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Juan Sebastián Bach, Pasión según san Mateo …, otra vez

No hace mucho (3-11-2020), esta revista, Campus Digital-UMU, me publicó lo que podía considerarse un ensayito a propósito de la sublime obra del soberano Juan Sebastián Bach, La Pasión según San Mateo. Las líneas querían que mostraran mi opinión, pero reforzada, sobre dicha enorme cantata baquiana, tal como allí adelantaba en el título y subtítulo:

“Una obra maestra de la Creatividad Humana para el Arte, y para todos los tiempos y lugares. Creación sólidamente sublime de Juan Sebastián Bach”. En esos días, yo supuse que estas alabanzas, a alguien, sobre todo musicólogos de profesión, pudieran parecerle un poco dislocadas.

Pues bien. Se daba el caso de que un buen amigo había puesto en mis manos una versión de oratorio tal, cuyos editores, Challenge Records, han tenido (y utilizo esta forma temporal-verbal porque aún tengo el estuche DVD al alcance de mi mano) la felicísima idea de cerrar los discos (  2  ) con una mesa redonda que, felizmente para todos los amantes de J. S. Bach, ubicaron en Leipzig, en una de las viviendas que fue de nuestro hombre. A lo hermoso y sugestivo del lugar, vemos que también acertaron plenamente con las personas y la categoría estudioso-técnica de los componentes de la mesa. Estos son.

En primer lugar, está el propio Ton Koopman, que acabamos de verle y oírle-escucharle cómo dirige la obra, al frente de la Orquesta Barroca y Coro de Ámsterdam, y que, para sacar adelante las narraciones y los exquisitos comentarios místicos, reúne a 6 prodigiosas voces solistas alemanas; la casa de discos citada, se supone, le encarga que dirija la mesa o tertulia entre otros 3 indiscutibles maestros en la vida y obra del inconmensurable (casi inescrutable) J. S. Bach, a saber:

  • Martin Petzold, catedrático de Teología en la Universidad de Leipzig, y Ministro en la iglesia de Santo Tomás, y miembro de la Nueva Sociedad Bach, en ambos casos también de Leipzig.
  • Peter Wollny, investigador y especialista en documentación dentro del Museo Bach de Leipzig.

Y, finalmente, nada menos que:

  • Chistoph Wolff, que, está probado por su historial, que es uno de los grandes conocedores a escala global de la obra sacra de S. Bach. Wolff viene siendo catedrático de MÚSICA durante decenios en la Harvard University, USA.

Y, en efecto, tengo que decir que, dadas las transcripciones de los subtítulos en inglés (que vierto al español) con las que nos obsequian los editores del estuche, creo que queda suficientemente mostrado la particular grandeza universal de semejante creación musico-bocal, tal como creo que quedó mostrado en aquel primer ensayo publicado, como acabo de decir, por Campus Digital, UMU.

Mas, supongo que a nadie le extrañará que caiga en la tentación de seguir transcribiendo fragmentos del decir o pensar de esos sabios MAESTROS en la vida, obras e historia de las interpretaciones de esta gloria de la creación musical, que comenzó a ser oída-escuchada y, sin duda, gozada, en Leipzig, precisamente, (hacia) el 15 de abril de 1729, Viernes Santo, en la iglesia de Santo Tomás, bajo la dirección del compositor. [Tomo estos datos de Wikipedia. Otras informaciones dicen que fue en Octubre de 1729, en el funeral de algún Notable de la sociedad de Leipzig].

Dejando de lado más datos históricos (tan importantes, sin duda, para los a sí mismos llamados musicólogos), vamos con nuevas opiniones o reflexiones que, como se ha dicho repetidamente, transcribo de la versión inglesa de la mesa redonda del estuche creado por Challenge Records.

Comienzo con unas líneas –es decir, unas palabras– del director de orquesta para este estuche, el Maestro Ton Koopman. En la charla, sale a colación, inevitablemente, el descubrimiento que de la obra hizo, transcurridos unos 80 años, Felix Mendensol Bartoldi, y que para la recuperada interpretación reunió (en esa o en otras ocasiones) lo que nuestros contertulios juzgan como una masa desproporcionada de voces e instrumentos musicales, como en esos años del s. XIX algunos compositores pedían para la interpretación de sus obras, Mahller, por ejemplo (ante nuestros ojos tenemos un caso claro y contundente al efecto: la orquesta  y coros “protagonistas” de la música asesina de El hombre que sabía demasiado; yo conozco sólo la segunda versión).

A este propósito, Ton Koopman, en escueto formato “mental” comenta (¡ ojo a las palabras que me he permitido resaltar y subrayar !!): (…) “but we lose the opportunity to hear the poliphonic harmony. I think this is a very important aspect of his music”. En el caso de esas interpretaciones, digamos, multitudinarias, “perdemos la oportunidad de oír la armonía polifónica, que creo es un aspecto muy importante de su música”. ( Los subrayados son míos). Para aquellos lectores no acostumbrados a este tipo de lenguaje o metalenguaje musical, contaré algo de mi biografía juvenil.

Llegué a formar parte de un grupo coral muy nutrido y de variadas tesituras de voces. Cantábamos música clásica, y arreglos populares …, pero, un día, pasando el verano familiar en Ávila, tuvimos la oportunidad de oír-escuchar, sobrecogidos, a un ochote algunos motetes del abulense Tomás Luis de Victoria; pudimos oírlos sobre el fondo de un impecable ábside románico. Ahí pudimos, lo recuerdo al vivo, gozar sin límite del seguimiento línea a línea sonora de lo que era, y es, esa “armonía polifónica”, es decir, el discurrir de las melodías varias, perfectamente entrelazadas y concertadas, y oír cómo se cerraban en acordes intermedios, hasta llegar al maravilloso acorde final.

Pues bien. Sin duda, el Maestro director de orquesta Ton Koopman, de quien, como he dicho, acabamos de oír su versión de dicha cantata-pasión del glorioso Juan Sebastián Bach, al ser un conjunto, digamos, escueto el que él dirige para la grabación, tiene la oportunidad de ir separando y conjugando, con la meticulosidad de un Maestro de la Música, todas y cada una de las múltiples líneas melódicas (¡incontables!! …, además de maravillosas, Dios mío), es decir, hasta recrear en nuestro corazón la “armonía polifónica y filarmónica” que nos ha dejado aparentemente escondidas en sus partituras calladas, silentes, el MAESTRO SUMO, que, como alguien dice a lo largo de la charla, creó un “Lenguaje Sonoro”, “a Sound Languaje”, especial para esta su Pasión según San Mateo.

Avancemos unos pasos, con mesura, sobre las opiniones de la mesa redonda en cuestión.

Dice al Professor Wolff:

   “Is a work which somehow addresses all religious issues (…) Everything is used to emphasise the highs and lows of emotional experience, and we do not find this anywhere else, this accumulation, this depth and this variety” … Y aquí enlaza con la narración de su experiencia en una multicultural audición en los salones de Harvard, reproducida en el ensayito anterior (Campus Digital, 3-11-2020).

Es un trabajo que, de algún modo, se dirige a toda clase de sentimientos religiosos (…). Todo está pensado para poner énfasis en los sentimientos sublimes y llanos. Esto no lo encontramos en ninguna otra de sus creaciones, esta acumulación, esta profundidad, con su diversidad correspondiente”. (Los subrayados son míos).

   Y termino.

Ahora, únicamente apostillaré las palabras de los maestros en el ser de la persona y la música de J. S. Bach, recordando para siempre que, efectivamente, el valor y alcance testimonial y didáctico de estos pensamientos transcritos reside en la AUTORIDAD de quienes los emiten y, claro está, que permiten que hayan quedado grabados para todo el Globo, incluidos nosotros …, en mi caso, sencillo autodidacta en oír-escuchar.

Según el discurrir de la conversación, los subtítulos no dejan claro de quien son las palabras que siguen; pueden ser tanto de Wolff, como de otro de los contertulios.

   “Bach’s great artistic achievement in this work is, I think, that he delivered music, or found a style that was completely new, which does not occur in the same way in his Cantatas and other great works.

   “Uno de los grandes hallazgos en esta obra es, creo, que nos ha hecho  llegar música, o que encontró un estilo que era completamente nuevo, lo que no sucede de la misma forma ni en sus cantatas ni en otras de sus grandes obras. (Los subrayados son míos).

¡ Menos mal que la AUTORIDAD de estos hombres en lo que a Bach se refiere parece ser que es incontestable, incontrovertible !!

   Dada la novedad y la valentía de esta última opinión, tengo que decir que está dicha por alguien (o álguienes) a quien hay que concederles la garantía de que conocen creaciones de Juan Sebastián Bach tan soberanamente poderosas y complejas, y a la par sutiles, como, p. ej., sus partitas para violonchelo, o para violín, o sus “ensayos” o “ejercicios” para clave bien afinado, o, en otro orden de cosas, su Misa en Sí menor, donde es opinión común que, la riqueza de su fraseología y los juegos armónicos son casi infinitos …, además de que se suceden sin darnos tregua auditiva y comprehensiva o descodificadora.

José Antonio Postigo Pascual

Primero de Octubre del 2021