La Universidad de Murcia contó, en un acto organizado por el Departamento de Ciencia Política y de la Administración, con la presencia del profesor Giovanni Ercolani, reconocido experto en el campo de la seguridad y el terrorismo, que habló a su auditorio sobre el desafío del terrorismo en el nuevo orden mundial.

 

El profesor italiano, que ha asesorado a la OTAN en temas de seguridad, apuntó que tras la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría esta organización sufrió una crisis de identidad de la que trata de recuperarse con la definición de nuevos objetivos.

 

Para Ercolani, la OTAN ha acabado configurándose como una alianza comercial entre países, de forma que ahora un ataque a los intereses energéticos de un país miembro puede ser causa de intervención militar por parte de ésta, sin necesidad de que dicho ataque se produzca en territorio OTAN, como ocurría en la época de la Guerra Fría.

Así, según este profesor, son los intereses económicos y, sobre todo, el petróleo, como principal recurso energético, el transfondo de la mayoría de conflictos internacionales, a pesar de que se presentan bajo una capa de justificaciones y explicaciones varias.  Entre ellas, las armas de destrucción masiva, la lucha contra el mal que preconiza el Gobierno norteamericano o las guerras por razones humanitarias.

En opinión de Ercolani, sólo bajo este prisma se puede entender el rápido reconocimiento que ha hecho Estados Unidos de la independencia de Kosovo, habida cuenta de la importancia estratégica de este enclave como puerta de los Balcanes.

 

Una vez concluida la charla, se abrió un coloquio con los presentes, en el cual se abordaron los temas de la aparición de nuevas superpotencias como China y la India y el futuro de Irak.

Sobre esto último, Ercolani no cree que un hipotético triunfo de Obama en las elecciones estadounidenses cambie el fondo de la situación, pues en Irak, a su parecer, hay un interés económico muy potente.

Quiso el conferenciante cerrar el acto con estas palabras: “Al final todo se reduce al petróleo, lo que Juan Pablo Pérez Alfonzo denominó “el excremento del diablo”.