Creatividad comunicativa frente a la crisis

Es evidente que únicamente ante situaciones complicadas nos crecemos y fortalecemos en los ámbitos intelectuales y societarios. Ocurre en más esferas. Como decía Chesterton, “si no fuera por la roca del acantilado la ola no llegaría tan alta”.

Ante cualquier tipo de puesta en cuestión de lo que tenemos o respecto de dónde vamos, el consejo es que seamos creativos y que la abordemos con imaginación. Hablar de que estamos inmersos en una crisis económica, que seguramente se extiende a otros conceptos o elementos de la sociedad, es abundar en lo obvio. Ríos de tinta se han escrito por doquier, utilizando todo tipo de formatos y de géneros y soportes mediáticos, para abundar en lo que estamos viviendo en todo el planeta (en algunos lugares es una realidad mucho más opresiva). Las convulsiones más o menos visibles están ahí, y se perciben a través de la bolsa, de las pérdidas de empleo y de insuficiencias materiales y contables.

Por supuesto, esta crisis ha tocado de lleno al mundo de los medios de comunicación, y también, pese a su proliferación constante, a aquellos que se basan en las nuevas tecnologías informativas. Además de señalar que todo esto era previsible, la pregunta es si es evitable en sus grados más superiores. La mayoría de los expertos creen que sí. Después de todo, los nuevos modelos de trabajo nos permiten una gran altura de miras y una flexibilidad más patente y jugosa.

Asombra ver cómo esta crisis está llegando a todos los estadios, y como empresas y profesionales que han sabido en todo momento adaptarse a los nuevos tiempos se han dejado llevar por la tormenta, por el tornado de la desaceleración. Es claro que todo afecta a todo, y que el consumo establece, como hábito que es, unas conexiones entre los diversos sectores que es sumamente difícil que podamos taponar algunas riadas económico-financieras.

Algo pasa. Seguramente hemos perdido no solo el crédito material, sino también la credibilidad en nosotros mismos. Hay menos fe en que somos capaces de reaccionar en tiempo y forma. No pensamos que tengamos capacidad de detener la marejada que se nos avecina, que llega ya. Quizá pensemos que hemos sido tan flexibles en algunas cosas, esto es, en horarios, en salarios bajos, en precariedad laboral, etc., que no podemos serlo más. Convendría, en ese caso, entender estos conceptos de otro modo.

 

Compartir en vez de competir

La flexibilidad que ofertan los nuevos medios informáticos, las nuevas tecnologías, nos pueden llevar, sin lugar a dudas, por unos itinerarios de una mayor, y más creciente, creatividad y entusiasmo. La ilusión casi dejada en los cuentos de la infancia ha de ser la premisa ante todo lo que está por hacer. Puede que, en vez de competir, tengamos que articular nuevas formas de trabajo partiendo de la solidaridad y de la entrega a los demás. Es posible que compartiendo generemos más.

Las experiencias de cada cual o de la propia sociedad, sobre todo cuando sean positivas, han de trasladarse de un lugar a otro en la búsqueda de sinergias que procuren un optimismo más ingente, así como unos resultados, si no más cuantiosos, sí distintos, cercanos a la realidad de las cosas. La vida se nos ha alejado demasiado por unos incrementos en muchos órdenes que no solo no eran posibles, sino que tampoco eran aconsejables.

Los retos comunicativos son los desafíos del futuro. Los avances nos han de hacer sumar, y, si es posible, a cuantas más personas, mejor. No dejemos que florezcan ansias de conquistas económicas o tecnológicas que queden en pocas manos. Si es así, la rentabilidad acabará siendo caduca, como ahora se nos tercia el destino al que nos hemos trasportado.

Pensemos con compromiso, con agilidad, con anhelos de ser flexibles, pero no para conseguir objetivos mezquinos sino mejoras compartidas. En lo global, en el conjunto está el avance. Decían nuestros ancestros que “en la unión está la fuerza”. Aquí planteamos una conexión en lo humano, e igualmente en y con lo tecnológico. Se trata de sacar los máximos beneficios de ambos lados de la moneda. Para ello hay que contemplar de manera integral lo que existe y las diversas opciones, claro.