Entrevista: “Quise ser Spencer Tracy, pero me quedé en Paco Merino”

“El cine clásico es el que me llevó a ser actor” “A mis 82 años estoy bien, pero me canso mucho, el trabajo me deja agotado” Fueron aquellas viejas películas clásicas –“Un cine al que sigo acudiendo continuamente”- las que impulsaron a Francisco Merino a trabajar como actor. Un virus que le fue inoculado un tanto tardíamente, pero del que no ha logrado escapar durante medio siglo. Su último papel para el cine lo ha hecho hace apenas año y medio, encarnando a Franco para una serie de televisión que aún no ha sido estrenada. Francisco Merino recibe el sábado 7 de junio el homenaje del Festival de Cine de Mula, organizado por el Cine Club Segundo de Chomón y el Ayuntamiento de aquella localidad, y en el que participa la Universidad de Murcia a través del Vicerrectorado de Comunicación Cultura. Como autor veterano, despierto y eficaz, es capaz de eclipsar a quien comparta protagonismo con él en la escena, aunque se trate del galán de turno o el héroe del episodio. Hoy, a pesar de la brevedad de cada uno de los papeles en el cine, Francisco Merino es uno de nuestros actores más reconocibles por el público. Su silueta constituye hoy casi un icono, y su voz, grave y modulada, resulta inconfundible.

Francisco Merino, actor por amor al cine clásico.
Francisco Merino, actor por amor al cine clásico.

Aunque pocos son los aficionados al cine que logran unir su nombre y su imagen, es uno de los rostros más conocidos de la pantalla y la escena españolas.  Su medio centenar de películas para el cine han sido sobre todo en papeles pequeños, pero siempre ha dejado en ellos su impronta de excelente actor. En cine ha trabajado con directores como Mario Camus, Pedro Olea, José Luis Sáenz de Heredia, Rovira Beleta, Nieves Conte, Pilar Miró, Luis García Berlanga, Víctor Erice, Carlos Saura, José Luis García Sánchez, Fernando Colomo, Adolfo Aristarain, Gutiérrez Aragón, José Luis Garci, en títulos como “El crimen de Cuenca”, “El sur” “Demonios en el jardín”, “Maravillas”, “La mitad del cielo”, “El Dorado”, “Todos a la cárcel”… Ha interpretado papeles en 70 obras de teatro, desde que debutara en un escenario en 1960, en la obra teatral “Mermelada de ciruelas”, de Manuel Gallego Morell. Pero ha sido sin duda en televisión donde más se ha prodigado. Su labor en este terreno es impresionante: desde aquellos Estudio 1 o la célebre Novela de las sobremesas de los años 60 y 70, hasta series tan populares como Curro Jiménez, Estudio 1, El quijote, Canguros, El obispo leproso, La Regenta, Cuéntame cómo pasó, Siete vidas, El comisario, Los Serrano, El internado, Águila Roja, Pelotas, Habitación 508, Farmacia de Guardia… En total ha intervenido en 300 programas, con un total que se acerca a las 2000 apariciones en este medio, lo que lo convierten en uno de los rostros más asiduos de la pequeña pantalla.

Francisco Merino ha seguido trabajando hasta prácticamente la actualidad.
Francisco Merino ha seguido trabajando hasta prácticamente la actualidad.

-P: Dentro de unos días los tendremos en Mula para su homenaje. ¿Va a venir acompañado de alguien? -R: Sí, iré con mis hijas, mis nietas y algunos amigos. -P: Lo recibiremos con agrado. -R: Casi se podría decir que tengo algo de murciano. Aunque soy madrileño tengo un piso desde hace 15 años en Mazarrón, donde voy de vez en cuando. -P: Usted sigue trabajando. No hace mucho ha rodado una serie para televisión en la que interpreta a Franco. -R: La serie se titula “El Rey”. La hice hace un año y pico, pero todavía no ha salido al aire. Me ha resultado muy interesante, es un trabajo complicado por la dificultad que representa, del que estoy contento.  -P:  Usted posee cierto parecido físico con él… -R: Sí, eso juega a mi favor. -P: Encarnar a un personaje tan conocido por todos es difícil. Ha habido muchos actores en las últimas décadas que lo han hecho. -R:  Bueno, yo mismo interpreté el personaje en la serie sobre Adolfo Suárez (Adolfo Suárez, el presidente, 2010), pero era solo una secuencia en el río pescando. En cambio, ahora, es mucho más largo: abarca desde que Franco trae al príncipe a Madrid a estudiar, hasta que muere. -P: ¿Y cómo ha abordado ese papel, cómo se ha preparado para intentar amoldarse al personaje? -R: Sobre todo olvidándome de quien era, ateniéndome al guión y olvidándome de quien es el asesino –risas-. Además, el guión es muy variado, muchas secuencias familiares, con el príncipe, y de su vida política también. Es apasionante, aunque también da un poco de miedo… merino 3-P: Habrá sido un reto importante. -R: Estoy contento. Son tres capítulos de hora y media, y he visto el primero y el tercero. La verdad es que estoy feliz, y deseando que lo pongan. -P: Es curioso que usted, que se ha prodigado enormemente como actor de cine, teatro y televisión, no haya tenido papeles más largos, sobre todo en la gran pantalla. -R: Podría decirse que es el cine el que peor me ha tratado. -P: A pesar de que es usted un personaje familiar para cualquier espectador, sobre todo en televisión, su labor interpretativa continúa siendo casi una incógnita en Internet. De hecho, según internet, empezó en Madrid en su tercera obra de teatro en 1962, pero no es así, Usted comenzó en el teatro en 1960, con una obra teatral titulada Mermelada de ciruelas. -R: Antes de dedicarme profesionalmente a esto, estuve unos años haciendo lo que antes se llamaba “teatros de cámara”, y aunque fuera solo uno o dos días siempre iba la crítica allí. Efectivamente, comencé con esa obra. -P: Lo de usted no fue una vocación temprana, empezó como actor un poquito tarde, ¿qué es lo que le llevó a elegir el camino de la interpretación? -R: Fue mi afición al cine. Era un espectador compulsivo de cine que me pasaba las tardes enteras viendo películas del cine de barrio. Quise ser como Spencer Tracy, pero me quedé en Paco Merino. La visión de aquel cine es la que me llevó a ser actor. Así fue como me decidí a dar el primer paso, y me dediqué ya siempre a ello.  -P: ¿Qué tipo de cine era el que le gustaba en los años 50? -R: El cine norteamericano, aunque más adelante ha dejado de entusiasmarme. Soy un forofo del cine en blanco y negro. Hoy  busco como un desesperado en los canales de televisión a ver si ponen películas en blanco y negro. También me gustaban las películas y series de gánsteres,  las comedias clásicas de Hollywood, que realmente eran geniales. -P: Una de las mejores escenas de cine interpretadas por usted es precisamente una escena de “El Sur”, un fragmento que posee mucha fuerza. Víctor Erice lo convierte a usted en uno de esos inolvidables personajes clásicos en blanco y negro. -R: La verdad es que era muy bonita la secuencia. Se trabaja muy bien con Erice, es un director que sabe lo que quiere. La oponente mía era una actriz francesa, Aurore Clement, era una figura conocida, y a mí me ilusionaba trabajar con ella. -P: Usted empezó a trabajar en el mundo del teatro. -R: Empecé en teatro, sí, y no lo he abandonado hasta el final. Hasta hace poco tiempo he formado parte de “La Compañía Nacional de Teatro Clásico”, donde he estado cinco años. El teatro me encanta, lo que pasa es que uno ya va perdiendo facultades y el teatro me da ya más miedo, estoy más torpe de movimientos. También supone mucha responsabilidad. De hecho me han ofrecido ya alguna cosa y no la he aceptado. Pero cine y televisión sí, porque es otra forma de trabajar, más descansada, o por lo menos no sometida  a la presión que da el público. -P: ¿Dónde ha trabajado más, en teatro o televisión? -R: En televisión sin duda. No puedo ni contar las veces que he salido, pero calculo que, si contamos las series pueden haber sido mil o dos mil apariciones, y si las contamos por obra, pueden ser por lo menos trescientas. En televisión he estado años enteros, sobre todo en la época dorada de los “Estudios 1”. -P: Era una época en que la televisión catapultaba la imagen de cualquiera que saliera, ya que no había más cadenas. -R: Pero luego, cuando desapareció eso, hubo un bajón de trabajo y empezaron a desaparecer actores. Yo me asusté mucho, hasta que volví a reanudar, pasé una temporada un poco mala. Personajes “con carne” -P:  Teatro, televisión, cine ¿dónde se siente usted mejor? -R:  Me gustan los tres. Cada uno tiene sus problemas y sus ventajas. Lo importante es que el personaje y el guion sean buenos, que tengan carne. Y a partir de ahí, el medio es lo de menos. Pero si tuviera que decidirme por una, lo haría por el teatro, ya que preparas las cosas con más tranquilidad, con más tiempo, haces pruebas, te equivocas, vuelves a encontrar el camino…en televisión no tienes tiempo para eso. La proximidad del público también influye, en el teatro, si es bueno lo que estás ofreciendo, notas como lo reciben, percibes que hay algo entre el escenario y el patio de butacas. En cambio, en cine y televisión es lo contrario, porque tienes a tu alrededor a técnicos, director…es un público más profesional. -P: En teatro ha hecho fundamentalmente obras clásicas… ¿Recuerda con especial predilección algún papel o alguna obra? -R: He hecho de todo, lo que pasa es que he hecho mucho clásico. Recuerdo muchos papeles con cariño. En teatro por ejemplo me saldrían como 70. Me viene a la cabeza una obra de Pier Paolo Pasolini, que se llama “Calderón”, que fue una de las últimas. También “Violetas para un Borbón”, en la que interpreté un personaje muy bonito. He tenido la suerte de estar en un circuito donde se hacían cosas buenas. -P: Cuáles fueron sus primeros papeles en televisión? -R: Fueron las novelas que emitían después de comer en la 1. En una de esas series hice una que era la vida de Carlos III. Pese a que han pasado más de 40 años, todavía hay gente que me encuentro por la calle y me recuerda por ese papel. -P:  Era una televisión muy diferente a la de ahora, que nos marcaba a todos los que pudimos vivirla. Ahora estamos bombardeados de demasiadas imágenes. -R: Ha cambiado mucho la situación. Unas cosas para mejor y otras para peor. Iba a decir que ahora se ve con más tranquilidad, pero tampoco es cierto, ahora se trabaja también con muchas prisas. En una de las últimas series que he hecho acabábamos a las nueve o las diez de la noche, te llevaban a casa y te daban el guion para el día siguiente. En esos momentos pensabas que o dormías o estudiabas…una angustia. -P:  Y de aquellos “Estudios 1”, ¿qué recuerda? -P: Me acuerdo sobre todo de los compañeros de reparto que tenía, auténticos fenómenos. En una función llegué a tener como compañeros a Manuel Dicenta, Carlos Lemos y José Bódalo. -P: Casi nada. -R: Trabajar con esos señores maravillosos en la misma función es como para acordarse. La obra se llamaba “El Proceso del Arzobispo Carranza”. -P: Era 1969. ¿Cuánto tiempo les llevaba hacer un “Estudio 1”? -R: Entre una semana o diez días, y luego se hacían tres días de grabación, con el problema de que al principio no se podía cortar, si se estropeaba el trabajo que estabas haciendo entonces tenías que empezar otra vez. Rodando en Mula -P: ¿Qué serie recuerda con mayor agrado? -R:  Una serie  que me gustó mucho la rodé precisamente en el castillo de Mula, se llamaba “El Obispo Leproso” (1989). Me acuerdo de ella por el calor que pasé en aquel castillo en verano vestido de cura con sotana, capa… era una buena serie. Otra que recuerdo es “La Regenta” (1997), que salió maravillosamente bien, y la serie de “El Quijote de Miguel Cervantes” (1991) de mi admirado Manuel Gutiérrez Aragón, que es mi director favorito, y con el que he hecho mis mejores películas. Podría decirse que es mi director fetiche. -P: Es una larga relación. -R: Me  conoció haciendo teatro, yo estaba en el “Centro Dramático Nacional María Guerrero” haciendo “El Proceso” de Kafka. Luego de eso me hizo una prueba para un personaje y en seguida me lo concedió. Al poco tiempo me comentó que iba a hacer una película y que había un papel en el que yo podía estar estupendo. Yo estaba un poco comprometido con una compañía de teatro y dudé, pero él me insistió; después de darme el guion de “Maravillas” (1981), me convenció completamente, y fue cuando se estrechó mi relación con él. Desde entonces no hemos parado: al principio las hice del tirón: “Maravillas”, “Demonios en el jardín”, “La mitad del cielo”, “Malaventura”, “Cosas que dejé en La Habana”… Me ofreció también algún personaje más en otras películas que yo no pude hacer porque ya estaba comprometido con una gira de teatro. Podrían haber sido más. -P: Con Gutiérrez Aragón, tiene una escena  muy irónica y de un humor muy negro que a mí me gusta mucho, en la que sale usted con Ángela Molina. Los dos pasean por una chatarrería, llena de tazas de váter, de bañeras y de lavabos desportillados, y presume de lo importante y lo grande que ha sido España, envidia del resto de los países… P: El personaje era maravilloso. Esa fue la segunda que hice con Gutiérrez Aragón, y me acuerdo que al principio del guion, donde describe a los personajes, en el mío decía simplemente “es Paco Merino”. -R: Ese personaje es inimaginable con otra persona, lo escribió pensando en usted. -P: Eso dice él. Este año he escrito mis memorias, y me las ha prologado él. Dice que  cuando por alguna circunstancia ha escrito un personaje para mí y no lo he podido hacer asegura que no ha cambiado de actor, sino que ha cambiado de personaje”. -P: Usted ha trabajado con alguno de los cineastas más importantes. -R: Estoy muy orgulloso de haber trabajado con Carlos Saura, con él hice “El Dorado”. Aunque la película no tuvo el resultado que yo esperaba, me sigue pareciendo muy hermosa, y mi personaje muy interesante, estoy muy contento de haberlo hecho. Con otros directores, sin embargo, he tenido papeles que llamo yo de mueble. -P:  Ha trabajado con Pilar Miró, con Luis García Berlanga, con Fernando Colomo… -R: Miró era también una de mis favoritas. Con ella nunca hice papeles grandes, pero hice muchos. -P: Es curioso que una persona tan experimentada como usted apenas haya recibido el encargo de papeles grandes. -R:  Siempre digo que el cine no me ha querido demasiado.  He hecho mucho “personaje mueble” del que antes te hablaba, y eso me da mucha rabia. En teatro he tenido mejores papeles, pero el cine me ha ignorado más. -P: Usted forma parte de ese tipo de actores de reparto, que trabajan fabulosamente y que, sin embargo, el cine no ha sabido reconocer su valía, Y eso a pesar de que, si no fuera por ellos el cine no sería lo que es. -R: Yo he pensado muchas veces sobre eso. Nunca he sabido a qué se debía que no obtuviera personajes más importantes. Puede que fuera el físico, pero lo que sí es verdad es que el cine se ha despreocupado más de mí, ha sido el único medio en el que no he encontrado personajes para hacer un trabajo bueno. En la televisión, tengo incluso mi reciente personaje de Franco en mi última serie, pero en el cine nunca he tenido personajes de los que sacar mucho. -P: A pesar de eso es usted un actor muy reconocible. -R: Voy por la calle y la gente me reconoce, sí. Han sido muchos personajes los que he interpretado tras 50 años de profesión. Son muchos años saliendo en televisión, pero aunque salgas en cualquier medio, hasta que la gente no se sabe tu nombre, no puedes asegurar que has triunfado. También es lógico, la gente que va al teatro es aficionada a este arte y se toma el interés por averiguar el nombre de los actores. La televisión es algo gratis que te pones a ver mientras haces otras cosas y hay menos interés en ese sentido. -P: Su última serie la ha hecho con ochenta años. Como algunos de nuestros actores, usted parece dispuesto a morir con las botas puestas, ¿tiene algo en cartera? -R: Hace pocas semanas volví a salir, en “Cuéntame cómo pasó”, yo empecé en la serie como el médico de la familia. El primer año salí varios capítulos seguidos, pero luego el personaje se fue perdiendo hasta el punto en el que pasaban dos o tres meses, me volvían a llamar y yo no podía, y tenían que recurrir a otro actor. En la última temporada, hace cuatro o cinco capítulos, me volvieron a llamar, y volví a salir en la serie. También hice otro personaje en una serie que duró muy poquito, que se llamaba “Cabaret”, en la que estaba Beatriz Carvajal, Luis Varela… Eso es lo último que he hecho. Sigo trabajando, pero no como antes. A mis 82 años estoy bien, pero me canso mucho, el trabajo me deja agotado. No me ofrecen tanto como antes, porque ven que ya no puedo dar tanto, y además tampoco quiero comprometerme a algo muy largo. Creo que “El Rey”, la serie en la que interpreto a Franco, en la que salgo en unas cuarenta secuencias, será la última con tanta intensidad. -P: Aunque el Ministro Montoro se empeñe en que sigamos trabajando prácticamente toda la vida, el cuerpo ya no aguanta. Pero la profesión de actor es muy vocacional. Ahí está Aurora Redondo, que estuvo trabajando hasta los 93 años. -R: Es una profesión que atrapa totalmente. A pesar de que yo pienso que si me llaman para un papel voy a decir que no, cuando llega el momento y veo el personaje empiezo a dudar y digo “es que es tan bonito el personaje, es una pena, cómo no lo voy a hacer… Y acabo haciéndolo”.  -P: Usted, que lleva más de 50 años en la profesión, metiéndose en la piel de distintos personajes ¿cómo definiría la profesión de actor, ese aparentar ser otra persona y meterse en el carácter de otro? -R:  Eso es muy relativo porque te tienes que meter en una piel que no es la tuya, pero también hay gran parte de lo que tú eres, que lo colocas sobre el personaje. Yo diría que es como un intercambio: a mí me dan un texto con unas coordenadas que debo seguir, si el personaje es bueno y noble no lo puedo travestir, pero aún así, en mi trabajo siempre pongo parte de lo que soy, o al menos de lo que yo entiendo que debe ser el personaje.  Hay una cosa que se llama empatía, que es meterse en el personaje ajeno y entenderle. Siempre he intentado meterme en el personaje. Por muy feo que esté fuera, intento ver qué tengo en común con él. Esto funciona cuando el personaje va a favor de lo que soy. Con los personajes absolutamente malos, es mucho más difícil, pero en todo caso busco algo de mí que pueda aportar a ese personaje, o qué es lo que puedo comprender de él. La ficción como forma de vida -P: ¿Cómo nos puede ayudar ese mundo de la ficción a vivir en el que usted está inmerso desde, prácticamente, toda una vida? -R: Nos permite ampliar el registro que tenemos. Todas las personas tenemos un registro en donde asimilamos mejor la realidad. Si nos salimos de ese espectro, nos cuesta más. Cuando tienes que luchar con esos personajes, batallar con ellos, y buscar dentro de ti la forma de comprenderlo, te permites salir de tu zona de confort. Lo que nos ofrecen los autores de estas obras es todo un mundo, que en una vida normal y rutinaria no tendrías, pero que esta profesión tiene la oportunidad de pulsar. -P: ¿Qué supone para usted este homenaje que se le va a tributar en la “Semana de Cine de Mula”? -R: En primer lugar, una sorpresa, porque yo no soy un hombre al que le hayan dado muchos premios, menciones ni homenajes, entre otras cosas porque llevo una vida muy retirada de lo que es el mundo del espectáculo. Nunca me ha gustado salir fuera de mi grupo de amigos. No me gusta aparecer en sitios, me cuesta trabajo…Por eso me sorprendió. En segundo lugar me resultó muy agradable: voy a ir con mi familia y mis amigos un fin de semana a Mula, a recordar todo el calor que pasé en el castillo. Estoy muy agradecido.