Días para los sentimientos

Juan TOMÁS FRUTOS

Todo el mundo lleva su cruz a cuestas. Puede que varias. De tamaños, de pesos, de costes, de opciones, de fracturas, de posibilidades, de caídas por ellas, de dolor… todos sabemos… mucho (puede que demasiado).

Lo importante es sobreponerse a ellas, convivir con ellas, afrontarlas con valentía dentro de los temores que todos podamos albergar, que, de suerte en suerte (con interrogación quizás), nos invaden, pero decididamente no debemos dejar que nos ganen esos pavores. La partida, debemos decirnos, siempre es nuestra. Lo es.

Estamos en plena Semana de Pasión, en unos días para recordar, para retomar, desde la experiencia, lo que fue y lo que pudo haber sido. La vida son ciclos (siempre): de nuevo caemos en la cuenta de ello. Lo conveniente sería otearnos todo el año así.

Contabilizamos, en estas fechas, gentes que se van, personas que vienen, opciones perdidas y otras muchas que surgen, esto es, vencimientos y re-inicios. Todo lo bueno está por ocurrir. El consejo es que mantengamos los ojos bien abiertos para no perdernos lo crucial en relación a aquello que nos sucede, para ser capaces de interpretarlo.

Continuar, de algún modo, es revivir, y no sólo por repetir experiencias con las oportunas o respectivas circunstancias de cada etapa, sino porque hemos de ahondar en las variopintas fichas que tenemos, que son numerosas, bastantes, a menudo infinitas, para ser felices.

Es una semana, ésta, en lo religioso, en lo espiritual, en lo colectivo, para los que creen, para los que creerán, para los que aún andan de camino a la salubridad hasta sin saberlo. También son jornadas para rememorar a quienes se encuentran en otra dimensión, como la querida compañera Águeda: cada una de estas mañanas le mandaré un beso.

Y mandaré más besos y abrazos, esta semana y sucesivas, porque no estoy dispuesto a esperar que sea demasiado tarde para demostrar que amo a quienes tanto se lo merecen por multitud de motivos. Es, aunque suene a obvio, mi particular Semana de Sentimientos.