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“Durante 36 años, cada día me he marchado a casa con un conocimiento nuevo” (Ana de Godos, en su jubilación)

Pascual Vera

La vida profesional de Ana de Godos ha estado íntimamente relacionada con el SUIC (Servicio Universitario de Instrumentación Científica), hasta el punto de que los comienzos de su estancia en la UMU y el nacimiento del Servicio se produjeron  al mismo tiempo.

Fue en la primavera de 1983 cuando se creaba el Servicio en la Universidad de Murcia. En la Guía Universitaria del curso 1983-84 se daba cuenta de este hecho, asegurando que “el creciente coste de instalación y mantenimiento de los cada vez más sofisticados equipos instrumentales de investigación científica, así como la complejidad de su operación han motivado la creación de este servicio, que pone a disposición de todos los departamentos de la Universidad de Murcia un conjunto de medios hoy inalcanzables para grupos aislados de investigación”.Eso sobre el papel, porque Ana de Godos recuerda aquellos comienzos como un tanto duros, tanto por la escasez de personal como por la complejidad en el manejo de los aparatos, que en aquellos comienzos le gastaban muchas malas pasadas a causa, entre otras cuestiones, de los cortes en el suministro eléctrico que –recuerda- dieron al traste  con más de un fin de semana de experimentos.

Recuerda Ana que los primeros tiempos el Servicio estuvo en la Merced, y más tarde se trasladó a la facultad de Química, ya en Espinardo, hasta recalar finalmente en el edificio SACE, donde “ya teníamos unas excelentes y cómodas instalaciones”.

Según nos relata Ana, la creación del servicio se produjo a raíz de los numerosos problemas que se daban con el primitivo equipo de resonancia magnética nuclear, que era manejado por todos, lo que producía numerosos problemas de uso y funcionamiento. Surgió entonces la idea de crear un centro general que estuviera manejado exclusivamente por profesionales y, “sobre todo, en el que intervinieran las menos manos posibles”.

 

Los primeros compañeros

 

Y allí entró Ana de Godos, durante un par de años, la primera y la única trabajadora de aquel Servicio, en el que pronto comenzarían a entrar sus primeros compañeros: Roque Ortiz, Isabel Buendía…

Ana de Godos recuerda aquellos primeros tiempos como realmente complejos, en los que había mucha instrumentación, ya que al primigenio “equipo de resonancia magnética nuclear se le fueron añadiendo otros muchos”, y aquellos primeros trabajadores debían saber el funcionamiento de todos, algo realmente complicado. Poco a poco se fueron incorporando más compañeros, y la instrumentación se fue haciendo menos problemática. Ana de Godos se especializó finalmente en la técnica de Resonancia Magnética nuclear. “Desde esos momentos, siempre he estado muy satisfecha en mi puesto de trabajo, porque me pude centrar en una técnica determinada y especializarme en ella, lo que me ha deparado muchas satisfacciones, sobre todo cuando he ido comprobando el agrado de los usuarios”.

Asegura que lo que más le ha motivado durante estos 36 años ha sido comprobar que el suyo ha sido “un trabajo en el que cada día me he marchado a casa con un conocimiento nuevo”.

Según ella, ahora sería imposible la investigación sin la centralización de los servicios de instrumentación, un tema en el que la Universidad de Murcia fue una de las pioneras en toda España, creando un centro general de apoyo a la investigación y adelantándose a universidades de tanto peso como la Complutense de Madrid o la de Granada.

Según ella, la instrumentación es hoy de tal envergadura en las universidades que los grupos de investigación ni siquiera se pueden plantear adquirirla, ni por el coste económico ni por la complejidad de su manejo.

Ana de Godos está convencida de que en su nueva etapa como jubilada, que comienza en unas semanas, echará de menos sobre todo el trato con sus compañeros, pero también el estímulo intelectual que supone enfrentarse todos los días con un problema nuevo. Pero para suplir eso, Ana de Godos, mujer previsora, ya ha previsto algunas actividades para intentar mantenerlo.