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Jesús Gómez Amor: un universitario entregado a su vocación

JOSÉ ANTONIO COBACHO GÓMEZ

13 marzo 201601:26

La muerte de un ser al que quisimos nos conmueve siempre, pero ese dolor ante lo inevitable se ve acentuado cuando ese cariño lo único que hacía era corresponder a los méritos de quien era su destinatario. Ese sentimiento tengo yo desde que el pasado viernes conocí la noticia del fallecimiento del profesor Jesús Gómez Amor, gran profesor y, también, gran persona.

Como excelente maestro de la Psicología, conocía el ser humano como pocos, y ese conocimiento le llevaba a sentir una profunda comprensión por la persona y a tratar de explicar las contradicciones en las que esta puede incurrir cuando la razón se convierte en asistente temporal. Fueron varios los cargos académicos que desempeñó, y todos los desarrolló con profunda entrega y siempre con un gran sentido común, tratando en todo momento de aunar voluntades y de sosegar las posibles discrepancias.

Era un universitario en el sentido pleno de la palabra: entregado a su vocación, entregado al servicio de la docencia y la investigación, entregado a los cargos que la Universidad le reclamó a lo largo de su vida, con los que se volcó. En suma, fue un extraordinario servidor público, preocupado siempre por los demás.

Jesús se incorporó a la Universidad de Murcia como contratado administrativo con dedicación parcial en 1984, en el área de Psicobiología integrada en el Departamento de Anatomía Humana y Psicobiología. A finales de 1987 su dedicación fue ya a tiempo completo y en 1990 accedió al cuerpo de Profesores Titulares de Universidad.

Desempeñó diversos cargos académicos, fue director de Deportes de la Universidad de Murcia (posteriormente director general de Deportes de la Comunidad Autónoma), director de la Escuela de Práctica Psicológica, durante doce años fue decano de la Facultad de Psicología llegando a ser Presidente de la Conferencia de Decanos de Psicología de las Universidades españolas y desde 2010 a 2014 fue decano comisario de la Facultad de Ciencias Sociosanitarias con sede en Lorca.

A lo largo de muchos años compartimos responsabilidades académicas y disfrutamos junto a nuestras familias de ratos de ocio en La Torre de la Horadada. Allí conocí a su esposa, María José, a su madre Rosa, a sus hijos, María y Jesús, y al resto de su familia. En su casa, María José y Jesús atendían a los amigos con mucho esmero y cariño. Siempre recordaré nuestros largos paseos en bicicleta con profesores amigos, en dirección a San Miguel de Salinas, por los caminos existentes junto al canal del Trasvase Tajo-Segura y al Puerto de San Pedro y la Encañizada. Desde que hace año y medio le fue diagnosticada la enfermedad que ha acabado con su vida, Jesús ha luchado, junto a su querida María José, de forma admirable, sabiendo de las dificultades de su curación y encajando con enorme templanza las adversidades.

La memoria puede llevarnos a la melancolía, sobre todo si se recuerdan los momentos gratos vividos con el amigo que se nos fue. Pero estoy convencido de que Jesús, como gran psicólogo que era, sabrá comprender en toda su dimensión el sentimiento de ausencia, de vacío, que sufro en estos momentos.

Profesor de Derecho Civil de la

Universidad de Murcia

 

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