1993-04-21-2. Antonio Serna Serna

Fallece Antonio Serna, profesor de Química entre 1952 y 1992

(El profesor Antonio Serna en la redacción de la revista Campus en octubre de 1992, fecha de la entrevista).

Profesor de Química en la Universidad de Murcia desde 1952 a 1992, el catedrático Antonio Serna Serna falleció el pasado 21 de enero a los 87 años. Sirva esta antigua entrevista de Campus, publicada en mayo de 1992, como recuerdo y reconocimiento de nuestro antiguo profesor.

En la entrevista a Antonio Serna, éste hablaba de sus recuerdos en la universidad de Murcia.
En la entrevista a Antonio Serna, éste hablaba de sus recuerdos en la universidad de Murcia.

Antonio Serna, premio «José Lostau»: «La curiosidad científica llega a ser una costumbre muy difícil de perder»

El premio José Loustau fue instituido hace años por el Consejo Social en memoria del que fuera primer Rector de la Universidad de Murcia. Está dotado con un premio en metálico de 50.000 pesetas y su finalidad es la de destacar el espíritu universitario y los valores humanos. Este año ha sido concedido a Antonio Serna Serna, profesor de Química Física en la Universidad de Murcia y una verdadera institución, toda vez que sus relaciones con nuestro centro se remontan nada menos de medio siglo.

Fue en 1942, cuando comenzó a estudiar en la Universidad. «Se trataba —recuerda—, de un lugar reducido, casi familiar. Había muy pocos profesores, pero muy buenos y, aunque los medios eran escasos, existía un formidable espíritu universitario que suplía todo».

Serna recuerda con admiración la impresionante lista de profesores que impartían clase en aquellos primeros años de estudios: Sierra, Sancho, Iranzo, León, Soler…

De todos ellos guarda muy buenos recuerdos aunque es al propio Loustau al que dirige las mayores muestras de reconocimiento: «Era el sentido común y la inteligencia juntos, todo humanidad. Loustau era un ser excepcional, y sus opiniones contaban para todos los compañeros como si fuesen un verdadero dogma de fe».

Su admiración era tal que Serna estuvo varios años yendo a sus clases a oírlo impartir una asignatura que ya había aprobado. «Aprovechaba que teníamos un hueco entre dos asignaturas y me colaba en su clase. Eso lo estuve haciendo durante tres años. Después, —continúa— ya siendo profesor ayudante iba a verle mucho». Por eso piensa que el hecho de haber sido premiado con una distinción que lleva su nombre ha sido muy emocionante, y que constituye el premio más emotivo que podían haberle concedido aunque, según reconoce, aún no se explica sus méritos para ello.

Serna comenzó a trabajar en nuestro centro como profesor en 1952, y desde entonces nunca lo abandonó. Curiosamente, su primer nombramiento no fue >—como ocurría con relativa frecuencia en aquellos años- para el puesto que había de desempeñar, y en su nombramiento figura el de profesor de Latín Vulgar, puesto que naturalmente nunca desempeñó.

Recuerda con cariño las precarias condiciones en que trabajaban en aquellos años. en los que debían ser los propios investigadores los que se construyeran la mayor parte de los utensilios que utilizaban para sus experimentos, aunque también se muestra orgulloso de aigunas de las instalaciones: «El laboratorio de reprografía de Murcia constituía en aquellos tiempos unos de los mejores de Europa».

Serna reconoce que el gran crecimiento experimentado por la Universidad ha provocado muchos cambios, aunque muchas de las características tradicionales de la Universidad continúan imperturbables. No obstante hay aspectos, como la relación profesor alumno en los que dada la creciente masificación. se ha hecho menos frecuente. El, por su parte, sigue mostrándose partidario del trato directo, y piensa que siempre es beneficioso: «Recuerdo que en cierta ocasión se puso muy nervioso un muchacho durante un examen oral. La verdad es que el chico siempre había sido bueno. El caso es que tras el examen, me lo llevé a la cafetería Ipanema para intentar tranquilizar/o y, tras hablar un rato con él, me di cuenta que se sabía la asignatura, así que le di un notable». Y es que Serna piensa que esto de las notas no debe ser algo inamovible: «Yo nunca he dado por definitivo ningún suspenso. Cuando alguien ha suspendido mi asignatura y ha creído que no se lo merecía, le he hecho un nuevo examen, y otro, así hasta que se han convencido de que no sabían la materia, aun-que a veces he sido yo el convencido, y no he tenido problemas en rectificar».

Los fatídicos papeles de la jubilación le han llegado recientemente a Serna. que con- templa con escasa simpatía la nueva etapa que se avecina, y confía poder seguir su labor docente como profesor emérito, Piensa, no obstante que el interés por su materia seguirá conviviendo con él dentro o fuera de la Universidad ya que «La curiosidad científica llega a ser una costumbre que es difícil perder».