Onda Regional de Murcia, la banda sonora de nuestra vida

Resulta imposible establecer con precisión hasta qué punto lo que somos es resultado de nuestra propia biología y en qué porcentaje somos conformados, educados, fabricados por nuestro entorno.

Cuando Ortega y Gasset escribió su célebre declaración: “Yo soy yo y mi circunstancia” estaba formulando un axioma que involucraba parcelas tan heterogéneas como amigos, lecturas, arte, experiencias… y cómo no, medios de comunicación.

Cuando han transcurrido 25 años del nacimiento de Onda Regional de Murcia resulta imposible imaginarnos sin ella. Pensar en la sociedad murciana sin esta emisora que nos ha acompañado durante media vida sería intentar evocar nuestras existencias sin una parte imprescindible para comprenderlas.
Durante un cuarto de siglo, Onda Regional ha estado con los habitantes de esta Comunidad en sus quehaceres cotidianos, en sus viajes, en sus trabajos, en sus ratos de ocio y de tensión, nos ha hecho más cortas las esperas y menos desagradables los momentos de incertidumbre, nos ha hecho sentir que no estamos solos, nos ha informado de  lo que ocurre en nuestra tierra, de las tribulaciones y ensoñaciones del vecino y de lo que acontece en los rincones más remotos.
Onda Regional de Murcia ha sido una herramienta perfecta para estar ligado a la realidad, un modo atractivo de permanecer en contacto con la sociedad, una ventana a la vida, una herramienta doméstica y transportable, en fin, para conocer el mundo que nos ha tocado vivir.
Los murcianos hemos crecido con sus profesionales,  unos profesionales que han estado al lado de la noticia en cada momento, al lado del evento cultural, de los acontecimientos más dispares, de los momentos de esperanza para nuestros paisanos y también de los más luctuosos.
Este cronista ha tenido una relación extensa con Onda Regional, una radio que cubrió de forma excelente todos los actos culturales con los que estuvo involucrado durante décadas. Con sus unidades móviles o en los propios estudios siempre me sentí como en casa, como si no me hubiese desprendido de la bata y las zapatillas para estar en el aire y colarme en los hogares de nuestros convecinos.
Recuerdo con especial emoción una larga entrevista realizada por Diego Muñoz en la que, de manera sorpresiva, entró en directo el realizador Vicente Aranda para saludarme. O aquella entrevista realizada por Miguel Masotti en compañía de una actriz María Luisa San José que acaparaba todas las miradas. O aquel programa de “La Gramola”,  de Juan Bastida en la que un grupo de amigos desvelábamos  un homenaje al periodista Mariano Velázquez. O aquella entrevista en la mismísima puerta del Congreso de los Diputados, donde acababa de inaugurar una exposición sobre la Historia de los parlamentarios murcianos, acompañado del entonces Presidente del Congreso Manuel Marín y por el Presidente de la Asamblea Regional de Murcia, Francisco Celdrán.
Ahora, cuando en nombre de una crisis económica que parece dispuesta a devorar todo a su paso, se anuncia el despido de una parte importante de su plantilla, se me antoja que nuestra Región se queda un poco más callada, un poco más sombría, un poco más triste. Se me antoja que con el despido de esos 22 trabajadores, esta tierra comienza a quedar sin esa voz que tanto consuelo nos ha traído, sin esa palabra amable que tanto necesitamos en momentos tan aciagos. Sin la voz socarrona de unos, sin la perla cultivada de otros, sin la necesaria apostilla, sin la visión personal de cada uno de los que ha integrado su plantilla -delante o detrás de los micrófonos- durante tanto tiempo, proporcionando a esta emisora su fórmula ágil, cercana y peculiar que la ha caracterizado.
Durante todos estos años, los profesionales de Onda Regional de Murcia han demostrado ser exactamente esto: buenos profesionales que se han mantenido al margen de vaivenes políticos para dar lo mejor de sí mismos. Algo que no ha sido puesto en cuestión por unos ni por otros. Pero parece haber llegado el momento tan temido de un recorte que podría suponer –ojalá que no- el comienzo de dejar apagada una voz que se me antoja necesaria para la Región de Murcia.
Afirmaba el diplomático francés Charles Maurice Talleyrand que existía  algo con más espíritu cívico que todos los ministros antiguos y venideros: la libertad de expresión. Hoy esta poderosa arma comienza a estar un poco más desgastada en la Región, un poco más anémica.
Hoy siento morir un poco más a mi querido Mariano Velázquez, a quien siempre recordaré micrófono en ristre –con el inconfundible triángulo rojo con uno de sus vértices insertados en la letra inicial de la emisora- haciendo hablar a las piedras, buscando el lado humano de la noticia, ejerciendo de hábil psicólogo para inquirir sin presionar y lograr el tono deseado fuese quien fuese su interlocutor.
Ojalá este despido multitudinario no suponga el comienzo de un silencio que nadie desea. Ojalá aquel nostálgico final del film de Woody Allen “Días de Radio, en la que la voz de un locutor radiofónico dejaba en el aire una cuestión de vital importancia: “Me pregunto si las nuevas generaciones sabrán quiénes éramos. Con el paso del tiempo todo se olvida, da igual lo importantes que hayamos sido en sus vidas”,
Pero no, no puede dar igual comenzar a dejar afónica la voz de Onda Regional de Murcia, que durante tanto tiempo ha sido la banda sonora de nuestra vida