La diana comunicativa

Pensemos en una serie de puntos que nos convenzan de perfeccionamientos comunicativos. Demos en las claves que podamos. Reconozcamos todo cuanto somos entre libertades de pensamientos no tensionados que nos proponen querencias medio nuevas. Lo son, lo serán, lo seguirán siendo. Hemos diseñado prototipos que hemos de desarrollar con unos aspectos distinguibles. Planteemos la evolución del conocimiento con aspiraciones consentidas. Digamos que las valentías nos pueden valer. Hagamos caso a todo ese honorable plan de sensaciones flamantes. Las eras se entroncan con nexos que han de servir de vínculos que permitan el entendimiento. Hemos de asomarnos a los casamientos de las vertientes más cariñosas.

Sumemos en las intenciones de quienes han de dirigir los movimientos y sus respectivas y volubles fuerzas. Nos prestaremos atención con las señales que nos llegarán con unas versiones más o menos asumibles. Hemos de tomar en consideración todo cuanto nos ocurre con unas bravuras de negatividades con relaciones variopintas. Las enseñanzas nos consienten aplicaciones de las teorías más relativas. Hagamos caso a los corazones con la confluencia de ideas provenientes de raciocinios consumibles desde la ilusión de compartir.

Tengamos en cuenta la paz de quienes nos prefieren con unos convencimientos de periodicidades insertas en lugares más o menos vacíos de contenidos, pero que, poco a poco, hemos de llenar. Las fuerzas vitales nos han de comunicar las disertaciones de quienes hablan de señales de humo que nos alcanzan con sus preferencias sinuosas. Debemos salir. Las cautelas han de partir hacia la cima de unos sueños que a todos pertenecen.

Vivimos unas teorías que nos prefieren con sus cantinelas más o menos figuradas. Hemos rozado los aprendizajes que se dejaban llevar por la abulia. Ya no será el caso. Los tiempos remotos han de servir de acicate para todo lo que está por suceder. Hemos convenido unas implicaciones con reservas que nos han de faltar en algunos instantes fundamentales, pero no en todos. Superemos las adversidades con una continuidad de objetivos que hemos de fusionar con las imparticiones más maravillosas.

Las cautividades en las que vivimos han de servir de acicate para solventar todos los perfiles carenciales que podamos considerar problemáticos. Hemos de asimilar los desgastes con un continuado esfuerzo para abordar cuanto ocurre, que es mucho y de todo género. Abundemos para dar en esas dianas con las que hemos de abofetear el destino, con el que viviremos todas las eternidades del mundo. Las aspiraciones nos han de tocar con sus insinuaciones y querencias más valederas para esas transformaciones nada fugaces. La vida es con todos los paños que queremos y podemos utilizar, entre los que descuella la misma comunicación. Procuremos intentos que poco a poco nos conduzcan a resoluciones de conflictos. Aumentemos los afanes por una paz nueva y renovada. Demos en la diana.  Al menos, intentémoslo.

Juan TOMÁS FRUTOS.