El profesor de la Universidad de Murcia Ángel Luis Pujante reúne los sonetos de Shakespeare en una publicación editada en Murcia y otra colectiva realizada en Suiza

El profesor Pujante, con el libro “Shakespeare. Sonetos escogidos. Las primeras versiones castellanas”.Se cumplen cuatro siglos este año de su edición original
Antes de ser popular por sus obras de teatro, Shakespeare fue conocido por sus poemas. Atraído por esta forma de poesía procedente de Italia, el escritor inglés escribió un total de 154 sonetos en los que, apegándose a la formula italiana, aportaba su personal voz a esta composición poética.

Publicados en 1609, los “Sonetos” de Shakespeare cumplen este año su cuarto centenario. Con este motivo, el profesor de la Universidad de Murcia Ángel Luis Pujante, gran conocedor de la obra de Shakespeariana y uno de sus más reputados traductores, se ha encargado de rastrear y recuperar esas primeras traducciones en España, las que tuvieron lugar entre 1877 y 1922. “He querido hacer una labor de recuerdo y recuperación. Estos sonetos estaban encerrados en bibliotecas, y muchos desconocían su existencia”, asegura Pujante.

 

Dos libros que conmemoran el centenario

    Estas traducciones han tenido un doble destino: por un lado el libro editado por la editorial murciana Nausicaä “Shakespeare. Sonetos escogidos. Las primeras versiones castellanas”, y, por otro,  la macroantología “Shakespeare’s  Sonnets Global” recién publicada en Suiza y en la que se reúnen los sonetos del escritor en más de 60 idiomas, habiéndose encargado Pujante de la parte de España y Latinoamérica –excepto Argentina-, así como de las traducciones catalanas, vascas y gallegas. El libro incluye una miniantología de todos los sonetos traducidos a estas lenguas y un dvd con los recitados de esas muestras.
Ambas publicaciones constituyen un homenaje a esos primeros traductores en verso de los Sonetos y una evocación de los originales en el cuarto centenario de su publicación en Londres.
    Los dos nuevos libros que reproducen las traducciones de los sonetos de Shakespeare.Al igual que había ocurrido en otras lenguas, los sonetos tardaron muchos años en ser traducidos al español. No fue hasta el último cuarto del siglo XIX, cuando diversos  escritores –poetas en su mayoría- se dedicaron a su traducción al español. Sin embargo, y a diferencia con lo que había ocurrido en países como Alemania, en los que el culto a Shakespeare propició la traslación del ciclo completo de los sonetos, ninguno de los primeros traductores de estos poemas al español se concentró tanto en el autor inglés como para traducirlos en su integridad. En lugar de ello, aparecieron numerosas versiones en revistas y antologías de España y, sobre todo, de América Latina, pues fueron autores del otro lado del charco los primeros que acometieron su traslación.
El primero en intentar la traducción de los sonetos fue Matías de Velasco y Rojas, Marqués de Dos Hermanas, un escritor de origen cubano afincado en España, que tradujo hasta 37 sonetos en 1877. Las traducciones continuaron con los colombianos Miguel Antonio Caro y Rafael Pombo, y no sería hasta final del siglo XIX cuando aparecieron las primeras traducciones de un español: las del poeta Jaime Martí-Miguel, que tradujo en 1895 cinco sonetos de Shakespeare.

Difícil traslación
    Cuando se trata de poesía, y en especial cuando se aspira a producir con ellas poemas en un molde igual al que se hicieron –esto es, poemas que mantengan su estructura y rima originales-, constituye algo mucho más elaborado que una mera traslación a otro idioma, por lo que sus artífices se han resistido siempre a llamarlas traducciones, y se han referido a ellas como interpretaciones, aproximaciones, recreaciones, versiones y variaciones.
    Como expresa el profesor Pujante esta antología aspira a ser “recuerdo y recuperación de las primeras traducciones en verso español de sonetos shakesperianos, que fueron la mayoría de las realizadas entre 1877 y 1922”. “Llámense versiones, recreaciones, transcreaciones o interpretaciones, todas piden ser juzgadas como tales y no como traducciones en prosa”. En cualquier caso, asegura que “sus autores tenían oficio y dominaban no sólo la lengua de origen, sino la versificación y la rima castellanas”. Por todo ello, para Pujante, el hecho de ser recuperadas en este 2009, cuarto centenario de la publicación original, “es a la vez rememorar su singularidad y su mérito, y evocar una creación original inigualada”.