“ OBJETO DE LA MELANCOLÍA O PASIÓN DE LA MEMORIA ”

Como un especial homenaje a la escritora María Teresa León ( 1903 -1988 ), desaparecida hace unos meses, traemos el recuerdo de una novela olvidada, “Juego limpio”, cuyo tema es la Guerra Civil española. La doble circunstancia del homenaje y el aniversario histórico ( 1939 – 1989 ), propician una valoración de la obra de quien fue testigo de excepción de un momento crucial en la vida de España. Un “retorno de lo vivo lejano” en la escritura novelística de quien merece ser recordada no sólo como la inseparable compañera del poeta Rafael Alberti.

“ Somos el preludio de algo espantoso, porque la guerra ya no tiene nada de caballeresco ni es cortesía, ni siquiera juego limpio y bárbaro, la guerra es únicamente la pelea de dos perros rabiosos”.

Desde la aventura de su fé, veía María Teresa León en 1959, con la distancia histórica espacio-temporal que imponía un exilio y veinte años transcurridos ( un auténtico océano como mediador ), la tragedia de España en aquellos años amargos. El recuerdo apasionado nacía en Argentina al tiempo que Rafael Alberti dejaba fluir su memoria que reverdecía en ramas de arboleda; su compañera ficcionalizaba los “objetos de la melancolía” en la pasión interminable de la memoria.

La escritora riojana canaliza su visión del conflicto mediante una armoniosa imbricación de cinco voces narrativas presentadas muy diversamente: desde la “confesión” escrita de Camilo, joven sacerdote de clara raigambre unamuniana en sus planteamientos sobre la salvación individual y colectiva, el monólogo de Xavier Mora, el pragmático, cuyo discurso traza una curva de ironía amarga, al diálogo consigo misma, casi al fluir de conciencia, de Angelines y al diálogo de carácter presentativo de Claudio, que resulta ser un engarce entre la ficción y la realidad desde dentro de la misma novela en la medida en que da entrada a la voz personal de la propia María Teresa León, que abre su personal ventana a la “perdida arboleda” . La perspectiva de la autora queda así incorporada a la obra, recreando un episodio biográfico paralelo al que recrea Alberti en sus memorias: las estancias en Mallorca de ambos escritores.

La muy peculiar novela de María Teresa ofrece una cuidadísima esctructura tras la diferente textura de las cinco voces que la conforman. Principio y final enlazan simbólicamente con el inicio de la guerra civil y su tragedia en una España que “no tiene edad fija, que nace con cada generación”. La mínima acción se reduce al ensayo y representación por parte de la Guerrilla del teatro, a la que se incorpora un joven sacerdote, de la tragedia cervantina “La Numancia”, en un buscado efecto alegórico mediante la transposición de las circunstancias históricas que es conseguido hábilmente por la transcripción de determinados pasajes de la obra teatral de Cervantes, mientras, al fondo, la ambientación es “esta clara agonía que va siendo el cerco de Madrid”, con el ruido infernal del bombardeo que fuera silencio espantoso en el cerco de Numancia:

“Alto, sereno y espacioso cielo que con tus influencias enriqueces la parte que es mayor de éste mi suelo y sobre muchos otros lo engradeces; muévate a compasión mi amargo duelo, y pues al afligido favoreces, favoréceme en hora tan extraña, pues soy sola y desdichada España” ,

Situado el texto en la mitad del camino ficcional, supone la identificación de escenas históricas sobre un escenario de guerrillas, el deambular de unos cómicos por la tierra de nadie de tres años marcados por el odio; gentes que “viven tan abiertamente esta vida pueril de entregarse apasionadamente a ser útiles”, hacaiendo olvidar “catarticamente” el frente y alentando, mediante la simbólica literatura, a la esperanza desde el corazón mismo de la amargura. El “Juego limpio” es la representación de la inocencia sobre el escenario de violencia que fueron Madrid, Sagunto, Valencia ( itinerario de la compañía ambulante ) en una temporalidad subjetivizada por los recuredos. Frente al caminar exiliado, el inmovilismo de Burgos, desde donde Xavier Mor nos deja oir su voz.

El espacio y el tiempo, consiguen para la novela una buscada complicidad escénica y estructural que muestra una contraposición real: las unidades dramáticas han quedado rotas sobre una escena dividida. “ Empezamos con la muerte de un poeta y acabamos con la de otro” , hace decir María Teresa León a Rafael Alberti en la obra glosando la noticia de la muerte de Antonio Machado en Colliure… círculo infernal de un horror que no podía ser ignorado en el hermetismo de un espectáculo . Por ello la autora no querrá cerrar su novela, su juego limpio, sino con una alusión fuerte y clara al aprendizaje que la historia debe imponer al hombre temporal: “esta puerta no debe dejarse más que entornada” . Y abierta para una mejor comprensión del horror que fue, para la escritora ya desaparecida, un envenenado juego de intereses. Por fortuna, hoy el juego ha terminado, y nos queda el testimonio singular de una perspectiva ficcionada sobre un episodio de nuestra historia reciente, que lejos de ser programática, plantea una meditación sosegada desde el universo autónomo de una novela sabiamente trazada que no merece el olvido artístico al que ha sido relegada. Una visión más, esta vez femenina, de nuestra historia reciente, con una ventana abierta a la esperanza de una España diversa, múltiple y tolerante. Pasión de la memoria que resulta, desde el arte, profecía.