El clasicismo I:la forma sonata

A principios del XVIII, aun cuando Bach y Haendel escribían en las tradicionales formas y estilo barroco hasta alcanzar las cotas más altas de perfección, surge una nueva corriente musical que tendrá por objetivo la claridad melódica y la transparencia de las formas. Normalmente el periodo clásico se define entre 1750 y 1800. En el barroco dominaban los contrastes, la oposición del solista al “tutti” (toda la orquesta) en el Concierto para solista o Concierto grosso y el papel del bajo continuo que servía de apoyo a la línea melódica del solista y que podemos observar claramente al escuchar cualquier Aria de la época. 

Poco a poco, los compositores buscaron la forma de equilibrar al máximo todos los distintos componentes de la orquesta, -sobre todo la cuerda que a principios del XVIII constituía su base fundamental-, frente a los contrastes típicos del barroco.

Se busco un lenguaje musical más sencillo, más fluido y que dependiese de una única idea musical como medio de expresión.

La orquesta poco a poco fue aumentando su tamaño e incorporando nuevos instrumentos de viento madera, y metales conforme las innovaciones técnicas les permitían mayor capacidad expresiva y facilidad en su manejo, y los compositores se sirven de ellos para provocar contrastes melódicos y producir tensión con los cambios de textura.

Asimismo el clavecín del barroco da paso al piano-forte, que tomara el relevo en el importante repertorio para tecla escrito en el clasicismo y cultivado por todos los compositores en sonatas, conciertos y tríos y quintetos con piano

Por otra parte, los compositores tendieron a usar un lenguaje formal más inteligible y claro basado en el uso de regiones de contraste y el bitematismo.

Este contraste es un contraste de temas, es decir, de melodías fácilmente reconocibles a lo largo de la obra, y no un contraste de timbres sonoros del barroco.

Frente a una melodía escrita en el tono de Tónica, y con unas características propias, se oponía otra melodía, generalmente escrita en el tono de la Dominante y que contrastaba con la primera, y es a esto a lo que hemos llamado bitematismo.

La organización de los tiempos sigue siendo con frecuencia a mitad de siglo: Allegro-Adagio-Allegro, y autores como Sammartini o Carl Phillip Emmanuel Bach organizaron los temas de forma singular, que más tarde se le denominaría forma de Sonata.

La Sonata es la gran forma por excelencia del Clasicismo, y aunque luego ese nombre se usó para denominar piezas de varios movimientos, como las Sonatas para piano de Beethoven, su forma estructural se aplica a un solo movimiento. Se usó con efusividad en los primeros movimientos y últimos de las Sinfonías y Cuartetos, en obras para solista e incluso en obras para un solo instrumento.

Pese a no poder profundizar en la forma sonata por razones de espacio y complejidad que se escapan del ámbito de esta revista, expondré unas líneas generales, que considero importantes para poder reconocer dicha forma en las audiciones, y disfrutar aun más de ellas “siguiendo la pista” al compositor.

 

La sonata es una forma compuesta de dos partes (bipartita), fácilmente diferenciables puesto que generalmente se repite la primera y en ocasiones la última también lo hace.

Al comienzo de la primera parte, llamada Exposición, (a veces precedida de una introducción lenta) el compositor presenta las ideas principales, esto es por tanto aquellos temas que marcan el carácter general y el tempo de la obra. Ejemplos famosos que podemos recordar son el primer movimiento de la sinfonía Júpiter de Mozart o de su sinfonía nº40, cuyo tema ha servido también de tono de llamada en muchos teléfonos móviles.

Después de presentar este tema principal que concluye, se presenta el segundo tema, que contrasta con el primero ya que por lo general suele tener un carácter más lírico y tranquilo. Tras presentar el segundo tema, una pequeña parte de transición conduce de nuevo al primer tema y a la cadencia (fragmento con finalidad de crear tensión para concluir) con la que finaliza la Exposición que como hemos dicho se repite por lo general.

La segunda parte, llamada Desarrollo, comienza normalmente con el primer tema tocado en el tono de la dominante.

Pero esta vez, el compositor va a explotar las posibilidades de los temas de la Exposición , los va a fragmentar y reelaborar creando combinaciones y secuencias nuevas y por lo general la tensión de la obra va a aumentar considerablemente hasta alcanzar un punto de máxima tensión buscando una resolución o clímax final.

Tras alcanzar ese punto, se prepara el regreso de los temas de la exposición en su forma original: recapitulación.

En las obras de mayor extensión, después de presentar los temas de la exposición al final del Desarrollo, se suele incluir una parte llamada coda, que es una parte más o menos libre donde el compositor redondea el final de la obra.

Ahora invito al lector a escuchar los ejemplos que se añaden en la guía de audición para intentar reconocer esas partes, (a veces es necesario escuchar varias veces un movimiento) con lo que se disfrutara mucho más de las obras.

Pese a que la descripción anterior suele ajustarse por lo general a las prácticas de grandes sinfonistas como Haydn, Mozart o Beethoven, cada uno de ellos desarrolló la forma sonata según sus propias convicciones y la definición, sirvió más para la producción de nuevas obras que para entender en profundidad las obras de dichos compositores.

En resumen, el periodo clásico se va a distinguir con respecto a los demás, por ser una música objetiva (música es música como decía Mozart), contenida en las emociones, refinada, elegante, cortesana, a veces algo superficial pero en absoluto pobre. Y ser la música más fácil de escuchar, entender y seguir por parte de los oyentes.

GUIA DE AUDICIÓN

Son innumerables los ejemplos famosos de música de este periodo que podemos incluir en esta guía, y muchos de ellos seguramente son ya conocidos por el lector, no obstante y puesto que en este articulo nos hemos centrado sobre todo en la sonata como forma indispensable del clasicismo, aquí presento algunos ejemplos que pueden ser útiles para comprenderla de forma práctica, aunque en ocasiones suele muy complicado. En las sinfonías y cuartetos debemos observar detenidamente los primeros y últimos movimientos.

Haydn:

Sinfonías: nº45 “Los adioses”, nº92 “Oxford”, nº101 “El reloj” y nº103 “la sorpresa”

Cuartetos: en general los de la serie op 20, y op 76 nº3 “Emperador”

 

Mozart:

Sinfonías: nº38 “Praga”, nº40, nº41 “Júpiter”

Cuartetos: K.465 “De las disonancias”, K.499 y K.575

 

Beethoven:

Sinfonías: nº 5, nº 7 y nº8, obras maestras son también la 3º y la 9º, pero su comprensión es más difícil.

Sonatas para piano: Claro de Luna, Patética, Appassionata, las tres son muy conocidas y fácil de conseguir.

Cuartetos: op.59 nº1 y nº3.

Invito al lector a que extienda su búsqueda a todos aquellos ejemplos clásicos que aquí no presento y cuya audición es igualmente interesante para comprender este periodo. Así mismo, a otros compositores como J.C.Bach, C.P.E. Bach, Sammartini, Boccherini, Gluk o Cherubini que también contribuyeron al esplendor del clasicismo y al desarrollo de sus formas.