La salud tiene que ver con la comunicación

La comunicación es un fenómeno de amplitud casi indescifrable. Está comprobado, por otro lado, que esa misma comunicación genera buenas relaciones y, en todo caso, otorga bienestar al ser humano en particular y a la sociedad en general. Cuando hablamos, cuando nos contamos cosas, todo parece verse de otro modo. Por eso, la psicología se basa en sacar fuera ciertos problemas o situaciones de desventaja. Todos estamos de acuerdo, sin fisuras, sin darle más vueltas, en que la salud es un concepto tan necesario como amplio.

La salud física es la que primero advertimos, sobre todo cuando no la tenemos, pero es, sin lugar a dudas, la salud mental, la espiritual, la que atañe al corazón y a la mente, la que más impregna nuestro ser y hace posible la felicidad, sin la cual nada parece tener sentido. Pruebas evidentes de esto que digo las percibimos todos los días.

 

Es un hecho que sin la dicha que ha de llevar aparejada toda vida humana, lo demás anda cojo. No hay existencia plena, si no somos felices. En la película “El Protegido”, el héroe dice en un momento determinado de la misma que él se levantaba todos los días “triste”, y que se hallaba en esa situación porque no hacía lo que debía. Por eso es preciso que tratemos de analizar lo que hacemos cada jornada y que intentemos interiorizar lo bueno y lo malo que efectuamos, destacando ese vacío que generan las omisiones diarias (a menudo son muchas, un número excesivo).

 

La comunicación es básica

No hay salud espiritual, si no fomentamos el deseo, el anhelo interior, las pasiones, la gracia y la simpatía de lo que llevamos a cabo y hacia aquellos que pueden beneficiarse de cuanto realizamos. La salud es algo más que un concepto material o físico. La salud es alegría, es pasión, es solidaridad, es entrega… Los beneficios de todo ello, de esa gestación de sentidos y sentimientos, son enormes. Los contemplamos cuando, desde una visión positiva, nos aceptamos como somos y en lo que desarrollamos. En todo esto, la comunicación es básica, la exterior claro, y, fundamentalmente, la interior, esto es, con nosotros mismos. Busquemos un poco más. El flujo informativo de anhelos buenos siempre tiene interesantes resultados.

Es cuestión de comprobar sin rodeos, con fines loables, y sin posiciones predeterminadas o discriminadoras. La salubridad tiene que ver con la moderación, con el equilibrio, con la restitución a un planteamiento donde no desbordemos ni siquiera la virtud. Pensemos en nuestra salud sin agobios, sin fobias, cuidándonos sin excesos, que nunca son buenos. Y, cuando veamos problemas, intentemos contarlos en tiempo y forma. Funciona.