La escuela y la familia, bases para la potenciación de la lectura

El tronco común entre la familia y la escuela ha sido la base que ha considerado un grupo de investigación interdisciplinar entre la universidad de Murcia y varios centros educativos de la Comunidad murciana, que han desarrollado una interesante iniciativa y un análisis en torno a actividades de fomento del hábito de leer. El proyecto de animación a la lectura ha estado dirigido específicamente a los padres en relación a la propia escuela: sus resultados han sido muy gratificantes.

El grupo ha intervenido en diversas esferas y con distintos cometidos, y ha estado compuesto por unas 40 personas. En este sentido, tras las diversas fases y actividades docentes y lectoras (que se pueden entroncar en un fin colectivo, es decir, que todos, los maestros, los padres y los alumnos lean más), se puede concluir que ha habido un cambio cuantitativo y cualitativo en el ámbito y en el hábito lector, algo que constatamos con las mismas conversaciones con los estudiantes y con sus progenitores en el ámbito del proyecto en cuestión.

Subrayemos que ha sido la primera vez, o una de las primeras ocasiones (que nos conste) en que, en un proyecto de investigación e innovación educativa, se ha involucrado a los padres en lo que se refiere al fomento del hábito lector de los alumnos. El resultado ha sido bueno. Los padres nos dicen que, después de la dinamización realizada, leen más y acompañan más en la lectura a sus hijos, lo cual supone que se da ese mimetismo tan sano y tan necesario para inculcar la costumbre de leer. Éste era un propósito primordial que entendemos que, al menos en parte, se ha conseguido.

Las actividades se han destinado, primordialmente, a los padres y a las madres, y todos juntos han contribuido a que los hijos lean más. Así, recordemos que se han aconsejado libros, se han leído capítulos y párrafos de obras que podemos considerar universales, como “El Principito” o “ La Cenicienta ”, al tiempo que los autores han presentado sus obras, han venido expertos en dinamización de la lectura, se ha visto teatro de guiñoles y teatro japonés (el kamishibai), se han recitado libros, se han representado historias, y se han decorado las clases con motivos genéricos de la lectura y específicos de algunos textos.

La idea era, y se ha conseguido (así lo entendemos), aprender más y mejor los hábitos de la comunicación verbal y no verbal. Resaltemos que se ha mejorado la experiencia lectora con multitud de actividades e iniciativas. Por otro lado, también se han enseñado técnicas a los padres y a los docentes, que pasan por desarrollar más y mejores hábitos de lectura. Igualmente, se ha destacado el papel de la biblioteca del aula y la del centro, y se ha asesorado al entorno inmediato de los estudiantes, considerado como básico para el desarrollo de las rutinas en este campo. En todo esto se ha dado una franca mejoría.

Las clases específicas para el fomento de la lectura han versado sobre los relatos cortos, los cuentos, las poesías, el teatro clásico, la biblioteca escolar, los títeres, el teatro japonés, y otras dinámicas grupales. El propio docente se ha incardinado en muchas actividades, que se han ido potenciando. Todo ha funcionado estupendamente.

Reconocimientos

Prueba evidente de la ilusión con la que se ha trabajado es que dos docentes no pertenecientes a ninguno de los centros base, esto es, no adscritos a ninguno de los centros involucrados de manera sustancial en el proyecto, aunque sí al colectivo investigador, han ganado el primer premio del certamen “Creamos lectores”, de la Comunidad Autónoma de Murcia, con una dinámica grupal dirigida a niños de primer curso de primaria. Se trata de las profesoras Carolina Navarro Cámara y María del Carmen Botella Rodríguez, que desarrollaron en el Colegio Mariano Aroca, de Murcia, una serie de actividades en relación a la lectura del ratoncito Pérez (los niños de primaria, recordemos, empiezan a perder a esas edades sus primeros dientes), con fotografías tomadas incluso en las supuestas viviendas de este personaje en distintas poblaciones. Fue, como se ve, una manera de inmiscuir a los alumnos en el hábito lector. No obstante, los principales reconocimientos vinieron de los propios estudiantes, y también de sus padres.

Dos años ha durado este proyecto. Ha sido un tiempo más que suficiente para que, de una manera pausada, sin prisa, se llevaran a cabo diversas tareas de dinamización a la lectura, que han dado como primer resultado provechoso el que los padres leen más (es un hecho) y el que los alumnos no solo leen más sino que también disfrutan mucho más de esta actividad. Así nos lo confiesan.

Por las respuestas que nos han dado los alumnos y los padres de éstos, el nivel de lectura ha pasado de una media de seis libros anuales a unos doce al año. Nos referimos a las lecturas que podemos considerar extras, esto es, que no son obligatorias en el currículum y en las clases de los estudiantes.

Desde la iniciativa de investigación, entroncada en la Universidad de Murcia, se ha desarrollado una tarea de dirección, con carácter tutorial, de encauzamiento de cada actividad incardinada en una secuencia más o menos lógica y, en todo caso, integral. Las charlas y actividades, además, han dado una mayor cohesión a los docentes, y a éstos con los padres y, en todo caso, en relación con los alumnos.

Se ha abierto, pues, una ventana que, aunque pequeña, es interesante para otros proyectos similares o complementarios. Hay que seguir, ¡cómo no!, caminando.