Los míticos estudios de cine italianos Cinecittá muestran sus secretos

 

La cabeza coronada del Casanova de Fellini
La cabeza coronada del Casanova de Fellini

 

Desde “Ben-Hur” hasta “Shuter Island”, han acogido el rodaje de más de 3000 películas
Fueron inaugurados en 1937 por Mussolini

En julio del pasado año un incendio se cebó con el mítico estudio número 5 de Cinecittá, el set bautizado con el nombre de Federico Fellini en honor al creador de “Amarcord”, que estableció en ellos su feudo cinematográfico durante toda su carrera. Muchos creyeron ver entonces una señal de que aquello era un anticipo del final para un lugar que había supuesto para el mundo una fábrica de la que habían salido algunos de los mejores sueños desde los mismos comienzos del cine sonoro.

Afortunadamente no fue así. “Cinecittá (si) mostra”, una iniciativa puesta en marcha en el 2011, permite hoy a los aficionados al Séptimo Arte recorrer sus instalaciones y conocer algunos de los secretos mejor guardados de esta fábrica de sueños ideada en los años 20 para competir con los grandes estudios de Hollywood.

 

Musolini inaugura los estudios de Cinecittá. Un gran cartel afirma que el cine es el arma más poderosa.Musolini inaugura los estudios de Cinecittá. Un gran cartel afirma que el cine es el arma más poderosa

Hollywood sobre el Tíber

Han pasado casi ochenta años desde que, un megalómano Mussolini quisiera demostrar al mundo las enormes posibilidades cinematográficas que atesoraba Roma, así como los cineastas y actores italianos construyendo un mundo de fantasía a imagen y semejanza de los grandes estudios norteamericanos. En 1934 se ponía la primera piedra, y en 1937 se inauguraban estos estudios con una parafernalia propia de los regímenes totalitarios en la que, sobre un enorme cartel del Duce se afirmaba con contundencia: “El cine es el arma más poderosa”.

Charlton Heston juega a la pelota en una pausa del rodaje de Charlton Heston juega a la pelota en una pausa del rodaje de

Nacía así un Hollywood sobre el Tíber (Hollywood sul Tévere) que durante mucho tiempo congregaría a actores como Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Robert Taylor, Kirk Douglas, Charlton Heston, Montgomery Clift, Joseph Cotten, Errol Flynn, Henry Fonda, Buster Keatron, Jean Fontaine, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Victor Mature, Anthony Perkins, Vera Miles, Shelley Winters, Clint Eastwood, Anthoni Quinn, Sean Connery, Cary Grant, Burt Lancaster, Brigitte Bardot, Marlon Brando, Richard Wagner, Tyrone Power, Jack Lemmon… una nómina inabarcable de rostros populares que pasearon por las calles de Roma e hicieron las delicias de los paparazzi –fue Paparazzo, uno de los personajes de “La dolce vita”, rodada en Cinecittá, quien puso nombre a estos fotógrafos especializados en captar momentos íntimos de gente popular-, y también las pesadillas, como lo demuestra la demoledora foto en la que una joven actriz, harta del acoso de estos fotógrafos, le estampaba un helado en la cabeza a uno de ellos.
Y junto a los personajes procedentes de Hollywood, muchos otros del mejor cine italiano, como Sophia Loren, Anna Magnani, Vittorio Gassman, Alida Valli, Marcello Mastroianni…

Traje de Casanova en el film de Fellini del mismo título.Traje de Casanova en el film de Fellini del mismo título

El mambo y la música de Louis Armstrong
Eran tiempos en los que en Cinecittá se bailaba al son del mambo, pero también de las canciones de Louis Armstrong y su orquesta, o de Ennio Morricone, que ideaba una nueva música para el western.
Hoy es fácil detectar rincones cinematográficos en cualquier lugar de la ciudad eterna, pero también es se puede aspirar el aroma mágico de autores como Mankiewicz, Sergio Leone, Orson Welles, William Wyler, John Huston, King Vidor, Alfred Hitchcock, Frank Capra, Robert Aldrich, Martin Scorsese o Woody Allen -la incorporación más reciente-, a poco que se recorran estos estudios romanos, testigos de un tiempo en los que el cine constituía el único parapeto de muchísimos soñadores, que se refugiaban en unas películas que les hacían vivir con intensidad otras vidas. “Allí dentro está toda nuestra historia, todos nuestros sueños, fabricados por hombres despiertos”, afirmaba Roberto Benigni, el director de “La vida es bella”.
Un recorrido atento por las instalaciones nos muestra que unas jovencísimas Sophia Loren o Claudia Cardinale realizaron sus primeras pruebas ante las cámaras de Cinecittá, y podemos verlas –y a otros muchos actores y actrices- dirigirse por primera vez a las cámaras explicando su idea del cine.

De la laguna de Casanova a la carroza de Ludwig

El recorrido da comienzo con una carroza que aparece en “Ludwig”, el rey loco de Baviera, testamento cinematográfico de Luchino Visconti, y de la impresionante armadura de caballo “El Satirycón”, la personal aportación al mito realizada por Federico Fellini.
Antes, el visitante ha podido admirar las colosales esculturas del imperio romano que flanquean el camino y a las que cuatro generaciones de la familia De Angelis han ido dotando de verosimilitud y de magnificencia histórica, incluyendo la impresionante y gigantesca testa coronada, emergente de la laguna de Venecia en “Casanova” de Fellini, diseñada por Giantisto Burchielatto.

Carroza de Ludwig, de Luchino Visconti.Carroza de Ludwig, de Luchino Visconti.

Una primera parte del recorrido está volcada en el aspecto más didáctico: un pasillo cuyo suelo está compuesto por enormes fotogramas cambiantes de algunos de los grandes títulos rodados en los estudios, da paso a estancias destinadas a informar sobre distintos aspectos relacionados con la producción o postproducción de películas: sonido, vestuario, escenografía, guión, iluminación…., mostrando la parte técnica del cine de manera muy visual e intuitiva, y adaptada a todas las edades. El visitante puede así comprobar el importante papel de los ruidos o la música para acentuar una acción o conferir verosimilitud a un gesto, o bien vestir a su antojo a personajes de “Cleopatra” de Mankiewicz, el último y más costoso Kolosal americano realizado en este Hollywood italiano. O admirar los trajes de Richard Burton como Marco Antonio en “Cleopatra”, o el de Donald Shutherland en el “Casanova” de Fellini…

Decorados de la serie Decorados de la serie

Mundos visionarios

Los mitómanos pueden disfrutar con distintos objetos que formaron parte de del atrezzo de “La pasión de Cristo” de Mel Gibson o de “Ben Hur”, el film que en 1959 batió todos los récords en cuanto a conquista de oscars se refiere; comprobar el nivel de destreza de distintos directores a la hora de componer sus propios story boards, o disfrutar con los dibujos realizados para “El cartero y Pablo Neruda” por Dante Ferretti, el mago italiano de la escenografía, capaz de crear mundos visionarios y auténtica poesía en imágenes, escenógrafo predilecto de Pasolini, Fellini, Ettore Scola…, y también de Terry Gilliam, para el que Ferreti recreó en Cinecittá el mundo legendario de “El barón de Münchausen””, o de Jean-Jacques Annaud, para el que ideó la inquietante atmósfera de “El nombre de la rosa”, recreando el angustioso ambiente de la abadía benedictina del Trecento, incluyendo la laberíntica biblioteca que perece en el incendio. O para Pasolini, para quien supo recrear los ecos pictóricos de creadores como Giotto o Mantegna en “El evangelio según San Mateo” y “El Decamerón”. O para Tim Burton, para quien creó la atmósfera de “Sweeney Tod, el barbero diabólico de la calle Fleet”, y cómo no, para Martin Scorsese, para quien ha trabajado en diversos títulos, entre ellos “El aviador” o “La invención de Hugo”, la preciosista cinta de toques dickensianos con la que Ferretti consiguió su tercer oscar.

Del Nueva York de 1900 al imperio romano

El asfixiante tablero de mandos de un submarino, reproducido (en plástico y cartón piedra, eso sí) con una meticulosidad asombrosa es el punto de partida de la siguiente etapa: el recorrido por el exterior de Cinecittá.

Los decorados de la antigua Roma son capaces de transportar al espectador y al visitante a los viejos tiempos imperiales.Los decorados de la antigua Roma son capaces de transportar al espectador y al visitante a los viejos tiempos imperiales.

Flanqueado por los grandes sets que han acogido a tantos filmes desde su fundación (alrededor de 3.000), el visitante podrá adentrarse por una gigantesca calle neoyorkina. Es la Nueva York de comienzos del siglo XX, la ciudad de “Gangs of New York”, la célebre cinta de Martin Scorsese, una de las últimas superproducciones a las que asistieron los estudios italianos, cuya atractiva arquitectura está reproducida en una enorme calle hecha aparentemente de hierro y cemento. Sin embargo, una mirada más detenida nos avisará de que algo falla: podemos observar junto a ellas construcciones de otras latitudes y diferentes épocas: son los decorados en los que se ha ido transformando para servir de escenario a otros títulos rodados posteriormente.
Las calles de Nueva York dan paso, un centenar de metros más allá, al imperio romano en todo su esplendor: templos, senado, edificios públicos… estamos en la Roma imperial. Y todo realizado con un nivel de detalle tal que el visitante podrá sentirse por vez primera en una auténtica ciudad romana de hace 2000 años, con sus columnas intactas, sus frontones refulgentes y sus estatuas luciendo los vivos colores que se suponen tuvieron hace 20 siglos: es la ciudad creada para la serie “Roma”, coproducción de la BBC y la RAI, que, con más de cien millones de dólares, pasa por ser la serie más cara de la historia de la televisión. Fue en estos mismos decorados donde se rodó también la serie “Hispania” para Antena 3.
A su espalda se encuentran los arrabales, la zona pobre de la Roma imperial, que ya sirvieron a Mel Gibson para mostrarnos Jerusalén en “La pasión de Cristo”, calles tortuosas de una ciudad mucho menos vistosa, en las que las líneas curvadas de los edificios delatan algunas de las componendas de los diseñadores de producción para contrarrestar los efectos distorsionadores de los grandes angulares que les obligaban a usar unas calles tan estrechas.

Restos de los decorados del film de Martin Scorsese Restos de los decorados del film de Martin Scorsese

Más allá, en los confines de Cinecittá, se amontonan retazos de viejos edificios desvencijados, son los restos de la vieja ciudad de “Gangs of New York”, unos retazos ya inservibles que muestran sus interioridades al visitante curioso. Y aún algo más allá, en una zona ya alejada del público, unos operarios intentan poner en pié la Florencia de medieval que servirá de marco a una serie televisiva que abordará la vida de San Francisco.

En los talleres de la familia De Angelis se amontonan esculturas de viejos filmes.En los talleres de la familia De Angelis se amontonan esculturas de viejos filmes.

Aun esperan al viajero curioso otra estampa para guardar en la memoria: un montón de viejas esculturas, muchas de ellas alusivas al imperio romano, de impresionante fidelidad, se amontonan en torno a un patio: son los restos del naufragio de antiguos rodajes, imágenes que confirieron verosimilitud a numerosas películas que hicieron las delicias de millones de espectadores y que hoy se amontonan inservibles –“es imposible conservar todo”, nos asegura Bárbara, nuestra atenta guía- en la antepuerta de los talleres de la familia De Angelis a la espera de ser recicladas o de un destino que el espectador intuye bastante incierto. Son los restos de un imperio hecho de mármol y celuloide, el material del que –al menos en Cinecittá- están hechos los sueños.

 

 

Entrada a los míticos estudios de Cinecittá.Entrada a los míticos estudios de Cinecittá.