La permanencia del mito 50 aniversario de Mortadelo y Filemón

Pocos personajes pueden presumir de llevar cinco décadas de éxito ininterrumpido de la mano de su creador. Sólo Morris , el creador de Lucky Luke, igualó en Europa la proeza, al dibujar al personaje hasta su fallecimiento. Ibáñez y sus criaturas generan una expectación permanente, que se ve acentuada en aniversarios tan especiales como éste.

Desde hace algunas semanas se ha comenzado a desatar en el país el fenómeno “cincuenta aniversario”: la presentación del obligado Gran Libro de cara a las navidades, una fiesta organizada en Madrid por Ediciones B con ilustres invitados, sesión de firmas y tarta de cumpleaños en Cartagena (Noviembre) , homenaje en el Salón de Getxo (Diciembre) , el estreno de la segunda película en febrero de 2008, y el apoyo constante de la prensa, presta a hacerse eco de cualquier noticia generada por los personajes.

Es difícil conocer a priori cuales son las razones de este éxito tan prolongado, pero podemos bucear en su historia para intentar comprenderlas.

Los disfraces y Sherlock Colmes

Puede que fuera determinante la sugerencia de Rafael González, director de las publicaciones de Bruguera, de crear una pareja de detectives, uno con aspecto de Sherlock Holmes y otro con la facultad de disfrazarse. Por su parte, Ibáñez dio un paso más del tradicional “chiste hinchado”, una historieta con un único gag final que había sido hasta el momento la tónica de la editorial. El autor se esforzó en hacer un gag, a menudo visual, cada dos o tres viñetas. El disfraz de Mortadelo ayudó mucho, y no sólo le sirvió como truco para espiar a los malos, sino que le ayudaba a expresarse y a enfatizar su estado de ánimo. Esta capacidad transformista contribuyó a popularizar la serie, que ya en 1962 obtuvo una doble publicación en las páginas de Tío Vivo , algo muy poco frecuente en la época. En las encuestas publicadas en las revistas conseguían los primeros puestos, y su carácter cada vez más cinematográfico –homenaje a los grandes personajes del cine cómico desde Charlot a Buster Keaton, pasando por Oliver y Hardy o Harold Lloyd- llevó a Rafael Vara a interesarse por realizar el piloto de una versión animada de los personajes que, tras el éxito en el Festival de Gijón (premio Platero de Plata ,1967), se convirtió en una serie que sería exhibida en los cines desde finales de los años sesenta.

A partir de 1969, los personajes protagonizarán aventuras largas, seriadas primero en Gran Pulgarcito , el intento de Bruguera por ofrecer una revista más cuidada y “europea”, tomando como modelo el Pilote francés. Y es entonces cuando adquieren su status de agentes de la T.I .A. que desde aquella mítica primera aventura, El Sulfato Atómico , les llevará a recorrer el globo varias veces para cumplir sus misiones. Precisamente esta aventura será la que inaugure, al año siguiente, la nueva colección de álbumes Ases del Humor , consagrada a las historietas de la pareja en un formato novedoso en nuestro país, pero ya habitual en la vieja Europa. La década de 1970 supone la consagración definitiva de los personajes, tanto a nivel editorial, con el asentamiento de las historias largas, ahora serializadas en la revista Mortadelo , o con la aparición de la Colección Olé , nueva serie de álbumes en formato popular que ofrecía selecciones de historietas cortas de los principales personajes de la casa, con especial atención a los de Ibáñez, a los que se dedica más de la mitad de la colección.

A estas alturas, los detectives gozan de una popularidad extraordinaria, y la política de expansión de la editorial amplía su presencia a otros medios. Desde los años 70 (en realidad ya hay algunos intentos en la década anterior) se licencian numerosos objetos de consumo tales como muñecos, cuadernos para colorear, puzzles, juegos, álbumes de cromos…y a protagonizar distintas campañas publicitarias.

Detectives internacionales

Los años 80 son igualmente fructíferos para los personajes. En 1983 se celebra el 25 aniversario de su nacimiento, todo un acontecimiento editorial, refrendado por su exportación a otros países (desde entonces, Alemania será su segunda patria, por volumen de seguidores) y ni siquiera la marcha del autor a Grijalbo es obstáculo para que se sigan produciendo historietas de la pareja por el Bruguera Equip. Mientras se entabla una dura batalla por los derechos con su antigua casa, los personajes recalan fugazmente en otra publicación de Grijalbo, que no puede utilizar sus nombres, pero sí su imagen, Yo y Yo . Y desde 1987, estabilizada la situación tras el acuerdo con Ediciones B, heredera del fondo Bruguera tras su cierre definitivo, el creador vuelve con honores a su serie más popular para no abandonarla ya más.

La capacidad de trabajo de Ibáñez desde siempre es una de las claves para entender el éxito ininterrumpido de sus personajes. A un dibujo de excelente factura y a las ocurrencias semanales se le une ese interés por dar lo mejor de sí mismo en cada entrega, algo que el lector sabe apreciar.

Otra clave no menos importante es el contacto permanente con los lectores. Desde aquel primer álbum en tapa dura, la firma de ejemplares en grandes almacenes o ferias del libro se ha convertido en una tradición, la oportunidad del creador de encontrarse con sus seguidores y comprobar que no sólo gusta a los niños, sino también a sus padres y hasta a los abuelos. De esta interacción obtiene Ibáñez la fuerza necesaria para seguir generando aventuras ininterrumpidamente, con guiños a la actualidad sin renunciar por ello a mantener a salvo la esencia de los personajes.

Ibáñez aún no piensa en el retiro. Recientemente y medio en broma ha declarado que aguantará “otros treinta años dibujando”, y quizás después, dejar el testigo a otros dibujantes. Mientras, el circuito editorial sigue preparando nuevas aventuras, como “La venganza de los cincuentones” o las Olimpiadas de Pekín 2008 que aseguran una celebración movidita para los dos agentes.

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