Juntar las piezas comunicativas

Unamos conceptos y procesos para acercarnos con prontitud y diligencia a las intenciones bondadosas de comunicar. La emoción nos lleva a ese diálogo que nos hace mancomunar las respuestas, que se ciñen a los puntos ideales de una verdad con sombras sobre las que hay que arrojar luz. Nos asomamos a las destrezas de un mundo sobre el que ha de sorprendernos el valor de un deseo con formulaciones de rarezas encontradas.

Hemos de ser en la noche que es núcleo para una Luna que nos endulza los caminos con resortes poderosos, únicos, exclusivos, ungidos por el amor a aprender sin pretender valorar lo que se nos escapa. Terminemos y empecemos siguiendo el ciclo en espiral de la existencia humana.

Tomamos un poco de tiempo para surcar océanos de pretensiones variopintas que nos conducen por vericuetos insistentes, subidos a ese tono que nos encomienda con refuerzos singulares. Hemos atendido las bajas creencias que nos ponen entre ideales de fuerza caracterizada con unos fermentos de penumbras queridas. Hemos sido, y más que vamos a ser con el entusiasmo de una situación con la que aprenderemos en el mejor de los afanes. Seamos positivos, pues esa actitud apuntala los proyectos.

No juzguemos en soledad cuanto nos ocurre un día y otro también. Hemos tocado tangencialmente los humores de unas jornadas que superaremos frente al aburrimiento medio común. No normalicemos los hábitos que nos aclaran lo que nunca más veremos. Hagamos caso a las bendiciones de quienes vienen sin juzgar lo que nos ocurre, que tiene el interés más vasto. En el movimiento expansivo estará la virtud de cuatro aprendizajes. Mediemos en los instantes controvertidos para adecuarnos a las apariencias sin nichos que nos superen. Nos vamos a regalar las caricias de quienes vinieron con el son de esa alegría que quita penas y dolores y elimina, al mismo tiempo, el frenazo de la incomprensión.

Tendremos que animarnos para aportar todos los momentos que seamos capaces. Arbitremos los sueños para amoldar los espacios hasta que no podamos sujetar las consecuencias de las actitudes joviales que hemos guardado durante años. Seamos libres. No neguemos las circunstancias con las que “empatizamos”. Los elementos de otros días nos han de cautivar con preferencias singulares. No paremos en las negociaciones que nos enumeran dispensas y creencias en el último sueño, que alimentará a los que surgirán con el mismo ciclo de la vida.

Sujetemos los sentimientos, o, más bien, tratemos de apoyarlos con las consideraciones más “ilusionantes”. La existencia, también en lo comunicativo, es una elucubración de resultados dispares que nos proponen querencias más que austeras. Nos hemos visto en la mitad de una noche que nos atrapa con sus insistentes interpretaciones y análisis, de los que extraemos claros y oscuros en todo momento. Juntar las piezas del cariño y de la vida, en ese orden y en paralelo, es algo más que un deber. Sintonicemos las melodías que tanto nos unieron. Ajustemos las comunicaciones. Tratemos de completar ese mapa de deseos y de fines con la aquiescencia de mayorías y de minorías.