Por la intermediación comunicativa

La voluntad ha de perseguir un tramo de intermediación donde se acojan todas las posturas e ideas. La buena comunicación alberga los distintos objetivos, los diferentes planteamientos. Pensemos que a menudo fruncimos el ceño para ver y no sólo para contemplar lo que ocurre, que es en la antesala de una vida que desdeña en ocasiones lo que fuimos.

Hemos distraído la capacidad de diálogo, que hemos de recuperar con la vida misma, refrescando lo que conseguimos en comandita, lo que pudimos ser, dando y recibiendo casi al mismo tiempo. Pasemos hacia ese lado que únicamente nos condiciona a medias y con medidas de paciencia infinita. Han de serlo. Nos ahogamos por faltas de empeño en solucionar cuanto sucede, que ha de ubicarse en el frontispicio de lo que nos sorprende.

Sugiramos las palabras con las que nos hemos de unir a los balances de empeños desgranados en la nocturna habla fabulosa de quienes vuelven con regresos a los ligeros desdenes que recrudecen las posiciones que nos alivian con refuerzos equilibrados en el vacío, que siempre nos enseña a ser de verdad. No vemos, o no parece que veamos, pero hemos de realizar el esfuerzo que se convertirá en garantía de cuanto tiene un reflejo en el universo que nos desprende de las juntas que nos definieron únicamente por mitades que no justificarán nada. Adelantemos un poco más el camino.

Hemos de complementar los espacios que antes nos sirvieron de referencia. Quizá dejamos pasar mucho tiempo: puede que demasiado. No alentamos el contexto con las parcas palabras de quienes hablan sin dar con las presencias más brillantes y apuestas. Dejemos que el tiempo transcurra con un cuarto de condiciones y de circunstancias. Hemos de preferir con modelos y ejemplos de refuerzos neutros. Las cosechas llegan cuando menos las esperamos. No siempre las lluvias o sus ausencias marcan el itinerario del amor.

Las libertades nos ofertan caricias de años supuestos que nos invitan a aterrizar en simulaciones extraordinarias que nos enseñan los términos que nos permiten ser desde el principio de un acuerdo que producirá sensaciones y resultados apetecidos. Nos hemos de entretener y de divertir con las apariencias y las dichas de quienes vuelven con el afán de tener para regalar, para brindar cimas ante los ocasos que se suceden de manera irremediable.

Movamos esos terrenos que nos infringen las penas de la demora, del entretenimiento hostil. Tratemos de sustituir, desde la experiencia, lo que no es con lo que es, y seguro que daremos con ese trayecto que nos modificará las preferencias para dar con ese tono perfecto que nos rescatará de la dejadez o de la soledad, dos compañeras que ya no vamos a sostener, pues no sirven a los intereses colectivos. No olvidemos nunca que la unión nos viene de la comunicación, de la buena comunicación. Hay que propiciarla. Servir de interlocutor, de intermediario para óptimas acciones, es una labor impagable que hemos de sustentar en la medida que podamos.