Cuarto centenario del nacimiento de la Ópera

El 24 de Febrero de 1607, en el teatro de la corte de Mantúa, se estrenaba la ópera “L´Orfeo, favola in musica” compuesta por Claudio Monteverdi sobre un poema de Alessandro Striggio.

Con el estreno de esta obra, considerada la primera y autentica gran ópera, nacía un género musical al que se dedicarían la mayor parte de los grandes compositores.

Los principios formales y el estilo de Monteverdi fueron seguidos por los compositores italianos a lo largo de todo el siglo XVII, basándose la temática casi siempre en la mitología.

Schüzt y Lully acercaron a sus países, Alemania y Francia respectivamente, esta nueva novedad escénica que no tardo en asentarse.

En su primer siglo de vida, la ópera ya se había extendido por Europa y comienza a convertirse en el más completo y opulento espectáculo conocido.

A lo largo del XVIII, aparecen nuevos elementos en la ópera y quizás el más importante para su evolución fue el Aria , que surgió en la escuela napolitana y que pronto adoptaron todos los compositores.

El Aria, es una forma musical, destinada a ser interpretada por un solista acompañado por la orquesta. Aumentaba el lirismo musical de las óperas y permitía a los cantantes mostrar su virtuosismo. Es ésta la época de los castrati , capaces de insuflar mayor potencia a las partes agudas frente a la soprano, pero más valorados por la peculiaridad de la voz que por las dotes escénicas que poseían.

El éxito en 1733 de “ La serva padrona” de Pergolesi, marcaba la aparición de un nuevo género operístico: la ópera bufa, que llevaría a su máximo esplendor Rossini con obras como “ El barbero de Sevilla ”.

Con siglo y medio de vida, se había establecido ya en la ópera la división en recitativo y aria y aparecen dos puntos de vista diferentes sobre la concepción del conjunto texto y música: la música al servicio del texto o el texto al servicio de la música.

Mozart siempre puso el texto al servicio de la música creando las óperas más bellas y perfectas que jamás se han escrito como “ Las bodas de Figaro ” o “ Don Giovanni ”, y sentó con el singspiel “ La flauta mágica ”, las bases de la ópera alemana del XIX.

Beethoven, que no poseía las cualidades dramáticas naturales de un Mozart, hizo su mayor aportación a la ópera con la obra “ Fidelio ” en 1814, buscando el objetivo de acercar lo máximo posible la música y el texto.

A partir de ahí la ópera evolucionó rápidamente enganchada al movimiento romántico con compositores como Berlioz, Rossini o Verdi hasta culminar en Wagner con la creación del drama musical, donde texto y música conforman una unidad expresiva total.

Wagner introdujo el empleo de temas significativos o leitmotiv, que son las piezas básicas sobre las que se caracterizan las situaciones y los personajes y cuya presencia y combinación dan una particular expresividad y sensación de uniformidad a obras como “ Parsifal ”, “ El anillo del nibelungo ” o “ Tristan ”.

En la segunda mitad del XVIII comienzan a aparecer las primeras óperas nacionalistas en Checoslovaquia y Rusia, que incorporaban elementos autóctonos a la temática dramática y musical.

A finales de siglo el romanticismo en la ópera llegó a su fin con la aparición de compositores como Gounod, Massenet y el gran Bizet con obras como “ Carmen ” de 1875.

La primera mitad del siglo XX, estuvo dominada por la corriente neoclasicista bajo la imponente personalidad de las obras de Wagner.

Tras alcanzar Wagner los limites de la tonalidad y la armonía conocida en la época, no había vuelta atrás y la evolución de estos conceptos desembocó en el expresionismo que a su vez conduciría a una renovación total de la técnica musical con la aparición del dodecafonismo y el serialismo.

Ejemplo de esta época tenemos la complicada ópera “Wozzeck”, de Alban Berg, estrenada en 1925 en Berlín.

Había algunos oponentes del dodecafonismo que se aferraron a las formas teatrales tradicionales. El compositor muniqués Carl Orff escribió exclusivamente para el teatro y su cantata escénica Carmina Burana (1937) tiene una textura elemental en sus melodías y ritmos que han dado la vuelta al mundo.

La aparición de obras con textos recitados estáticamente sobre ritmos percutidos, y sonidos de una orquesta no convencional son algunas nuevas variantes que presentó el siglo XX, en busca de un lenguaje nuevo mediante la experimentación ritmica, timbrica y sonora.

Sin embargo siempre ha existido un lazo que durante la historia de la ópera ha unido tan diferentes estilos, y ha sido el continuo interés por el uso de textos de un alto valor literario.

GUIA DE AUDICIÓN

A lo largo de estos 400 años de producción operística podemos encontrar infinidad de bellos ejemplos que podríamos indicar para disfrutar de ellos.

El fin de esta guía es sin embargo mostrar en poco espacio un número más reducido de aquellas piezas, que por sus características especiales, se han convertido en obras maestras y podemos encontrar con facilidad en la mayor parte de casas discográficas.

Haendel:

Giulio Cesare in Egipto. Rinaldo.

Mozart:

Las bodas de Figaro. La flauta mágica. Don Giovanni. Cosi fan tutte.

Beethoven:

Fidelio

Rossini:

El barbero de Sevilla.

Bizet:

Carmen. L´Arlésienne.

Giuseppe Verdi:

Nabuco, Aida, La traviata, Otello, Rigoletto.

Puccini:

La Bohéme, Tosca, Madame Butterfly.

Mascagani:

Caballería Rusticana

Wagner:

Parsifal, El anillo del Nibelungo, Los maestros cantores. Trista e Isolda