La fortuna de la comunicación

El poder hablar es una suerte pues nos permite contarnos cosas e interpretarlas desde lo abstracto a lo concreto. Comunicar es una fortuna, y tú me lo has demostrado. Anoche lo pensaba, y hoy te lo digo. Enseñas con garbo, con altura de sensaciones, con una grandilocuencia que me porta a las voluntades de mundos queridos, donde somos con consumaciones de experiencias nobles. Añades espacio. Te veo, y aprendo de esos misterios que me conducen por momentos que nos indican la madurez que trae la experiencia. Nos damos las gracias con volúmenes de apariencias quietas.

Hoy lo reconozco: he aprendido a comunicar, a contar, a vivir en los instantes que nos provocan garantías de paciencias finitas. Nos hemos insistido para recuperar universos en los que nos sentimos cómodos. Todo ha sido por ti, gracias a ti, con una sonrisa que nos transporta con reglas que hemos de sentir como propias. Nos contemplamos con devoción, y con ella aprendemos a convivir como personas que se incardinan en el amor mismo.

Lo ideal sería que fuéramos capaces de reconocer la labor de apoyo de quienes tenemos al lado. Lo haremos en adelante: al menos, ése es el propósito que nos debe mover. La comunicación se ha de ejercer con perspectiva, con miramientos, con sensaciones, con raciocinio, con una voluntad férrea de llegar al otro lado. La vida es en tanto en cuanto nos apoyamos, mientras no estamos en esa soledad que hace que todo vaya más despacio.

No es el caso de hoy. Tenemos la fortuna real de que nos acompaña la visión de una trayectoria que nos propone, o debe, un talento y un cariño compartido a partes casi iguales, en el anhelo, que también es fin, de rozar la gloria de la impresión maravillosa de ser entre los demás. Tengo mucha suerte, más de la que me atrevo a decir un día sí y otro también. Las consultas de antaño traen tus labios, que sonríen con comunicativas experiencias de las que aprendo cada jornada.

Hoy te lo quiero decir. Ya ves. No lo dejaré para mañana. Me siento cerca de ti, y te escucho, y te digo que es posible porque tú misma lo indicas. Hemos sido, y más que seremos en otras ubicaciones que nos llenaron de fuerza, de mucha fuerza, de ese todo que es la base del sistema que nos rodea. Te doy las gracias por haber llegado de un modo tan natural. Es tu comunicación, lo es, y así lo advierto. Eres la gran fortuna, la mía, la de todos los que te conocemos, y lo resalto hoy. No espero más para decírtelo.