos… todo ello nos informa de quién hay detrás de un discurso y de una narración determinada.

Desde luego, los índices de compañerismo, de tolerancia, de inquietud, de voluntad, y hasta de amistad o cooperación, son señas de identidad que nos vienen del placer y del proceso de la comunicación, que nos ha de convencer de la mejor guisa posible. Ésa es la idea moderada que ha de presidir nuestras actitudes. Sabemos de la importancia de lo que se dice, de cómo se indica, de lo que nos viene del convencimiento inmediato en torno a lo que realizamos. Las buenas intenciones son más que necesarias.

Por ello, conviene que desde pequeños nos ejercitemos para comunicar, para contar lo que somos, lo que queremos ser, lo que pensamos, nuestros anhelos… No hablo de fingimientos o de elucubraciones confundidas con la realidad. Aludo a comunicar, con sus pros y sus contras, con sus oportunidades y también con sus riesgos. Hemos de ver en la comunicación un proceso natural y ausente de cinismos. La hipocresía hay que alejarla, pues es una mala compañera y una peor consejera.

Cuando era pequeño se decía aquello de “mens sana in corpore sano” (mente sana en un cuerpo sano). Hay una conexión. Ahora yo aludo a ejercer una saludable comunicación como prueba y defensa de una buena salud mental. También hay una correlación que podemos hacer pervivir con fortaleza y buen sentido. La práctica en esta era de ausencias y de soledades, sobre todo en las grandes urbes, es un buen ejercicio que nos permite tener el sosiego y el equilibrio siempre necesarios en los procesos de aprendizaje.

Busquemos huecos y tratemos de programar nuestras aceleradas agendas para llegar a esa docencia que a todos beneficia. Seguramente incluir en las primeras etapas formativas del ser humano esta asignatura nos ayudaría a todos a no tener problemas ya de adultos, o a que estuvieran más mitigados. Manejar el vocabulario y aludir correctamente a nuestro entorno es garantía de una cierta dosis de felicidad, base de la cultura y de la formación, de lo que somos. Los hábitos, la entrega y el deseo de hacer las cosas bien seguro que pueden contribuir a que lo sean y a que lo estén.

Juan TOMÁS FRUTOS.