Juan José García Jover, el pintor que vuela alto

La pintura de Juan José García Jover sorprende. En mí crea ese estímulo, aunque lo conozco de hace tiempo, pese a tratarse, como él bien sabe, de un amigo. Verdaderamente, este artista sorprende. Aunque suene a tópico, así es. A estas alturas no es fácil que no nos llame la atención. En todo caso, lo que más me atrae de su obra es su versatilidad, su variedad de estilos, sus distintos temas, su amplitud de miras. Toca todo, y lo hace bajo el prisma de quien observa la vida con el reloj detenido, sin prisa, lo cual es ya de por sí un elemento gratificante. Tu tono es pausado, incluso pausadamente estridente. Él es también contradicción.

Además, es un creativo de gran trayectoria vital y profesional, y eso se advierte en su extraordinaria técnica, a menudo esbozada, y siempre presente como un regalo. También saboreamos en él a una magnífica persona que es capaz de colocar casi todo en su sitio. Sus notas se dejan caer como la música, como la lluvia en la época de primavera, como el que quiere pasar desapercibido, y, no obstante, de un modo no calculado, te deja su impronta.

Su uso del color es tan llamativo que les puedo asegurar que ha generado una forma tan particular y original que será difícil que no deje escuela, si no la ha creado ya.

Ha expuesto, este artista, en muchos lugares de esta Región, e incluso más allá de sus fronteras, y es seguro que pueden encontrar sus cuadros por muchos países. Por otro lado, su juventud profesional le hace acreedor a unos vuelos aún más altos. Seguro.

El mundo creativo de Jover

Les cuento que el trazo y el color se dieron la mano un día. Dijeron de ser amigos y se presentaron a Jover, a mi querido Juan José García. El resultado fue su pintura, su obra, que habla, por así decirlo, por sí sola.

Él, Juanjo, ama la vida, y lo hace de manera espontánea, con naturalidad, a su paso, con su pitillo, con ese humo que ya no es políticamente correcto. Detrás de esos aires supuestamente contaminados surge la vida, la que desprende con su mirada, con su desparpajo, con su melena ya tintada de blanco, como la existencia que él desea.

Cuando uno contempla su pintura se humaniza, es más persona. El mundo de los sueños le habla, y también lo hace su corazón, y su experiencia, y su entorno… El cruce de destinos y de talentos se halla también en la encrucijada de su arte, que bebe de muchas fuentes con una técnica suprema, casi desorbitada.

Su pincel seduce, como él mismo, más de lo que cree. Los asuntos que toca se reinventan y reviven esa parte que desde la niñez y la adolescencia llevamos dentro. Esto que decimos se ve, se palpa, se advierte en su imaginación, en su creatividad, en su superior y sencilla maestría que a todos nos maravilla. Su mundo es nuestro mundo, pero él lo expresa mejor. Conocer a Juan José García Jover es acercarnos a esa linde de nuestro yo que lucha por salir a flote. Con él todo es más fácil. El consejo es disfrutar de su obra con ganas, con empeño, sin azogarnos.

Su obra, en medio mundo

García Jover se esforzó hace 30 años en descubrir el mundo, su mundo, el nuestro, ése que no siempre notamos con la singularidad que realmente alberga. Ha viajado con su obra por cientos de municipios, por casi toda España. Lo más importante es que su técnica ha llegado a varios países europeos, donde se le mima por la calidad y por los perfiles que toca, que son de lo más variados.

Jover gusta del color lila, que, como repite, “a los tontos espabila”. Sucumbe, igualmente, a las tonalidades fuertes, que mezcla sin pudor. Su técnica no está escrita en parte alguna. Él dice que no la tiene, pero sí que existe, y, como señalaba Unamuno de su propia obra, es muy sabia, caóticamente organizada, con una arquitectura perfecta. Se sustenta en el universo de los sueños, y con ellos se mueve a velocidad de vértigo. Rememora asuntos que tienen que ver con el amor, con la frustración, con el gozo, con las luces y las sombras de la vida, de lo real, de lo espiritual… No falta su gusto por la música, por la fe, por los sentimientos más puros.

Hallamos cuadros de este artista murciano, nacido y criado en los barrios más castizos de la capital de la Región, en los más recónditos espacios de Alemania, Francia, Gran Bretaña, los Países Nórdicos, etc. Merece la pena que nos acerquemos a su estudio y que veamos lo que otros han advertido hace años. Ante todo hallaremos a un gran artista y a una mejor persona. Es un caballero andante.