La cultura y la educación, al alcance de un teclado

La revolución mediática hacia la que estamos convergiendo nos llena de fantasías y de realidades a un ritmo que no era imaginable hace unos años tan solo. La cultura en sentido total está a la vuelta de un teclado, a su alcance, presta a adquirirla de una manera sencilla. Internet es todo, ofrece todo, regala todo, brinda cualquier cosa imaginable. El saber de toda la historia de la Humanidad se encuentra ahí.

La verdad es que, si el viaje de la lectura tradicional es apasionante, la singladura que podemos realizar desde las Nuevas Tecnologías de la información, es extraordinaria. Nadie podría imaginar hace un par de décadas que Internet iba a dar tanto de sí. Algo habíamos visto en las películas, pero, en este caso, como en tantos otros, la realidad supera la ficción.

Uno de los atractivos mayores de Internet, en su faceta cultural y educativa, tiene que ver con esas enormes propuestas históricas, artísticas y formativas que podemos disfrutar en páginas de toda índole: unas son oficiales, otras de empresas públicas o privadas, las más de particulares, todas ellas, en suma, unas opciones firmes y decididas a sacarnos a todos de la inopia intelectual, eso sí, si somos capaces de desmenuzar lo que se nos ofrece con una perspectiva crítica y, a la vez, genuinamente presta a la sorpresa.

Claro, con tantas opciones, hay que saber descifrar, debemos ser hábiles para quitar aquello que estorba de manera que algún árbol no nos impida ver el bosque de toda la sabiduría que la Red de Redes atesora. Millones de datos, de eventos, de opiniones… se suceden en una tela de araña que no sabemos ni dónde empieza ni dónde termina. Mejor así. La saturación informativa, la gran enemiga del conocimiento, porque nos distancia, porque nos confunde, está ahí, y debemos ser equilibrados para saber aprovechar las oportunidades sin que caigamos en la frustración o perdamos inútilmente el tiempo.

Además, en esta época de lo visual, podemos disfrutar con elementos e iconos maravillosos del arte natural o del surgido del intelecto y del talento del ser humano: se apiñan cuadros, libros, artículos, esculturas, edificios emblemáticos, actuaciones caprichosas y brillantes de la naturaleza, sin olvidar las excelencias del medio ambiente que nos ha rodeado durante siglos y que ahora podemos ver a centímetros de distancia, pese a su lejanía, sin movernos de nuestras casas, de los asientos de nuestras salas de estar o despachos.

Preparados para aprender

Nuestros ancestros tenían que recorrer cientos, miles, de kilómetros para ver las maravillas del mundo y de la Humanidad. Ahora solo hay que teclear lo que queremos y verlo con una cierta o pura inmediatez. Es un milagro para el que, poco a poco, nos estamos preparando. Es evidente que hace falta una cultura previa, quizá más cultura que nunca, para poder elegir, y ver y entender, con una cierta propiedad y diligencia. La aventura es sorprendente. Estamos listos para aprender.

Es un viaje maravilloso, una aventura estupenda la que tenemos delante de nosotros para saborear lo que ocurre en un universo lleno de ventajas mediáticas gracias, entre otros elementos y recursos, a Internet, que nos descubre muchos conocimientos, y que nos los muestra con sus ejemplos y modelos más certeros. Ya no tenemos que recurrir a la experiencia de amigos de toda la vida: podemos hallar gentes que nos enseñen a aprender en cualquier rincón del mundo, aunque no los hayamos visto jamás. Esto era impensable hace unos pocos años, con las rudimentarias cartas que tardaban meses en recorrer medio planeta.

El salto cuantitativo y cualitativo es inmenso. Podemos aprender mucho más, y mucho más deprisa. Es un milagro del ser humano que, sumado a los milagros de la naturaleza, si todos los avances, por supuesto, están bien utilizados, nos permite e invita a ser mejores personas, más formadas y más preparados para ser y estar donde sea menester, que siempre será en comunidad, en reunión, en solidaridad, en favor de los demás. Asimismo, no olvidemos que el conocimiento, si está interiorizado, así como la contemplación de la belleza, en este caso del arte que comentamos en este artículo, nos ayudan a vivir de manera más relajada y tranquila, lo cual contribuye a ser más nosotros mismos. Procuremos que las nuevas tecnologías nos den lo mejor que albergan y tratemos de aprovecharlas para dar con claves que nos envuelvan de esa Humanidad casi perdida. El auténtico negocio de todo este instrumental y de sus programas de apoyo para su funcionamiento está en el regreso a lo sencillo como panacea del conocimiento. Las ciencias avanzan una barbaridad, que diría aquel.