La buena salud y las buenas perspectivas de la prensa

La Prensa , el mundo de la comunicación, a pesar de sus propias contradicciones, goza de buena salud. Casi estoy convencido de ello. Hay muchos medios de información, cada vez más, que se traducen en más opciones para la sociedad, y en mucha oferta de trabajo. Ahora bien: de lo que se trata, o de lo que debería tratarse, es de ir consolidando proyectos y de contribuir a la mejora de nuestro entorno comunitario y de la propia profesión. Todavía resta un ingente camino.

La Prensa es un concepto amplio y, afortunadamente, en perpetua evolución. Ahora conviven en paralelo diversos formatos y soportes, esto es, prensa, radio, televisión e Internet. Poco a poco, y conforme el progreso tecnológico brinda nuevos modelos comunicativos, las empresas, los profesionales y la sociedad se adaptan a las diversas etapas que se producen. Creo que gozamos de salud, como ya he dicho, pero, en todo caso, no debemos renunciar a mejorarla con más dosis de entusiasmo y de creatividad, que se traduzcan en unas mejores condiciones laborales. En este sentido, empresas y profesionales debemos ayudarnos mutuamente, y ahí las Asociaciones de la Prensa han de jugar un claro e inequívoco papel de consenso. La transformación de estas Asociaciones en Colegios, pese a no ser obligatoria su afiliación, puede ser un revulsivo para los profesionales.

Los índices de lectura, en torno al 50 por ciento de la población en lo que es el formato papel, no son tan altos en España como serían aconsejables. Lo cierto es que no tenemos la tradición de países de nuestro entorno europeo, como Francia, Alemania, Gran Bretaña o los países nórdicos. No obstante, las cifras de lectura de prensa deben tenerse en cuenta, asimismo, a través de los formatos y de los soportes que nos proporcionan las nuevas tecnologías. Me refiero a los diarios digitales y a las aumentadas dosis de información que nos pueden llegar, y que nos llegan de hecho, mediante Internet. Los principales diarios hablan de cifras millonarias de lectura, o, cuando menos, de consultas, unas cifras impensables en la tradicional presentación de papel. Tampoco debemos desdeñar los consumos que registran diarios más modestos. Los avances nos llevan por derroteros que hacen que fluctúe el concepto de lectura tradicional. Todo es perfeccionable, y seguro que mejoraremos.

Más oferta de publicaciones: los gratuitos

Por otro lado, los gratuitos, que en algunas poblaciones son la mitad, en cuanto al número global de publicaciones, de la oferta global impresa que reciben los ciudadanos, han sabido cubrir un espacio y una necesidad que hasta ahora no brindaban los diarios tradicionales. La clave, en estos casos, está en la distribución y en una labor gerencial que indica que están funcionando muy bien. Además, están dando trabajo a muchos compañeros nuestros, y eso nos debe parecer estupendo.

Conviene, igualmente, que destaquemos la falta de unión real entre los periodistas. Esto es contradictorio con la cifra de unos 10.000 profesionales asociados a entidades específicas de defensa de los derechos del gremio periodístico. Si a ello añadimos que hay otros 20.000 probablemente sin ningún tipo de vinculación a alguna entidad y que ejercen una profesión tan bonita como sensible, es evidente la situación en la que nos hallamos, que se traduce, en algunos supuestos, en una cierta indefensión. Es claro que sobre los nexos de las empresas periodísticas deben opinar sus responsables. En cuanto a los periodistas, estimo que dejamos mucho que desear. Ante problemas objetivamente cercanos a todos, como la falta de credibilidad, en ocasiones, de nuestra profesión o la propia coyuntura económica del sector no parece que estemos en esa unanimidad que nos haría más fuertes para lograr, cuando menos, mitigarlos.

Recordemos que se habla de “cuarto poder”, de “contrapoder”, de “quinto poder”. Evidentemente, somos una de las columnas vertebrales del sistema democrático. No obstante, no confundamos el poder del periodista con el de sus empresas, que no es lo mismo. Desde luego, el deber de informar, de decir lo que ocurre a la sociedad, es una tarea tan grandiosa como fascinante. Pese a todo, prefiero tocar tierra y recordar a los muchos compañeros que ganan 400 euros al mes para defender tan loable derecho de los ciudadanos. Su quehacer es encomiable, se mire como se mire.

Lo bueno de este panorama es que, de manera pareja al desarrollo económico, se extiende la difusión de los periódicos de toda la vida, al tiempo que van creándose nuevas publicaciones. Siempre que surge un nuevo medio somos un poco más libres todos los ciudadanos. Tengámoslo muy presente. Hemos de recordar, cada día de faena, que nos debemos al ciudadano, que es nuestro fin primero y último. Somos los depositarios de ese derecho fundamental a la información que reconocen las constituciones democráticas desde el siglo XVIII. Seamos valientes y consecuentes con él. Dice la tradición de los indios Sioux que un ser humano se convierte en tal cuando cumple sus sueños. Nosotros tenemos, hemos tenido, y tendremos este sueño de servir a la ciudadanía. No permitamos distanciarnos de la realidad.