Norio Shimizu: “Cuando tenía 19 años, leí las rimas de Becquer, y fue un flechazo”

 

“En Japón hay 17 universidades que tienen un departamento de estudios hispánicos” “El proceso de acercamiento a una obra clásica es una de las cosas más bellas de la Literatura y del Arte en general” Sólo sus ojos rasgados nos indican que no nos encontramos ante un catedrático de Filología de Valladolid o Santiago de Compostela. Su acento, la seguridad con la que habla de la Literatura Española y el conocimiento que exhibe de nuestros clásicos son absolutos, pero Norio Shimizu es japonés, ha enseñado literatura española en la Universidad de  Sophia, en Tokio y, hasta su adolescencia no sabía una palabra de español.

Las rimas de Bécquer –los caminos de la literatura son inescrutables- fueron un flechazo con la literatura en español, un flechazo que se ha traducido en una dedicación intensa a nuestros clásicos, a cuya difusión y estudio ha encaminado su labor profesional durante cuarenta años. Norio Shimizu, catedrático de la Universidad de Waseda y profesor emérito de la Universidad de Sophia, ambas en Tokio, es uno de los más destacados especialistas en Literatura española, ha traducido a Alfonso X el Sabio, a Gracián, a Quevedo, a Cervantes… Es capaz de recitar estrofas enteras del Cantar del Mío Cid, se ha atrevido a llevar la obra de Gonzalo de Berceo a sus compatriotas y se confiesa un enamorado de Garcilaso de la Vega. Este japonés sorprendente, que disertará sobre la universalidad del Quijote en el discurso inaugural en conmemoración por el 400 aniversario del encuentro entre Japón y España en el Instituto Cervantes de Tokio, es un profundo conocedor de la cultura española, de la que se ha embebido a una velocidad de vértigo, y es capaz incluso de bromear al estilo español –“¿No será japonesa?”, bromea cuando la cámara se resiste a grabar-. Shimizu diserta hoy en el Hemiciclo de la Facultad de Letras sobre “El significado y el significante en la traducción literaria: el caso de una lengua exótica”, una actividad organizada por el Aula de Humanidades, en la que será presentado por su director, Vicente Cervera Salinas.

Un momento de la entrevista.Un momento de la entrevista.

-P: ¿Qué lleva a un japonés, a estudiar español e imbuirse de literatura  clásica española?

-R: Son cosas de la vida. Cuando estudiaba bachillerato aprendí bastante bien inglés, pero quería estudiar otra lengua. En la biblioteca municipal, en lugar de preparar el examen de ingreso, comencé a leer libros de viajes, pero eran viajes a Latinoamérica, nada de España. Pensé que para preparar bien ese viaje, tendría que estudiar español. Me presenté al examen de ingreso del departamento de estudios hispánicos. Poco después, cuando tenía 19 años, leí las rimas de Becquer, y fue un flechazo. Entonces cambié de rumbo y comencé a estudiar español de forma mucho más intensa. A partir de ahí me interesé por la Literatura española y empecé a leer cosas más clásicas: el Siglo de Oro, Literatura Medieval Española….
-P: ¿Ha traducido a otros autores? -R: Yo no soy traductor propiamente dicho, pero he traducido Las cantigas de Alfonso X el Sabio, también tengo algunas traducciones de Berceo, Baltasar Gracián, Quevedo… En cuanto a literatura latinoamericana, he traducido a Cortázar, Borges y Mario Vargas Llosa.
-P: Al igual que el japonés se considera en España una lengua un tanto exótica, imagino que en Japón ocurrirá lo mismo con el español.

-R: Pues mire usted, en Japón hay un interés creciente por el aprendizaje de la lengua española. Hace cinco o seis años dirigí un programa diario dedicado a la enseñanza del español en Radio Nacional de Japón. Todos los meses traducíamos un texto de 60 páginas, y se vendían 30.000 ejemplares. En Japón hay ahora mismo 17 universidades que tienen un departamento de estudios hispánicos. Y cada vez más, sobre todo en Tokio. Lo que ocurre es que el nivel de la enseñanza y del aprendizaje del español en mi país es todavía bajo. Lo que debemos hacer ahora es intentar elevar ese nivel, pero en Japón hay muchísimo interés en aprender español. Hasta hace 30 o 40 años, ese interés se dirigía al mundo hispanoamericano, pero cada vez más, ese interés se encamina a la literatura española. Pero la verdad es que si usted me pregunta el por qué de ese interés no sabría contestarle.
shimizu 2-P: Cervantes, Antonio Machado, Borges, Gonzalo de Berceo, Garcilaso de la Vega… ha traducido una gran variedad de escritores en español ¿Cuáles son sus preferidos?

-R: Me encanta Garcilaso de la Vega. También me gusta mucho Berceo, pero lamentablemente, comprenderá que Garcilaso no es una figura demasiado conocida en Japón.
-P: Tampoco en España.

-R: Sí (risas), ni Berceo. Yo impartí hace algunos años un curso entero sobre Gonzalo de Berceo. Les costó mucho a los estudiantes, pero tras dos o tres meses de introducción, fueron entendiendo el mundo de Berceo, y entendiéndolo. Es cierto que se tarda mucho tiempo en coger el gusto por la literatura clásica, pero mi experiencia me dice que sólo es cuestión de acostumbrarse.
-P: Me produce perplejidad comprobar que en Japón pueda dedicarse un curso entero a un autor tan poco estudiado en España como Berceo.

-R: Sí, en España es algo insólito, pero tenga en cuenta que en Japón se necesita un año entero para llegar a saborear el mundo de la Literatura Medieval Española.
-P: Usted es miembro correspondiente extranjero de la Real Academia de la Lengua Española ¿Cuál es su aportación en esta institución?

-R: Realmente somos tres japoneses, pero los otros dos son demasiado mayores y ya no pueden desplazarse a España para asistir a las sesiones. Ahora mismo formo parte del consejo del Boletín de la Real Academia Española, y me envían los trabajos  de los candidatos que pretenden publicar algo en ese boletín para que comente mis opiniones sobre los mismos.
-P: ¿Qué le recomendaría a los españoles para que pudieran conocer la lengua española tan bien como la conoce usted?.

-R: Yo creo que los estudiantes ahora no leen, no dedican tiempo a la lectura. La política tiene una responsabilidad muy grande en la educación de los jóvenes, pero no es la única parte. Si la educación no funciona bien en España, los padres están llamados a jugar un papel más importante en ella.
-P: ¿Qué fue lo que le llamó la atención de España cuando viajó aquí hace cuarenta años?

-R: Vine a España en 1972, y viví el momento final de la etapa franquista. Viví en un colegio mayor de Madrid, y tuve la suerte de vivir de cerca la transición a la democracia de España. Fue una experiencia interesante y enriquecedora. La censura todavía funcionaba en España, y tuve que leer a autores que me interesaban, como Pablo Neruda, en francés, porque no podía conseguirlos en España.
-P: Aquí teníamos que acudir a las editoriales argentinas y mexicanas para poder  leerlos. ¿Cómo es posible traducir a una lengua y sobre todo a una cultura tan distinta a la española como el japonés una obra como “La familia de pascual Duarte” o las rimas de Bécquer?

-R: Hay mucha gente que dice que hay que leer sólo los textos originales, ya que la traducción lo estropea todo. Pero todos estamos empapados de la influencia de países extranjeros a través de las traducciones. Es cierto que la traducción hace que a veces un texto sea distinto al original, por ejemplo, yo leí primero las rimas de Bécquer en su traducción japonesa. Cuando aprendí mejor español leí el texto original, y comprobé que la traducción japonesa tenía bastantes defectos, pero a pesar de eso, la impresión en conjunto no me había engañado: el sabor estético queda, sobre todo en el caso de obras en prosa, como puede ser el caso de “La familia de Pascual Duarte”. Sin embargo, en otras obras, como “El cantar del Mío Cid”, del que existen tres traducciones japonesas (y aquí recita las primeras estrofas sin equivocarse), evidentemente se pierde, también en el caso de “La vida es sueño” por ejemplo. En esos casos, el traductor debe incluir alguna nota explicativa. El traductor, además de la traducción, está obligado a incorporar notas, a veces incluso bastante eruditas, para que el lector intuya el concepto total de la obra
-P: Usted ha traducido a José María Álvarez, uno de nuestros escritores más reconocidos ¿Qué nos puede decir de su poesía?

-R: Lo conocí hace más de 20 años, en un simposio que se llamó Ardentísima. Fue a raíz de una entrevista que me hizo “El País”. En ella hablé muy bien de Camilo José Cela, lo que hizo que hubiera una reacción tremenda contra mí, sobre todo por parte de los españoles residentes en Japón. A raíz de aquella  entrevista me escribió José María Álvarez que, por cierto, solo puso en el sobre mi nombre, Tokio, Japón, y me llegó la carta. Poco después me invitó para participar en Ardentísima. Yo no había leído a José María Álvarez, y poco a poco empecé a conocer su obra. Hay quien le reprocha que sea un poeta demasiado erudito, pero al mismo tiempo yo creo que tiene una sensibilidad muy aguda, y una gran capacidad de asimilar culturas ajenas. Por ejemplo, él estuvo en Japón y escribió poemas sobre mi país, captando muy bien una cultura ajena. En ese sentido es admirable.
-P: ¿Qué lugar ocupan los clásicos de la literatura en el mundo actual? -R:  Yo soy mucho más curioso de la literatura clásica que de la contemporánea, aunque cuando se lee literatura medieval o del Siglo de Oro, hay cosas difíciles de asimilar. Este año se cumple el 400 aniversario del encuentro entre Japón y España. Habrá un encuentro muy importante en el Instituto Cervantes de Tokio, al que asistirá Mario Vargas Llosa. Yo seré el encargado de inaugurarlo con una conferencia sobre el Quijote. En el Quijote existen conceptos difíciles de entender hoy, como el espíritu de los caballeros, pero al mismo tiempo existe un espíritu universal. Mucha gente habla de la universalidad del Quijote, pero nadie se atreve a definir qué es la universalidad, es una palabra que suena muy bien pero es difícil de concretar. Yo creo que la universalidad no existe de antemano, sino que debemos buscarla. El Quijote, la Celestina, cualquier obra clásica, nos invita, nos incita a penetrar en ese mundo, y ese proceso de acercamiento es una de las cosas más bellas de la Literatura y del Arte en general.  A un japonés quizás le cuesta más, pero en todo caso eso no supone una barrera, sino una invitación para ampliar nuestra sensibilidad. Una obra clásica nos invita a ampliar nuestro continente sentimental, emocional o intelectual.
-P: Nunca había pensado estar con un japonés que dominara tan bien el español y conociera de una manera tan profunda nuestra cultura. -R: Mire usted, Baltasar Gracián dice que los japoneses son los españoles de Asia (risas).

Última actualización el Viernes, 01 de Marzo de 2013