Constante educación, más futuro

El proceso de aprendizaje ha de ser perenne. Si por dejadez lo convertimos en caduco, todo envejece antes, tanto el espíritu como el cuerpo, tanto la mente como nuestro ritmo de actividad. La didáctica y el reconocimiento diario, con su consiguiente formación constante, es una práctica necesaria en cualquier oficio y en cualquier profesión.

Hay que estar al día de lo que pasa, y de lo que se piensa sobre lo que acontece. El pulso cotidiano ha de captarse sobre todo en profesiones como la periodística. Conocer el perfil de este oficio es acercarse a sus características, a sus preocupaciones, a las ocupaciones reales, a las posibilidades de mejora, a los cambios y a las posibilidades que tiene, que son muchas, etc.

Pensemos siempre en la necesidad de una formación permanente, en la defensa de los valores que podemos considerar universales. Sin ellos no hay civilización, no hay progreso, no hay avance, no parece que pueda haber futuro. Recuperar esos presentes intangibles es volver a esencias que debemos tener como referencias.

Las nuevas tecnologías son el instrumento último para hacer que los medios vuelvan a emerger con sus funciones y pretensiones de toda la vida. Es una buena alianza la que se da entre el Periodismo y las TIC´s. Éstas permiten más facilidades, más inmediatez, más cultura del conocimiento en el origen y en el destino. En contra de estas afirmaciones tenemos argumentos como la saturación, como la fragmentación de las audiencias, como el conocimiento previo que hay que poseer para poder optimizar recursos, etc.

Los medios periodísticos pueden, asimismo, desempeñar, y, de hecho, desarrollan, una función formativa y de culturalización como base para compensar determinadas deficiencias de la ciudadanía. Lo que sucede es que no siempre actuamos con diligencia, y no aprovechamos en todo momento el cúmulo de oportunidades que tenemos y que nos podemos brindar. Hace falta que los hábitos de consumo vayan por otro lado, y, en ese sentido, es precisa una convención de intereses entre ambas orillas, que forman parte del mismo océano: me refiero a la necesidad de que el público y los profesionales se vean como elementos necesarios del proceso comunicativo.

Las ideas y los sentimientos han de cruzarse en el camino del aprendizaje, como debemos insistir en un principio y al final. La visión humana ha de ser la garantía para salir adelante. La comunicación precisa de mesura, de equilibrio, aunque a veces la tengamos que aderezar con un cierto atrevimiento. En todo caso, la formación, la cultura, el que nos adentremos en todo cuanto podamos conocer es la base para aspirar a un ejercicio que ha de procurarnos muchos frutos y buenos resultados. Ése es el objetivo. La educación ha de ser constante, perpetua, sin que nos detengamos. Ahí tenemos futuro. Todos. No olvidemos que ésa es la clave que nos lleva a insistir en la constante educación. Supone mucho.