El conocimiento y la comunicación rejuvenecen

Intentemos esa fórmula que nos mantiene jóvenes de ánimo y de espíritu. Acudamos a su práctica y vivamos sus efectos. Acudimos a una cita donde aprenderemos de la comunicación misma. Hemos sellado las grandes apariencias con toques que nos darán las mejores atenciones. Nos hemos cuidado de las aficiones con las que creceremos en las apariencias que se transformarán en aprendizaje continuado.

Hemos supuesto, y, ante las dudas que se han planteado, hemos preguntado, y con placidez hemos obtenido varias respuestas. Las iremos distribuyendo de manera espiritual. No seamos como la manada. Intentemos ser independientes.

Cada día, advertimos las complacencias con unos toques de buen humor que nos hacen huir de las presencias con las que vamos a consumir lo que ni siquiera es nuestro. Hemos aplaudido con unas vertientes de calibre distinto, y ahora entonamos el camino de la verdad con una misión que haremos posible. Tendremos que ir. Hallaremos muchas fórmulas de consumiciones reales. Demos con lo que nos parece justo.

Debemos sugerir los momentos de una fuerza que nos ha de dar coraje suficiente para subir a esa cima comunicativa donde todo será como deba ser. Las cuestiones de otras formas y fortunas han de proseguir con unas implementaciones de orígenes formalizados. Nos presionarán para tocar ese fondo que nos mostrará esa salubridad mental con la que hemos de seguir. Busquemos y defendamos ese brillo con el que debemos aprender diariamente.

Nos hemos puesto con el paso del tiempo manos a la obra, y con una exactitud de casi un reloj nos hemos preferido con unas garras nada afiladas, sino comprometidas con la docencia sencilla, ésa que viene de conjugar bien los términos, que han de ser inicios perennes. Las impresiones de factura diversa nos han de proteger con unas semblanzas dispuestas hasta decir que vale y que basta. Siempre se ha dicho, y es verdad, que juntos podemos, y más en comunicación. No vamos a estar donde todos son sin discernir lo genérico de lo específico.

Determinemos las voluntades con una sonrisa de preferencias supuestas. Dictaminaremos lo bueno con una sorpresa impaciente. No iré sin analizar lo que ocurre. Las cosas han de estar en el justo equilibrio de los lados. Aprender será el consejo, y puede que también la especial felicidad. Nos hemos de mover con tino para que la sabiduría nos sorprenda con más deseo de conocer. Es la manera de no envejecer comunicativamente hablando, lo cual incide también en la ética y en la estética. Procuremos ser jóvenes con la contemplación puesta en el diálogo, en el consenso, en la voluntad de comprender desde el corazón y la mente.