Convencimientos comunicativos

Sumemos. No nos pongamos a perder un tiempo que no tenemos. Hemos de reseñar los aspectos que nos procuran afirmaciones, y no lo contrario. Nos damos unas garantías que nos hacen asumir lo que no es coste en lo unívoco. Nos determinamos con fantasías que nos recuerdan qué podemos hacer. Lo que es o no es no nos detiene: seguimos. Nos hemos tumbado ante las advertencias de quienes nos vienen con sonidos que se fugan. No te diré ese sí que ahora me aboca a sentidos medio nuevos. No termino de entender lo que nos contamos con sabidurías externas. Las conclusiones llegan de manera anticipada.

 

Nos confesamos amigos de las virtudes que tienen que ver con la solidaridad, que precisamos como garantía medio externa. Nos interiorizamos con panes y peces entre versículos que nos consuelan con sus tonos más fugaces. Iremos a ver lo que no nos ocurre. Las existencias se confunden. Hemos averiguado señales que nos sirven de testigos en la larga esperanza que nos promueve para estar y para ser con sesgos determinantes. No iremos tan a la ligera como en otras ocasiones.
Convenzamos a nuestras mentes de todo lo que es posible hacer. Tengamos la fiesta en esa nueva paz que nos confía lo mejor de nosotros mismos. Nos hemos de presentar sin condiciones, prestos a que las circunstancias nos saquen de esos momentos menos claves. La ida ya comienza a ser regreso. Nos hemos de sentir libres con el sentimiento ciudadano común, que es la base para estructurar lo que nos invierte con procesos destacados. Las convenciones han de ser superadas. Ganemos con miradas de aquiescencia.
Veamos entre frustraciones de creencias medio nuevas. Hemos de adivinar las fechas en las que las uniones son posibles y dar con las instantáneas que pueden resumir los consuelos que son en la medida de algunas confianzas. No pongamos especial hincapié en lo que nos oferta decisiones imposibles. No viajemos sin billete. Puede que tengamos que bajar y volver a subir, y precisaremos, para ello, para entonces, algo que nos justifique.
Sintamos la necesidad, que no la obligación, de comunicar en el convencimiento de que los diálogos nos hacen adivinar dónde se halla esa fe que es capaz de mover montañas. No neguemos las evidencias. La existencia tiene muchas flores que hemos de disfrutar en un paisanaje que nos envuelve con sus tonos más rosados. Sigamos por donde sea menester para que el equilibrio sea el cimiento de esa realidad que queremos construir. Juntos daremos con la necesaria onda. Restauremos ese orden de las cosas que nos gustan, que nos proporcionan la suma aritmética de unos contentos que están en el frontispicio del valor, de la pura ilusión, que es, en definitiva, todo.