Comunicación es igual a deseo

Emparejemos algunos términos que nos parecen cruciales para entender nuestro deambular. Comunicación es igual a deseo. Nos quejamos de soledades que luego expandimos. Hemos sentenciado las vidas con muestras que nos duelen, que se apoderan de las caídas en las que nos sentimos parte de un destino sensacional. Hemos separado algunas ideas para poderlas disfrutar mucho más. Nos agasajamos con unas monedas que nos reclaman unos cuantos cambios. Ultimamos las medidas que nos han de preferir en las nuevas actividades con las que aprenderemos. Las garantías son todas.

 

No detengamos el tiempo ahora que canalizamos tanta energía. Hemos añadido espacios. Las cautelas de las vivencias ásperas nos obligan a quedarnos en esos procesos que han de considerar las bases con las suficientes interpretaciones para dar con los canales pacificadores. No destaquemos las ásperas apatías de cuando las cosas fueron de otra guisa. Ahora hemos aprendido de los errores, y eso es bueno, nos parece bien.
Causemos los suficientes deseos para dar con las dudas que han de suponer la parte de un tesoro con el que vamos a consolidar los espacios de tiempos atrás. No separemos las voluntades que tanto bien nos hacen con los sentimientos de años que sirvieron para dar con las mocedades y los trasiegos más dispersos. Hagamos todo el bien posible. Las astucias nos requirieron para interpretar el universo con otras ópticas. Ahora pasamos de una era a otra con consideraciones maravillosas.
Retornemos a esos espacios que nos dirigieron la moral hacia esa etapa que vamos a entender como nueva. Lo es. La vida tiene tantas opciones que no siempre sabemos elegir con propiedad. Estamos entre conclusiones que, apenas comienzan, ya están terminando. El ritmo, en algunos momentos, nos ayuda a continuar como si tal cosa. No hemos fracasado en el amor, ni queremos. Tendremos toda la fuerza de antaño para dar con las aplicaciones de años mudos. Permitamos las sensaciones.
La existencia es en las trayectorias de mundanos planteamientos con los que hemos de aceptar los envites con y sin causas. No podemos quedarnos entre blandas posibilidades que nos tumban cuando las cosas no van como queremos. Hemos de implicarnos más y mejor con el afán de compartir las pequeñas y grandes conquistas traducidas a éxitos. Hemos asistido a las razones de quienes vienen con sus sombrajes penitentes que ahora repasan las conclusiones de los que esperan para tener más tiempo para hablar, para comunicar, para contar aquello en lo que creen. Iremos a donde haga falta. Los anhelos de juventud y otros que hemos hallado por el camino aguardan.