Comunicación multidisciplinar

Hemos de aprender de todo, todos los días. No paremos. Ése es un viaje de retorno con un equipaje variado, que nos muestre salubres. Hemos de mantener esa línea de comunicación multidisciplinar que nos invite a acoger diversos estados de ánimo, posturas complementarias y raíces de todo género. La pluralidad ha de ir acompañada de pluralismo, de buenos deseos, de lindas experiencias sin ocasos. Miremos más allá, y tratemos de ver lo que se esconde en la naturaleza de las cosas, que, a menudo, no se esconde verdaderamente: ocurre que no lo vemos con la facilidad de su sencillez. Evitemos asperezas.

Abramos las ventanas, quitemos las puertas, sintamos que estamos en la misma onda, porque verdaderamente lo estamos. En muchos momentos simplificamos las cosas complejas y hacemos complicadas las que son entendibles a la primera, o deberían serlo. Mudemos el chip. Intentemos dar con ese modelo que ha de salpicarse de flexibilidad, de planeamiento, de mesura, de idas y de vueltas hacia ese lado que ha de proponer un cambio de mentalidad en la idea de aprender todos de todos. Durante la historia hemos demostrado que somos capaces de ello, y de mucho más.

Cojamos, pues, con entereza las posibilidades que nos vienen con una frescura enorme y, además, con el anhelo de transformación. Podemos acercarnos más, y conocer más, en la seguridad de que nos sentiremos más confortados con la naturaleza de un entorno que hemos de admirar como aliado que es.

Apliquemos el remedio de sanar con la meditación, con los intercambios de pareceres, con las voluntades decididas de llegar a los puntos y cimas donde todos tendremos el uso de la palabra desde los soportes democráticos de la tolerancia, del respeto, del cumplimiento de los derechos y deberes de cada cual, etc. Es una buena opción, quizá la mejor, puede que la única que nos hará libres de verdad.

No vendamos conocimiento, sino más bien tratemos de compartirlo con generosidad y perspectiva de futuro. Con la línea comunicativa abierta, sin trazar fronteras ni límites, con el corazón ampliado y dulcificado por la voluntad cotidiana de ser en sociedad, insistamos desde la interacción informativa para estar más en ese escenario en el que juntos podremos y seremos lo que todos queramos ser. Digamos el qué, el cómo, el porqué, el para qué, sin olvidar a los protagonistas, que han de ser amplios y heterogéneos, lo cual constituirá una base interesante, fuerte y relevante de verdad. Pensemos en seguir comunicando, o en comunicar mejor, según el caso. Esperamos que la línea esté abierta. A ello hemos de contribuir cada uno de nosotros y de nosotras en la convicción de que la vida será mucho más bonita.