falgas y cobacho (1)

El día que se completó la galería de Rectores de la Universidad de Murcia

Andrés Baquero Almansa, el primer dignatario de la Universidad de Murcia, la persona que puso en marcha el centro y quien se encargó, desde su puesto de Comisario Regio, de pronunciar el solemne discurso de apertura con el que se iniciaba la andadura de la Universidad de Murcia, allá por octubre de 1915, fue precisamente el último de los retratos que se incorporaba a la Galería de Rectores instalada en la Convalecencia.

Fue en julio de 2009 cuando José María Falgas, uno de nuestros pintores más reconocidos y veteranos, acudía al Rectorado de la Universidad de Murcia para hacer entrega oficialmente del retrato en el que había estado trabajando en los últimos meses.

El veterano pintor era también autor de otro retrato incorporado poco antes a la galería, el de Vicente Llovera Codorníu, el Comisario Regio que sustituyó a Baquero tras su repentina muerte, acaecida tres meses después de inaugurar la Universidad de Murcia. Llovera, antiguo presidente de la Diputación Provincial de Murcia, desempeñaría el máximo cargo de la universidad murciana entre enero de 1916 y abril de 1918.

Las dos nuevas incorporaciones a la Galería de Rectores de la Universidad de Murcia, completaban por primera vez la misma y llenaban un vacío casi centenario.

Los retratos realizados por Falgas correspondían a dos épocas muy diferentes en la obra del artista murciano, ya que, mientras el de Baquero había sido realizado expresamente para la ocasión y había sido concluido en el mes de junio de 2009, el de Vicente Llovera lo realizó en 1977 para la galería de presidentes de la antigua Diputación Murciana. Este último cuadro, propiedad de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, fue cedido por ésta a la Universidad de Murcia.

Este cronista recuerda a Falgas, con la pasión que siempre le ha acompañado cuando hablaba de su propia obra, explicando ante el Rector Cobacho y la directora de la Revista Campus digital Ana Martín, las diferencias entre ambos cuadros y las diferentes motivaciones que habían presidido sus intenciones a la hora de afrontar dos creaciones cuya ejecución se separaba en más de treinta años. El maestro dio in situ una magnífica disertación de la dificultad de las manos en el retrato.