carrillo2

Santiago Carrillo: “Soy republicano, pero la que existe en España es una monarquía habitable”

Con motivo del fallecimiento de Santiago Carrillo, ocurrido hoy martes 18 de septiembre a los 97 años de edad, recuperamos una antigua entrevista realizada en exclusiva para Campus con motivo de una visita a la Universidad de Murcia para participar en un curso organizado por la antigua Escuela de Ciencias de la Documentación.

A sus 87 años parece encontrarse más allá del bien y del mal. Habla con la desenvoltura y el escaso encorsetamiento que produce la experiencia y la satisfacción del deber cumplido.

El humo y la ironía son inseparables compañeros de viaje de este eterno político –lo sigue siendo aún desde el involuntario retiro en el que se encuentra-, incansable luchador por la libertad y la mayor igualdad social desde una ideología que continúa defendiendo, pese a reconocer que no se encuentra incómodo nuestra monarquía.

Al ver a Santiago Carrillo saludando afable a bordo de un coche con cristales ahumados –uno de los vehículos oficiales de la Universidad de Murcia- a los jóvenes que, impresionados por su presencia, le despiden desde los aledaños de la Facultad de Ciencias de la Documentación, este cronista no puede menos que pensar lo que ha cambiado este país. Y también, porqué, no, esta figura tan señalada de nuestra historia reciente, cuestionada y hasta vilipendiada hace tiempo desde diversos sectores, y hoy asumida por todos como uno de los verdaderos protagonistas del actual sistema democrático. La voz inconfundible de este asturiano, de historia tan longeva como la propia Universidad de Murcia, fue escuchada con arrobo por los participantes en el curso de la Facultad de Ciencias de la Documentación. Tras la conferencia todos pugnaban por hacerse con una foto junto al antiguo político, como si se tratase de una estrella de la pantalla que, a punto de convertirse en nonagenaria, continuase tan en boga como el Brad Pitt del momento. Y es que el tiempo actúa a favor de algunas personas.

-Pregunta: Don Santiago, revisando su biografía he visto que nació usted el mismo año en que se inauguró la Universidad de Murcia, en 1915. Después de haber conocido estas instalaciones y me imagino que las de otras muchas ¿Cree que las universidades actuales se parecen a aquellas otras que seguramente usted conoció en su juventud?
-Respuesta: No, no se parecen. En este tema ha habido un desarrollo y un progreso indudable. En mis tiempos la universidad era sólo para una minoría de gente poderosa. La gente corriente no tenía acceso a ella. Yo mismo no pude ir por falta de medios. Afortunadamente, con el tiempo las cosas han cambiado, aunque todavía no hemos llegado a dedicar a las universidades, y en general a la enseñanza, todos los recursos que debería poner el estado. En ese terreno, todavía hay un déficit, y éste puede agravarse todavía más ahora.

-P: ¿Cree usted que el proyecto del Gobierno de implantar nuevamente la reválida repercutirá positiva o negativamente en la enseñanza?
-R: Yo creo que hay una tendencia a que la enseñanza pública se convierta en la enseñanza de los pobres y de los inmigrantes, y a favorecer la enseñanza privada. En toda la política del Gobierno existe una orientación a reducir la enseñanza pública y a favorecer la enseñanza privada, y a mí me parece esencial el peso de la enseñanza pública en la sociedad.

-P: Han transcurrido 25 años desde que comenzó el proceso democrático y ya parece que hubiesen transcurrido varios siglos. ¿No produce un cierto vértigo la velocidad a la que han transcurrido tantos acontecimientos de la historia reciente de España?
-R: Le parecen varios siglos a usted, que es joven, a mí no me lo parece. (risas).
En cualquier caso, lo que ha habido en este país es un cambio fundamental en todos los órdenes, pero sobre todo en lo referente a la tolerancia, a la convivencia política… En mi juventud, un político de izquierdas no se hablaba con un político de derechas, cuando esto ocurría, ambos se desacreditaban. Hoy, sin embargo, puede haber polémica, enfrentamientos verbales importantes, diferencias, pero hay una convivencia y un respeto en lo personal que antes no se estilaba. En ese sentido el cambio ha sido impresionante.

-P: ¿Qué cree usted que se producirá antes, que usted deje de fumar o que el P. P. Pierda las elecciones?
-R: Pues mire usted, al paso que van las cosas no soy demasiado optimista.
(aquí, don Santiago deja escapar unas volutas de humo involuntarias, producto de una risa sardónica).

-P: ¿Respecto al tabaco o al P. P.?
-R: Ni en lo uno ni en lo otro. En lo de fumar lo veo más claro: fumaré hasta el último día, pero el cambio de gobierno lo veo menos claro.

-P: ¿Piensa que en estos momentos tiene España la mejor oposición posible?
-R: Sinceramente, no. Estoy convencido de que hay una crisis de partidos, y más concretamente de la izquierda, cuyo pensamiento político no es tan claro como en la derecha.

-P: ¿A qué políticos españoles cree usted que tratará mejor la historia?
-R: Depende de quién domine en el futuro. La historia la escriben los que ganan. La historia de este siglo pasado está muy manipulada, para mucha gente la Guerra Civil fue una cosa de locos, que no se comprende. Pero yo pienso que los que defendimos la República ante una sublevación militar teníamos históricamente razón.

-P: ¿Están los republicanos de ayer satisfechos con la monarquía de hoy?
-R: La monarquía de hoy ha sido absolutamente necesaria e inevitable por una razón muy simple: la oposición democrática nunca fue capaz de derribar al franquismo. Si no hubiera habido un acuerdo entre los reformistas del régimen y la oposición democrática, el cambio político habría venido mucho después. Como Juan Carlos era el impulsor del movimiento reformista del franquismo –algo que hemos sabido después-, la monarquía era inevitable. Tuvimos una oportunidad, que aprovechamos, para que la monarquía no fuera lo que fue en el pasado y que inscribiera un principio republicano, procedente de la Revolución Francesa, que hace que esta monarquía sea habitable: el principio de la Soberanía Popular. El rey ya no es el soberano por la gracia de Dios, es el pueblo. Con una república, habría habido un presidente que se llamaría Adolfo Suárez, otro que se llamaría Felipe González y otro que se llama José María Aznar. Los problemas de fondo que tiene hoy España no son distintos a los que tiene la República Francesa, por ejemplo.
Yo soy republicano, pero pienso que mientras no sucedan otras cosas, una monarquía parlamentaria como la que existe en España es una monarquía habitable.

-P: ¿No tiene usted cierto complejo de manual de texto, cuando todo el mundo dice que es usted un capítulo muy importante de la Historia de España?
-R: (Risas). No tengo ese concepto. A mí me preguntan algunas veces qué espero que la historia diga de mí, y la verdad es que en eso soy muy escéptico, no creo que la historia me recuerde mucho. Me recordarán mis hijos, mis nietos, algún amigo que sobreviva, pero no tengo ninguna preocupación por la inmortalidad.

-P: ¿Piensa usted que la Constitución habría tenido las mismas características en caso de haberse hecho hoy?
-R: Sería peor. Si las mismas fuerzas políticas que hicieron la Constitución la hicieran hoy, España no sería un estado social de Derecho. En la Constitución no existirían una serie de derechos que existen, como la posibilidad de confiscar, por interés público, propiedades privadas. Hoy la Constitución habría empezado diciendo que el mercado es el eje y que lo demás es superfluo, y el estado sería lo más reducido posible. En la Constitución hay incluso la posibilidad de una posible planificación de la economía, algo que hoy la izquierda sería incapaz de defender.
Existen algunos temas, no obstante, en los que debería entrar la Constitución, como en el capítulo de las autonomías, pero la misma constitución ya contempla cómo podrían cambiarse los artículos.
-P: ¿Cuál opina usted que debería ser el papel de la izquierda hoy?
-R: Yo creo que hoy el problema de un cambio de sistema económico y social ya no es sólo la reivindicación de una clase oprimida que tiene que luchar por conquistar el poder para transformar la sociedad. Hoy esa reivindicación interesa a la inmensa mayoría de las gentes, aunque vengan de ideologías distintas. Cuando el beneficio es la única regla, se pone en peligro la existencia del planeta. x

Cuando el beneficio es la única regla, se pone en peligro la existencia del planeta. Ya no se trata de una clase social, se trata simplemente de humanismo, y un humanismo bien entendido, hoy, tendría que plantearse la transformación del sistema económico y social.

-P: El tema de la paz mundial parece haberse olvidado. Hoy nadie habla de paz. ¿En qué desembocarán los sucesos del 11 de septiembre y la campaña emprendida posteriormente por Estados Unidos contra sus enemigos?
-R: La paz es un tema esencial. Yo estoy horrorizado y muy inquieto con la política suicida que ha iniciado Estados Unidos después del 11 de septiembre y que no encuentra en Europa la resistencia que debería. Estados Unidos se ha abrogado el derecho a intervenir militarmente en todo el mundo, sobre todo donde hay petróleo y reservas energéticas esenciales, y a mí me parece que por ese lado estamos abocados a una degeneración de la Democracia muy seria.

“De haberse hecho hoy, la Constitución española sería peor”