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Entrevista con la periodista Rosa Mª Calaf

“El papel de la prensa siempre tiene que ser de denuncia y de crítica”

Su inconfundible figura, con ese pelo rojo marca de la casa, se ha convertido en todo un logotipo de la información. Un logo tras el cual, el espectador sabe que se cuece la noticia. Basta con ver el rostro arrobado con que siguen sus explicaciones los alumnos de la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia, para comprender que nos encontramos ante un fenómeno mediático. Nada más lejos de sus intenciones, pero, a fuerza de poner voz e imagen a la más rabiosa actualidad y desde los lugares más conflictivos del planeta, Rosa María Calaf ha acabado formando parte indisociable de la noticia.

Tras tres décadas y media de profesión, la corresponsal más veterana de TVE, dejó recientemente su puesto impelida por esas prejubilaciones cegatas con que el ente viene obsequiando a sus mejores valores. En su nueva etapa, Rosa María Calaf pregona experiencias e imparte cátedra –sin pretenderlo tampoco: es su sino- entre auditorios universitarios a la vez que ayuda a remover conciencias relatando entre las ONGs que se lo demandan unas experiencias que, a velocidad de crucero, habrían necesitado de muchas vidas para poder ser vividas.

Para Calaf el periodismo ha de ser siempre comprometido y veraz.Rosa María Calaf estuvo en la Universidad de Murcia para hablar de su experiencia periodística. Lo hizo en la facultad de Comunicación y Documentación, invitada en el posgrado Máster en Técnicas y Métodos actuales en Comunicación y Documentación, que coordina la profesora Mª Dolores Ayuso.

-P: Sin pretenderlo, te has convertido en un icono de la información: vemos el pelo rojizo de Rosa María Calaf y sabemos que, tras ella, está la noticia.
-R: (Risas) Agradezco el que esto se haya producido. Ha sido a base de que me hayan dado oportunidades para hacerlo. Y de no haber defraudado, espero…
Ahora estoy muy contenta, porque estoy recibiendo unas acogidas muy cálidas. Lo que sí puedo decir es que me apasiona lo que hago, y siempre hago todo hasta el fondo. Siempre que he estado en algún lugar intento ser lo más honesta posible e ir lo más allá que puedo. Si se nota el resultado, me alegro.

-P: Has sido corresponsal en lugares y momentos arriesgados. ¿Se acostumbra uno al peligro?
-R: Algo sí, pero sobre todo, lo que uno aprende, es qué tiene que hacer en determinados momentos. La experiencia te da seguridad, pero sobre todo recursos para responder.
No obstante, hay mucho mito en esta profesión. No estamos todo el tiempo en peligro. Si sabemos donde estamos y cómo estamos, lo normal es que no nos ocurra nada.
El problema es que cada vez las líneas son más difusas, los periodistas nos hemos convertido en un objetivo, y nosotros tenemos un poco de culpa: se considera que lo que le pase a un periodista es algo enormemente importante, y yo creo que esto es exagerado. No hay que mitificar: el periodista está donde está porque quiere. Lo que le ocurre son gajes del oficio, como puede pasar en cualquier otra profesión de riesgo. Yo creo que no hay que mitificar, hacer mucha loa cuando a un periodista le pase algo, creo que es demasiado.
Lo más importante es no poner en peligro a la gente que te acompaña, y no me refiero sólo a tu equipo, que puede incluso estar de acuerdo en correr determinados riesgos, sino a la gente que te acompaña, traductores, guías, etc. O a los propios entrevistados, a quienes puedes poner en peligro si publicas determinadas opiniones que a lo mejor te han  hecho en un momento de debilidad.

-P: Has ejercido una profesión mayoritariamente de hombres, sobre todo en los momentos en que comenzaste ¿Has tenido más problemas por ser mujer?
-R: Las mujeres tenemos más problemas en cualquier profesión. Siempre tenemos que estar demostrando que somos capaces de hacer aquello que estamos haciendo, porque la capacidad no se nos supone, al contrario de lo que le ocurre a los hombres. En ese sentido, estamos obligadas a hacer un esfuerzo mayor.
Una colega británica, de la BBC, dice siempre que donde los hombres caminan, las mujeres tenemos que correr. Eso es así, y en la época en que comencé aún más.
También debo decir que existen ámbitos en los que ser mujer te facilita la labor, por ejemplo en la esfera de las mujeres en países musulmanes, donde mis colegas hombres no tienen acceso. Y se trata de un mundo muy interesante socialmente.

-P: ¿Continúa siendo complicado ser mujer en el mundo?
-R: Sigue siendo un problema, pero en el resto del mundo y en éste. Aquí hemos conseguido muchas cosas. No es comparable nuestra situación con la de los países musulmanes, evidentemente estamos a años luz, pero aún estamos lejos de haber conseguido lo que deberíamos en este terreno.
Si hubiéramos avanzado lo suficiente, nunca se habría producido la fotografía de Carla Bruni y Leticia Ortiz.

-P: ¿Cómo se ve la Humanidad  cuando se conocen tantas miserias perpetradas por el hombre? ¿Hay lugar para la esperanza?
-R: Yo creo que sí. Cuando se ha estado en tantos lugares y en tantos conflictos, lo que más impacta es la capacidad del ser humano para seguir adelante, incluso cuando las situaciones son tan difíciles que resulta inexplicable que no se arroje la toalla. La capacidad de aguante y el espíritu de sacrificio del ser humano son sorprendentes.
En nuestra sociedad de bienestar nos quejamos demasiado y no miramos alrededor. Tenemos muchas preocupaciones y casi ningún problema, mientras que por ahí fuera la gente tiene muchos problemas y casi ninguna preocupación.

El papel de la prensa

-P: Cuál debería ser el papel de la prensa cuando se informa desde sitios en los que no se respetan los derechos humanos?
-R: Creo que el papel de la prensa siempre tiene que ser de denuncia y de crítica.
Lo que ocurre es que donde no se respetan los derechos humanos no es fácil hacer esto. Yo pienso que deberíamos homenajear continuamente a la prensa local de los países donde ejercer el periodismo te puede costar la vida a diario. Es fundamental la denuncia y la crítica, y en esos países existen periodistas que son capaces de jugarse la vida por defender los valores que consideran necesarios.

-P: De todos los lugares en los que has ejercido tu labor, ¿De cuál guardas recuerdos más gratos?
-R: Sin lugar a dudas de Argentina e Italia. Son países en los que me he sentido muy cómoda. También es verdad que resultan lugares de cultura más próxima.

-R: ¿Se puede ofrecer una mirada crítica y lúcida sobre algún aspecto complejo en esos momentos tan breves como el minuto diez a que alude el título de su charla?
-R: Intento que la persona que está al otro lado se pueda acercar lo más posible a la noticia que quiero transmitir, proporcionar el mayor número de elementos posibles para formarse una opinión, para que puedan buscar a partir de ahí.
Y por supuesto, tratar de ser lo más honesta y lo más rigurosa posible.

Más medios, menos información

-P: Tenemos más canales de información que nunca, pero ¿implica esto que estamos mejor informados?
-R: No. Existe un consenso en ese sentido entre los más grandes expertos del periodismo.
Ignacio Ramonet siempre lo dice: cuando la realidad ha sido más mediatizada y cuando más acceso tenemos a todo lo que sucede, es cuando menos informados estamos. Ahora tenemos más medios que nunca, pero con el mismo mensaje, y eso no sirve.

Rosa María Calaf hojeando un ejemplar de la revista Campus.
-P: A menudo los medios de comunicación convierten en espectáculo el dolor.
-R: Lamentablemente, cuando se acude a esas situaciones de dolor, no es el espíritu de ayuda, de información rigurosa y de denuncia de lo que está ocurriendo lo que prima, sino la captación de audiencia. Se informa más por la emoción que por el conocimiento. Lo que resulta de ello es una desinformación. El señor que está en su casa no se entera de lo que está sucediendo, solo siente algo.

-P ¿No son contraproducentes las cámaras en ocasiones?
-R: Sí. En situaciones de extrema tensión hay que preguntarse si la presencia de una cámara no exacerba la violencia en lugar de aplacarla. Hay que ser muy conscientes de ello, de nuestra responsabilidad de poner una cámara en determinados momentos, pues puede ocurrir que se produzca lo contrario que se supone que puede producir una cámara.

-P: Es indudable que las nuevas tecnologías nos han facilitado mucho la comunicación, sobre todo en la inmediatez, pero ¿han acarreado también aspectos negativos?
-R: Las nuevas tecnologías poseen muchos aspectos positivos, pero en la parte negativa está la precipitación, la prisa… El hecho de facilitar tanto la instantaneidad va en contra de la reflexión, del análisis, de la contrastación de las fuentes. Todos esos principios son esenciales en el periodismo y en la buena información.
Eso no quiere decir que haya que dar la espalda a la tecnología, sería absurdo, pero hay que saber utilizarla, y sobre todo, no ser esclavos de la tecnología. Es la tecnología la que debe estar al servicio de la información y no al contrario.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que tiene que existir filtros, no podemos creer todo lo que hay en la red. El hecho mismo de que la información aparezca con cierto orden en Internet es ya sintomático de que alguien está detrás, y de que quiere ofrecerlo en este orden.

-P: ¿Cual debería ser el papel de un enviado especial a una zona de conflicto?
-R: Debería ser el puente entre una realidad lejana y acercarla a los parámetros de comprensión de sus destinatarios. Por eso es importante que seas de  la misma zona, pues tendrás las mismas bases culturales.
Deberíamos ser los ojos y los oídos del señor que está sentado en su casa sin posibilidad de ver eso que tú estás viendo, y tratar de transmitirlo lo más fielmente que podamos.

-P: A pesar de haber demostrado durante décadas que eres enormemente joven, te han jubilado. ¿Cuáles son en estos momentos las prioridades de Rosa Mª Calaf, a qué dedica su tiempo?
-R: La verdad es que estoy asombrada por la cantidad de propuestas que recibo. Lo que pretendo es devolver, en la medida que pueda, lo que he recibido y aprendido. Si puedo ser útil y hay instituciones y ONGs que creen que puedo aportar algo, estoy encantadísima de poder colaborar.

 

En primera persona:

No hay que mitificar: los periodistas no estamos todo el tiempo en peligro.

Las mujeres tenemos más problemas en cualquier profesión.

La capacidad de aguante y el espíritu de sacrificio del ser humano son sorprendentes.

No podemos creer todo lo que hay en la red, tiene que haber filtros.