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“Las películas que rompen las taquillas no existirían si no existiese la animación”

Antonio Zurera, ganador de un goya a la mejor película de animación en 2003 por
Antonio Zurera, ganador de un goya a la mejor película de animación en 2003 por

 

(Antonio Zurera, ganador de un Goya a la mejor película de animación)
Texto: Pascual Vera. Fotos: Luis Urbina

Comenzó en el mundo de la animación cinematográfica a finales de los 70, con Hanna Barbera y trabajando para series tan populares como “Don Quijote de la Mancha. En Francia participó en los primeros largos de Astérix, y posteriormente fundó la productora Milímetros, dedicada a cine de animación, con la que desarrolla trabajos para otros. En el 2003 consiguió un Goya por su película “Dragon Hill”. Antonio Zurera, uno de los más profundos conocedores del mundo de la animación en España, estuvo en la Universidad de Murcia para charlar con los amigos de ComicUm sobre cómics y su traslación al cine, y lo hizo tras la proyección de “Heavy Metal”, una película que marcó una época a comienzos de los 80 en todo el mundo. 

-P: ¿En qué medida han cambiado las nuevas tecnologías el cine de animación? -R: El cine de animación es un sector renovado gracias a las nuevas tecnologías. En la década de los 80 el cine de animación casi desapareció debido a los altísimos costes de producción por la manera artesanal en que aun se hacía. Pero las nuevas tecnologías han derribado las barreras que condenaban aquel género. En aquella época llegamos a temer por la desaparición de la industria, pero hoy en día es quizás la más boyante dentro del sector audiovisual.
-P: La animación en el cine no está presente sólo en las películas de dibujos animados… -R: Desde luego, animación es también las últimas entregas de “La guerra de las galaxias, las películas de “Spiderman” o de cualquier superhéroe de las que hoy se ruedan en Hollywood… Las películas que hoy en día rompen las taquillas no existirían si no existiese la animación.
-P: ¿Cuál es el estado de salud del sector? -R: Como digo, hoy día más de la mitad de las películas están animadas. Por lo tanto, el sector está muy bien.
Antonio zurera 2-P: ¿Y en España? -R: En España ha existido la animación desde siempre, pero de una manera testimonial. En los 70 y 80 España fue una potencia a nivel mundial en el campo de la animación. Pero lo era en el ámbito de los servicios: hacíamos películas para otros. Otros las producían y nosotros  se las hacíamos, participábamos en su elaboración. Desde hace 15 años se intenta consolidar una industria de la animación propia con resultados variables: hay momentos en los que creemos que lo hemos conseguido, y otros, como el que estamos, con resultados bastante inferiores, quizás debido a la crisis económica. Hay que tener en cuenta que este cine requiere inversiones enormes. Estamos compitiendo con los mejores, con las dos grandes potencias en cine: Estados Unidos, la gran potencia de la gran pantalla, con productoras como Dream Works o Pixar, y la otra gran potencia que es Japón, especializado en series. En Europa la referencia es Francia.
– P: En España se ha multiplicado por varios enteros en los últimos años la cantidad de películas de animación que se producen ¿Hay suficiente público para tantas? -R: Yo creo que sí. España siempre ha sobresalido sobre sus vecinos en cuanto a público para las películas de animación. Ya ocurría esto en el mercado del vídeo, en el que los títulos de Disney batían récords. Público existe, el problema puede ser que no les estemos ofreciendo lo que quieren ver, y es que estamos muy condicionados por el cine americano.

Un momento de la entrevista.
Un momento de la entrevista.

-P: Se ha hablado de varios intentos de hacer unos intentos con connotaciones españolas, ahí están películas como “El bosque animado”, “El Cid”, “Los Reyes Magos”, “El lince perdido”… ¿Quizás sea necesario ofrecer una temática más cercana? -R: Yo no creo que haya que hacer un cine de animación propio, autóctono, sólo hay que hacer un buen cine de animación. Además, hacer cine de animación con características españolas es difícil, porque la animación se dedica al entretenimiento, y va dirigida sobre todo a un público infantil. Lo que sí faltan son obras que sean capaces de cautivar a ese público. Esas obras serán posibles cuando la industria se consolide y adquiera la consistencia suficiente para poder competir.
-P: ¿Y qué hace falta para competir en este terreno? -R: Competir no es sólo una cuestión de presupuesto, también lo es de talento, y en cuanto a la producción de cine de animación los españoles somos unos recién llegados. No en cuanto a la fabricación de dibujos animados, que ya lo hacíamos de encargo. Es estimable el esfuerzo que está haciendo la industria de este sector para consolidar un futuro cara al cine de animación, pero hay que decir que, en cuanto a las series, hemos sido líderes durante muchísimo tiempo. En los años 80, de las cinco primeras productoras europeas de animación, tres eran españolas. Competimos con Estados Unidos en las pantallas españolas, pero a nivel de presupuesto estamos a años luz
-P: Salvo alguna excepción, la diferencia de presupuesto entre una película de animación norteamericana y una española es abismal ¿Se nota esto en la pantalla con la misma intensidad? -R: Se nota exclusivamente a nivel de medios, no en cuanto a capacidad de técnicos y creadores. La prueba es que cuando ha habido dinero, como fue el caso de “Planet 51”, se ha hecho productos que nada tienen que envidiar a las grandes películas de animación norteamericanas. Donde sí que fallamos es en la comercialización del producto, ahí es donde somos más vulnerables.
-P: La Cap Mo (captación del movimiento hecha a partir de personajes reales) ha generado un nuevo tipo de cine. Spielberg y Zemeckis han tenido que firmar declaraciones en las que aseguran que el suyo es cine de animación ¿Donde empieza y dónde termina la animación?. -R: Esa es la eterna pregunta. En la academia también nos lo tenemos que preguntar cada vez que vamos a votar una película. Lo hacemos en función de unos baremos técnicos pero a veces resulta complicado, porque la tecnología avanza mucho más rápido que nosotros mismos. No sé donde empieza ni donde acaba la animación. Siempre se ha dicho que una película de animación se hace fotograma a fotograma. Antiguamente, con la truca, la cosa era algo muy limitada, pero eso ha desaparecido hoy día. El paso de lo analógico a lo digital nos permite asomarnos a un mundo totalmente diferente, y los conceptos también tendrán que cambiar.
-P: En ese terreno, ¿qué tiene que decir el animador, el creador, el artista? -Lo de siempre. Yo tiendo a considerar que las nuevas tecnologías no son más que un instrumento, por lo tanto sólo sirven para hacer los productos que queremos hacer, aunque, eso sí, sin las limitaciones que antes teníamos. Otra cosa distinta es que ese tipo de animación que se denomina 3D, en el que se están haciendo todos los largometrajes hoy en día, han incorporado unos nuevos profesionales que no tienen por qué ser dibujantes, pero el animador tiene que seguir siendo un dibujante. Aunque trabajen con aparatos muy sofisticados, siguen teniendo al lado un lápiz y un tablero para hacer los primeros garabatos que les den la idea de cómo se puede mover ese personaje, aunque luego lo muevan de una manera digital. Después está lo que se denomina el diseño de producción, que es la génesis de todo el proyecto, cuando realmente se comienza a dar forma a esos personajes. Hay quienes utilizan un lápiz digital y lo comienzan a hacer directamente en el ordenador, pero esto no es, finalmente, más que un instrumento para la creación. Yo animo a que se pierda el miedo con estos aparatos, que al fin y al cabo son sólo herramientas. Es más difícil aprender a manejar una pluma o un pincel que cualquier programa de ordenador.

Última actualización el Viernes, 28 de Octubre de 2011