“Los mejores años de mi vida los pasé en la universidad” (Joaquín Sánchez Moreno, Premio Loustau 2014)

El Premio José Loustau al Espíritu Universitario y valores humanos 2014 ha recaído este año en un viejo conocido de los más veteranos miembros de la Universidad de Murcia: Joaquín Sánchez Moreno, que entre septiembre de 1974 y mayo de 1991 formó parte de ella, terminando como Jefe de Sección de Contratación y Suministros.

Los rectores Batlle (al final de su largo mandato), Sabater, Lozano, Soler y Roca, fueron testigos de su gestión “siempre me sentí apoyado por todos los equipos rectorales con los que trabajé”.

 A sus 88 años, con casi un cuarto de siglo jubilado, Joaquín Sánchez ha podido comprobar, emocionado, que sus compañeros no lo han olvidado. Mañana, jueves 25 de septiembre, en los actos de apertura de curso, será distinguido con el premio José Loustau que distingue los valores humanos y el espíritu universitario, un espíritu que, como se expone en los razonamientos incluidos en la solicitud al Consejo Social de esta distinción “quedó latente y demostrado, a través de la disposición de servicio, tanto con sus superiores como con los compañeros, manifestando un amor a la universidad que aún hoy perdura”.

La Universidad, siempre presente

Una universidad que ha estado siempre presente en él, como pueden atestiguar los numerosos compañeros que lo hemos podido ver año tras año acercarse al edificio del Rectorado, con el fin de saludar uno por uno a todos cuantos compartimos labores con él. Ni uno sólo de los 24 años que lleva jubilado, ha transcurrido sin la puntual visita de Joaquín Sánchez al edificio de la Convalecencia para interesarse por sus antiguos compañeros.

Joaquín recuerda sus primeros tiempos en la Universidad de Murcia, allá por 1974: “Mi primer gerente fue Manuel Albaladejo Ajofra”, dice. “Tuve la suerte de que me mandara a una sección muy numerosa, cuyo jefe era don Juan Ibáñez, un caballero”.

Una universidad familiar

Recuerda Sánchez Moreno, sin duda con nostalgia, aquellos tiempos en los que la nuestra “era una universidad, pequeña, familiar”. “Recuerdo –dice- que las nóminas se pagaban en mano”, pero, no obstante, “había que trabajar mucho”. También tiene recuerdos para algunos de sus primeros compañeros: Diego González, Charo Puerta, Carmen Mira, Josefina Cárceles…

Hablar con Joaquín Sánchez supone abrir la puerta a numerosas anécdotas de una universidad que se fue, pero que sigue bien presente en su memoria: “Había que trabajar mucho”, asegura, pero esto es algo que nunca amedrentó al nuevo premio Loustau, que recuerda que en determinado momento “se consiguió que cada sábado por la mañana fuésemos a trabajar solamente la cuarta parte de los funcionarios. Don Juan Ibáñez, mi jefe, se metió en un grupo, pero a mí me dejó libre. Me dijo que yo viniera cuando quisiera. El resultado era que yo iba el doble de lo que correspondía a los demás”.

Remiendos, más que grandes obras

El cometido de Joaquín Sánchez en la Universidad fue encargarse de los suministros y de la adjudicación de las obras, muy escasas en aquellos primeros momentos: “Las obras se reducían entonces prácticamente a remiendos, que hacían los dos únicos albañiles que trabajaban para la universidad, que trabajaban permanentemente haciendo reparaciones en ella”.

Respecto a lo que ha supuesto la Universidad de Murcia para él, Joaquín no lo duda: “Los mejores años de mi vida los pasé en la universidad”. Y ello, a pesar de que en no pocas ocasiones, como él mismo cuenta, “me ponían algunas responsabilidades que eran incomprensibles, pero yo intentaba que siempre salieran adelante”.  En este sentido, Sánchez recuerda el encargo que recibió del entonces gerente de amueblar un nuevo salón de actos que se hizo en el Campus de la Merced: el Paraninfo. “No me dieron la superficie ni ningún otro dato, yo tuve que calcular a ojo de buen cubero las butacas necesarias. Compré 500, y me sobraron ocho, que las dejé en reserva por si se rompía alguna”.