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Francisco Sánchez Bautista: “La palabra lo es todo, si no hay palabra no hay nada”

En materia cultural, los aniversarios constituyen a veces una dictadura de la agenda, una especie de orden del día de lo que toca hablar en cada momento. Pero en el caso Francisco Sánchez Bautista constituye una muy grata llamada de atención, un recordatorio de una obra que no ha tenido la resonancia popular que la hondura de sus poemas reclamaban.Fue un 4 de marzo de 1957, hace exactamente medio siglo, cuando el joven cartero del municipio murciano de Fortuna abría, entre ilusionado y expectante, un paquete llegado de la barcelonesa editorial Rumbo. No era para menos, el paquete contenía los primeros ejemplares de su obra ‘Tierras de sol y de angustia’, su primer poemario, el primer libro publicado en su fértil carrera literaria. Una trayectoria en la que su amor a la tierra, el cariño a las personas y una profunda devoción por la palabra ha presidido todas sus obras.

Cincuenta años, toda una vida dedicada a la literatura y al deseo por dejar memoria escrita de sus sentimientos, que Francisco Sánchez Bautista ha expuesto en innumerables poemas que poseen la naturalidad, la verdad y la fuerza de lo auténtico, de lo que sale directamente de las entrañas, sin más aditamento que la palabra clara, contundente, precisa, sin florituras, pero con esa altura lírica que sólo los verdaderos poetas saben imprimir a sus escritos.
-Pregunta: ¿Cómo le han sentado estos 50 años a su obra? ¿En qué ha cambiado la poesía de Sánchez Bautista en este largo ínterin de medio siglo?-Respuesta: No creo que haya cambiado, simplemente ha evolucionado. Nunca me he apartado de mis orígenes de mi preocupación por la tierra, por el paisaje, por los hombres… de todo ese mundo solidario que siempre intenté plasmar en mi poesía.A veces he hecho una poesía más metafísica, como en el libro de ‘El tiempo y la memoria'; en otras ocasiones he acometido una poesía más ética, como en ‘Alto acompañamiento’. En otras, como en ‘Encuentros con Anteo’ está influida por los clásicos…, pero pienso que siempre ha sido, en definitiva, la misma poesía y, desde luego, movida por los mismos deseos.

-P: ¿Nace el poeta o acaso se hace a lo largo de sus lecturas y de los compañeros de viaje con los que le toca compartir singladura?

-R: En el poeta tiene que haber, desde su mismo nacimiento, un deseo de hacer cosas, de escribir. Lo que ocurre es que si no tiene preparación, conocimiento de preceptiva, de los grandes movimientos y de los grandes escritores, se puede quedar en un trovero. Yo poseo una buena biblioteca sobre los clásicos españoles, los latinos, los franceses, nuestras grandes generaciones…

Unos clásicos que ya salieron al encuentro de Sánchez Bautista en sus tiempos más infantiles, allá por los comienzos de la II República, en los que comenzó a ir la escuela y se puso en contacto con las letras. Fueron los fabulistas quienes primero le introdujeron a la literatura: primero Iriarte y Samaniego, más tarde Esopo, Fedro, La Fontaine…: ‘Se ha perdido este mundo de las fábulas –se lamenta Sánchez Bautista-, pero era un tipo de literatura interesante, que planteaba asuntos de trascendencia a través de historias sencillas’.Más tarde vinieron los auténticos clásicos, precedidos por ‘El Lazarrillo de Tormes’, una de sus primeras lecturas, que pondría ya a Sánchez Bautista en el disparadero de la literatura más clásica y enjundiosa que sería la que conformaría sus gustos literarios y, en definitiva, la que ayudaría a componer su estilo, lenguaje y temática. Al lazarillo le seguirían Homero, Ovidio y otros grandes clásicos grecorromano; y San Juan de la Cruz y otros autores del Siglo de Oro, y la generación del 27… Toda una pléyade de escritores y obras en las que Sánchez Bautista ha bebido y ha conformado su mentalidad de poeta.
-P: Usted ha sido plenamente autodidacta. Ha llegado a la literatura sin una formación reglada, simplemente a través de su experiencia y de sus lecturas.-R: El hecho de no haber asistido a una universidad no tiene nada que ver con el estilo. Un autodidacta puede haber leído tanto como cualquier otra persona con estudios, para eso están las bibliotecas. Es más, decía Unamuno que a veces el hombre que no tiene quien le guíe, se guía a sí mismo, y lo hace con aquellos libros que están a tono con su manera de sentir. Yo creo que eso ocurre con casi todos los autodidactas.-P¿Se canta con el mismo ardor, con la misma profundidad lírica, a los treinta que a los ochenta?

-R: Sí. Es como si se llevara un resorte secreto, que, cuando se toca, salta. Esa tendencia a la emoción, a la verdad, no desaparece con la edad. Escribo con la misma fuerza, con el mismo tono lírico que al principio.

-P: O sea, que ahora los paseos son más cortos, más lentos quizás, pero delante de un papel continúa teniendo la misma exigencia.

-R: La misma o más, porque después de una trayectoria literaria, se está en boca de gente que sabe de literatura, y no es posible retroceder.

-P: Una nube polvorienta/ se levanta. He penetrado/ en la tierra cienicienta/ del campo seco y quebrado./ Se trata de un pasaje de ‘Tierras de sol y de angustia’. La tierra que canta es a menudo la tierra pobre, la tierra de secano. ¿Qué tiene esa tierra resquebrajada y sedienta a la que usted ha cantado tantas veces?

-R: Yo he hablado mucho de las tierras de Fortuna. Ese es un paisaje impresionante. Quien lo ve no lo olvida. En Murcia no había pintores que pintaran esos paisajes de las tierras áridas de Murcia cuando yo comencé a cantarlas. Eso lo han hecho después, sobre todo Avellaneda. Pero entonces los pintores no salían de la puerta de Orihuela en su intención de retratar el paisaje murciano.

Ahora nos quejamos de falta de agua, pero antes había menos. En las tierras de Fortuna o de Yéchar, o de Campos del Río o de Albudeite… No había nada, solo gredas. Y ahora sin embargo se ven cultivos. Hay más agua, incluso piscinas… Recuerdo que cuando yo era joven, sólo existía la huerta, pero nada más, y todo se sostenía a base de tandas de riego, que había que esperar para intentar sacarlas adelante.

-P: La huerta de Murcia ha sido también un tema privilegiado en su obra.

-R: Sí, también hay una tierra rica en mi poesía, la tierra de la huerta de Murcia, el paisaje con su frondosidad, con sus pájaros, con sus árboles…

-P: Desde esa atalaya de 50 años de obra literaria ¿Cómo definiría Sánchez Bautista su obra?-R: Es difícil para un poeta definir su obra. Sabemos hacerla, pero no contarla. Yo diría que la mía es una poesía humanista, muy preocupada por el paisaje y sus gentes, gente que sufre, que siente, que emigra, que vuelve…
Tierra de sol’ fue el paisaje de Fortuna. ‘Voz y latido’ evidenciaba un claro trasfondo social en unos años en los que esto constituía casi un pecado. También lo era ‘Elegía del sureste’, con la guerra como telón de fondo. En ‘La sed y el éxodo’ retornaba a su querida Fortuna. Luego vinieron ‘Encuentros con Anteo’, ‘El tiempo y la memoria’… ‘Elegía y treno’, fue un libro devastador que hablaba de la guerra desde un punto de vista atípico -‘Son recuerdos que se quedan para siempre. Yo vi partir a familiares y amigos que ya no volvieron nunca’-, un libro por el que se abrió expediente a Sánchez Bautista y por el que se le aplicó las leyes de Burgos 1938, leyes de Guerra, como recuerda el poeta.

“Pero eran libros inocentes –aclara-. Sus protagonistas eran seres próximos, la gente más modesta, más laboriosa, más inocente que puede haber en un conflicto. Yo no quería cantar a ningún héroe. Los auténticos héroes de aquella contienda –de cualquier contienda- fueron gente que no sabía nada de política, esos jóvenes que reclutaron y mandaron al frente. Eso es lo que canto. No a ningún general victorioso ni a ningún gran político. Sólo a ese mundo que yo viví y el que vivieron muchos españoles: los protagonistas son madres españolas, novias españolas. Madres que quedaron sin hijos y jóvenes sin novio. Las guerras cambian las vidas de todos. Y no hay victorias ¿cómo puede haberlas en una batalla en la que mueren miles de hombres?”.

-P: Cincuenta años, muchos libros, innumerables versos… ¿Qué ha ido dejando de su vida en su propia obra?

-R: En cada momento he intentado captar en mi obra el ambiente que observaba en el pueblo, y también mis propias reflexiones y experiencias.

-P: ¿Es la poesía la mejor arma para narrarnos desde nuestros adentros, para irrumpir en la esencia, en lo más profundo del ser humano?

-R: Pienso que sí. Un poema es una pieza muy cerrada, terminada, que tiene sentido por sí misma. Cuando se cree en ella, la poesía es casi una religión.

Francisco Sánchez Bautista no fue nunca a la universidad. Sus únicos estudios los hizo gracias a un profesor de la República, el maestro Lucas, que iba de casa en casa dando lecciones. Todavía le recuerda tocando una caracola para anunciar que era la hora de clase –como se hacía en las riadas para alertar a las gentes-. El pequeño Paco acudía a casa del maestro de la mano de su hermano mayor. Una vieja casa con una hermosa palmera en el patio, en cuyo entorno un pequeño Sánchez Bautista disfrutaba comiendo sus ricos frutos.

Esa fue su escuela. Corría el año 32.. Sesenta años después, curiosamente, el poeta entraba en la universidad por la puerta grande.

 -P: Probablemente, usted ha sido el primer escritor vivo sobre el que se han presentado dos tesis doctorales el mismo día en una universidad.-R: Una la hizo Ana Cárceles y otra María Luisa Díaz Martínez. Son sobre el mismo tema: mi obra, pero curiosamente la interpretan de una manera muy distinta. Eso es un claro caso de lo que representa la poesía: el mismo texto puede dar lugar a interpretaciones muy diferentes.Aquello me gustó mucho. Fue como el reconocimiento a muchos años de trabajo. Me sentí muy emocionado.

-P: ¿Se reconoció en esos trabajos?

-R: Perfectamente. Pero a veces los demás nos descubren de un modo diferente a lo que imaginamos. Es como si fuésemos con una máscara: uno se mira al espejo y comprueba que enfrente está otra persona, pero también está él mismo.

-P: Después de cincuenta años, seguro que está en disposición de decírnoslo: ¿Para qué sirve la poesía?

-R: La poesía sirve para apaciguar el ánimo. La poesía hace que se cree un estado más sensible en las personas, que se abandone la violencia.

– Sigo escribiendo con la misma fuerza, con el mismo tono lírico que al principio. O incluso más.

-Cuando se cree en ella, la poesía es casi una religión.

-La gente de la huerta es muy atrevida y muy divertida

-En no hay victorias ¿cómo puede haberlas cuando mueren miles de hombres?.

Sánchez Bautista ha sido testigo de una huerta irrepetible, de un paisaje poblado por hilos de agua cantarina que landrones y escorredores dirigían a los terrenos de riego. Fue testigo de cañares, de peces, de ranas y libélulas, y de una vegetación exuberante difícilmente imaginable hoy: olmos, plataneros, chopos, fresnos poblaban nuestra huerta conformando un paisaje que sólo permanece ya en el recuerdo de unos pocos… 

-P: ‘Una arcadia perdida’ ¿de veras que hemos perdido nuestra arcadia? ¿Hemos ido a peor?

-R: Yo creo que sí. En esa obra hablo de ecología, de supersticiones, de fiestas, del paisaje, del costumbrismo, de las coplas, de los cauces de agua en la huerta, de lo que hubo y ya no está…

-P: Usted publicó ‘Cancionero erótico burlesco': ¿somos los murcianos más eróticos o más burlescos?

-R: Las dos cosas, la gente de la huerta es muy atrevida y muy divertida. Los huertanos saben divertirse. Yo recopilé casi 500 coplas. En las canciones de las peñas hay muchas coplas de tipo picante.

-P: Díganos alguna de esas coplillas picantes ahora que no nos oye nadie.

-R: Voy a decir una muy sencilla, con una pizca de malicia: ‘Tu madre tuvo la culpa/ por dejar la puerta abierta/ y yo por meterme dentro/ y tú por estarte quieta’.

-P: Después de estos primeros cincuenta años de poesía, que nos prepara para los próximos?

-R: Yo continuo escribiendo. Tengo un tema de tipo amoroso terminado, una especie de diario, una historia entre mi mujer y yo. Hay una parte que titulo ‘Rondó caprichoso’. Pero no lo voy a publicar, porque lo considero muy íntimo, aunque no hay en él nada fuerte de lo que se dice ahora.

-P: La poesía debe ser más sutil.

-R: Desde luego. Debe dar a entender muchas cosas. La poesía es también un arte adivinatorio. Se dice que el poeta es un vate, alguien que vaticina, que da a conocer cosas que se desconocen. El que lee poesía debe contribuir a esto intentando conocer al poeta y el lenguaje.

Y es que, la palabra lo es todo, si no hay palabra no hay nada. Epicuro decía: en el principio fue el caos, pero llegó la palabra y estableció el orden.

Ante frases así, ni mil palabras más, maestro.

Francisco Sánchez Bautista,

cantor de la tierra y de los hombres

Llano de Brujas (Murcia) 1925

P.V.

Vital cantor de la tierra de secano, de la pobreza de un paisaje que él personifica en la tierra calcinada del pueblo donde ha vivido gran parte de su vida: Fortuna. Así describió su encuentro con esta localidad en su primer libro, titulado significativamente Tierras de sol y de angustia :

“Una nube polvorienta

se levanta. he penetrado

en la tierra cenicienta

del campo seco y quebrado”

Francisco Sánchez Bautista es el prototipo del poeta enraizado en la propia tierra. Según el propio escritor, fue la visión de estos campos, personal y apasionada, la que inspiró buena parte de sus poemas. Una presencia de la tierra que nunca abandonará, evidenciando una unión de naturaleza casi espiritual entre el hombre y el medio.

Sánchez Bautista representa en sus versos no sólo a las gentes de su pueblo, sino a todos los seres que viniendo de la tierra sólo recogen el pobre fruto de la miseria:

A este paisaje recio, el hombre arranca

su mermada cosecha, día a día.

Se lucha contra el cardo en la barraca;

bajo el sol quema el hombre su energía.

Tierras de sol y de angustia, Elegía del Suereste o La sed y el éxodo son títulos suficientemente significativos de la temática y preocupación centrales en su obra. Posterior es Alto acompañamiento, en la que el poeta reflexiona sobre la vida, el tiempo y la muerte, evidenciando una profunda espiritualidad.

Otro aspecto de su obra son los ensayos, en los que se aplica a recopilar tradiciones populares de la huerta, como Una Arcadia perdida o su Cancionero erótico-burlesco murciano.