Percepciones de la tecnología

Dice el refrán que, en este mundo, “nada es verdad ni es mentira. Todo depende del cristal con que se mira”. Esto es así. La relatividad es una constante que hace que veamos las cosas de diferente guisa en función del momento, del espacio, de los condicionantes de la realidad misma, que son más o menos perceptibles. Así, pues, todo avance tiene muchas variables para ser interpretado.

Por un lado, podemos percibir lo evidente: lo que es, lo que supone de manera tangible, su coste, y también su ahorro, la inversión que precisa, los cambios en cuanto a la compra de recursos que implica, las versiones que se dan del ingenio, lo que nos ocupa, lo que supondrá económica e industrialmente, etc. Por otro lado, habrá cambios más o menos subjetivos, que tienen que ver con la visión del ciudadano, del empresario, de los regidores políticos y financieros, sin olvidar los impactos o influencias en los ámbitos culturales, educativos, éticos, espirituales…

Todo tiene varias perspectivas. Cada óptica nos dará una postura, una posición, que, en su conjunto, invitará a tomar decisiones en torno a las ventajas y/o inconvenientes del hallazgo en cuestión. Lo que digo, aunque no siempre se haga así, es pura lógica. Lo que sucede es que ésta no la aplicamos, por suerte o por desgracia (quizá más por esto último), en la mayoría de las ocasiones. Por eso se dan tantas contradicciones, vacíos o controversias de todo género en torno a los inventos que se van desarrollando en las diversas etapas de la Humanidad.

Cada momento trae lo suyo. Lo ideal es que sepamos acompañarlo de una interpretación entre analítica y apasionada, para que las definiciones y caracterizaciones, así como la toma de soluciones que emprendamos, estén lo más apegadas a la realidad que nos circunda. Si contemplamos lo que nos envuelve con emoción será más sencillo que entusiasmemos a los que nos rodean, algo fundamental para que se produzca empatía en cuanto a nuestras apreciaciones, devociones e ideas.

Porque, en realidad, ¿qué es lo que sucede? Pues pasa lo de siempre: nos quedamos en la superficie de la realidad, en los aspectos más tangibles, pero no en lo que acontece verdaderamente. La existencia humana está cargada de complejas variables que nos llevan por lo perceptible, que nos conducen por la necesidad de cerrar parámetros e interpretaciones a toda costa, sin que divisemos la duda como un arma de trabajo constante ante muchos eventos que no siempre se pueden canalizar o racionalizar.

Hemos de aprender, por lo tanto, a ver los adelantos tecnológicos, los modernos sistemas de comunicación, de transmisión de señales, de contenidos, de productos informativos variopintos… como unos elementos y procesos compuestos de unos aspectos objetivos y de otros subjetivos. El ser humano se mide no solo por su inteligencia clásica, por su memoria, por su retentiva, por modelos racionales, etc. Ha de tenerse en cuenta, en paralelo, esa percepción intuitiva que nos conduce por análisis y conclusiones no tan concretas y certeras. Es, cuando menos, una propuesta.

 

Reflexionemos sobre lo que ocurre

En definitiva, hablar de evidencias cuando nos metemos en el terreno de lo visible e invisible, de lo que es o no es, de lo que podría ser y no será, o quizá sí… no es sencillo. Los progresos son tan rabiosamente acelerados que no es fácil detectar los avances o retrocesos, los lados positivos o negativos, los pros y los contras. Incluso es posible que no sea aconsejable el dar con prontitud con interpretaciones cerradas. Es mejor que el día a día dictamine cuáles han de ser los resultados. El consejo es que dediquemos tiempo a tratar de entender lo que acontece. Seguro que lo rentabilizaremos en lo anímico, en lo personal, en lo intelectual, en lo profesional…

Las percepciones varían. En un mundo de tantas luces, a menudo podemos quedar cegados por las evidencias de una realidad que puede distar de las primeras impresiones que nos traslada. La prisa no es buena consejera a la hora de valorar las derivaciones o los progresos de una sociedad que se apoya en la economía, en los nuevos instrumentos de trabajo, en las TIC´S, en los valores añadidos de la informática y de sus programas de funcionamiento y en tantos y tantos avances que todo parece determinado por un crecimiento infinitesimal e imparable. No es bueno mirar tan alto, porque, entre otras cosas, es muy complicado poder asimilar tanto aprendizaje, tanta experiencia, en tan poco tiempo. Por eso es preciso otear un poco más acá para entender lo que acontece cada jornada con paciencia, altura de miras y mucha solidaridad. La máxima, en éste y en otros supuestos, es que tengamos, como el rey Salomón, un corazón a la escucha, que, menudo, tanta falta nos hace.