El tratamiento del flamenco en los medios

Los medios de comunicación deben tratar de mostrar una radiografía de la sociedad donde se hallan y de la cultura que ésta ha recogido durante toda su historia. Desde su origen más cercano, a mediados del siglo XIX, el flamenco se ha convertido en una referencia del arte español, del cante universal del sur de la Península Ibérica, de nuestra impresionante piel de toro, así como una muestra de la unión y concordia de muchos influjos culturales que se han ido sumando en un crisol tan especial como dinámico. Hay, como podemos advertir, muchas influencias, muchos vectores en sus orígenes más remotos. La fuerza y el empuje del flamenco, que recoge herencias de centurias atrás, no tienen parangón. Tampoco su versatilidad. Pocas modalidades artísticas brindan la posibilidad de adaptación que alberga este arte al que se han referido literatos, premios nobeles, científicos y gentes de toda condición.

Si tuviéramos que resumir el cante flamenco, el cante hondo, el cante popular flamenco, sin duda tendríamos que utilizar los términos pasión y sensibilidad. Goza de ambas facetas. No se puede entender este cante, estos cantares, sin caer en la cuenta de los sentimientos que transfiere, sin utilizarlos como base de una expresión que se entiende más allá de sus letras, tan sencillas como reivindicativas de lo que acontece cada día.

Por la importancia que tiene este arte, y por la necesidad de plasmarlo convenientemente, se justifica, entre otros criterios, que estudiemos y tratemos convenientemente el flamenco, que nace desde el hondo sentir de dotar de academicismo a unas modalidades que encandilaron, por citar a algunos de los más reseñables, a Juan Ramón Jiménez y a Federico García Lorca, nuestro Federico, que han surtido con sus textos unos remozados andares por los más diversos palos.

Como quiera que la idea es, y debe ser, llegar al gran público, debemos intentar utilizar un lenguaje que se entienda y que, a la vez, contribuya a la formación de los futuros aficionados y profesionales que se dediquen a este universo tan rico como atractivo. No defraudemos en las expectativas, ni seamos vacuos. El perjuicio puede ser tremendo. Busquemos un encuentro que sea todo lo interactivo que seamos capaces de impulsar desde la propia organización del mismo. Los espacios de diferencias o de desconocimientos, en éste o en otros planos, hay que rellenarlos.

Dos fenómenos tan sustanciales y fundamentales para la sociedad como son el flamenco, el arte, las manifestaciones interiores del ser humano, y los medios de comunicación han de convivir para adentrarse en las maravillas de un universo que nos pertenece para que lo mejoremos. Por ello hemos de sembrar ciertos sentimientos y cosechar muchos más. Apostar por manifestaciones artísticas tan esenciales es una garantía de contribuir al conocimiento de los ciudadanos y ciudadanas y para hacer germinar unas dosis de tolerancia que siempre son necesarias. Hagamos una saludable labor en este campo.

Juan TOMÁS FRUTOS.