Nuestro “Honoris Causa” Vargas Llosa recibe el Nobel de literatura

Portada de la revista Campus de octubre de 1995, con motivo de su nombramiento como doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia.
La relación de Vargas Llosa con la Universidad de Murcia ha sido constante durante los últimos 15 años

    El eterno candidato al Nóbel ha dejado de serlo (candidato), para serlo con todos los honores (premio Nobel). La academia sueca premiaba el pasado día 7 a Mario Vargas Llosa por medio siglo dedicado a la literatura con una intensidad con la que pocos escritores pueden equipararse en la segunda parte del siglo XX. Fue también un mes de octubre, pero de 1995, cuando Mario Vargas Llosa se convertía en el décimo sexto doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia.

Desde que, a finales de los años cincuenta, siendo un jovencísimo y prometedor aspirante a escribidor publicó “Los jefes”, los críticos y amantes de la buena literatura vieron en él a un escritor de raza, a un literato de una calidad excepcional. Desde hace décadas, cada nueva novela suya, es traducida prácticamente a todos los idiomas, convirtiéndose en acontecimiento universal. Títulos como “La ciudad y los perros”, “La casa verde”, “La tía Julia y el escribidor”, “La guerra del fin del mundo”, “Lituma en los Andes” o “La fiesta del chivo”, le han colocado en lo más alto del panorama literario mundial, llenándole de las más altas distinciones en el mundo de las letras, a las que se suma ahora este premio Nobel largamente esperado por el mundo de habla hispana.
 
Vargas Llosa y la Universidad de Murcia
    Durante años, su presencia en la Universidad de Murcia ha sido constante, y su figura casi familiar por nuestros Campus. Prueba de su relación con el centro fue el establecimiento, en 1996 de los Premios Vargas Llosa de novela, instituidos junto a la Caja de Ahorros Mediterráneo, que premian anualmente, desde entonces, la obra de un autor en español.
    Con motivo de su doctorado honoris causa, la revista Campus publicó unos textos del profesor Javier Polo Alba en los que se podían leer, entre otras, unas ideas de Vargas Llosa sobre la literatura:
    “Como todos los escritores, antes de escribir yo fuí naturalmente, un lector. Creo que aprender a leer –ya lo he dicho otras veces y me gustaría recordarlo una vez más- es lo más importante que me ha pasado en la vida. Recuerdo muy bien cuándo ocurrió:  yo tenía cinco años y vivía en Cochabamba. Mi madre me había enviado a la escuela precozmente, probablemente  porque era muy travieso, y yo recuerdo eso como una fecha realmente fronteriza en mi vida. Recuerdo el extraordinario enriquecimiento que significó para mí empezar a leer, empezar a vivir a través de la lectura muchas más vidas de las que yo podía aspirar a tener, poder viajar en el tiempo, en el espacio, cambiar de identidades y de situaciones. Y cuando digo vivir otras vidas, vivir experiencias extraordinarias, encarnar destinos sobresalientes, digo realmente vivirlas porque la lectura significó y ha seguido significando para mí, sobre todo, una identificación total con los personajes de aquellos libros que eran capaces de aturdirme, de embriagarme y de arrancarme  totalmente de esos confines dentro de los que se mueve una persona en el mundo objetivo”.