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Cela en familia, homenaje al nobel español en la UMU

Cela vuelve a la UMU 30 años después

(Imagen: Camilo José Cela en la Universidad de Murcia en febrero de 1988. Foto: P. Vera)

Hace casi 30 años, en febrero de 1988, el escritor Camilo José Cela paseó por el Campus de la Merced acompañado por el profesor Victorino Polo. El lunes 12 de diciembre, su hijo y su hermano, Camilo José Cela Conde y Jorge Cela Trulock hablarán en el Hemiciclo de la Facultad de de Letras sobre “Cela en familia”. Será a las 18’30 horas en un acto que estará presidido por el Rector José Orihuela y moderado por el profesor Victorino Polo.

El acto es un homenaje a Camilo José Cela en el centenario de su nacimiento, y forma parte del ciclo Deletreartes, Logografías Culturales, que organiza el Servicio de Cultura de la Universidad de Murcia.

La revista Campus publicaba entonces una entrevista firmada por quien esto suscribe.

Hacía un año que al escritor gallego le habían concedido el Premio Príncipe de Asturias, pero no sería hasta el año siguiente cuando le fuese concedido el premio Nobel de Literatura. El autor de “La colmena” acudía entonces a Murcia para tomar parte en el ciclo “Escribir en Murcia”, organizado por la Cátedra de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Murcia, e impartió dos conferencias que “estuvieron atestadas de público y curiosos deseosos de escuchar al maestro”, narraba la crónica.

Los premios literarios y la prostitución

Cuando este cronista le preguntó por los premios literarios, afirmó el escritor: “Los premios literarios me parecen lo más parecido a la prostitución. No me estoy refiriendo al Premio Nobel ni al Cervantes, sino a los premios comerciales. De todas formas, le diré que yo soy de los españoles menos premiados. Baroja me decía: ‘¿Se da cuenta de que usted y yo y algún conductor de un simón somos los únicos que no tenemos el Premio Nacional de Literatura?’.

Una de las conferencias que impartió el futuro Nobel en Murcia fue sobre “Pensamiento, literatura y libertad”, y Cela comentaba sobre la repercusión que tiene la censura en la obra literaria, “tiene ninguna, o muy poca. A mí me retiraron la segunda edición de “la familia de Pascual Duarte” y me prohibieron “La colmena”. Y ahí está, no pasa nada. Mire usted, la literatura es más permanente que las policías, por fortuna para la cultura del mundo. Es incómoda, pero nada más que incómoda, no hay que dramatizar. También se decía por muchos en el café: esto no lo publico hasta que muera el general Franco. Murió el general Franco y eso sigue sin publicarse, porque se conoce que no tuvieron tiempo todavía, habrá que darles algún crédito”, argumentaba socarrón.

Se mostró remiso Cela a dar consejos a los futuros escritores, pero recomendó trabajar y leer mucho, “empezando por los poetas medievales”, y otra cosa: no tirar nada, “porque a veces se tiran cuartillas que no deberían haber sido tiradas. Hay que guardarlas, y ya veremos cuando se les someta a la cura del tiempo”.

Cuando este cronista le recordó una frase  de una obra suya en la que afirmaba que “En España se lee poco y mal”, Cela comentaba: “Se va leyendo algo más, sin duda alguna, aunque probablemente no en las proporciones deseadas, porque éstas  no tienen límite, pero en todo caso, más de lo que se solía hacer, porque me acuerdo que cuando yo empezaba, las ediciones eran de 1.500 a 2.000 ejemplares”. “Se lee más, aunque  no lo que debiéramos, no leemos como pueden leer  los franceses o los alemanes”.

El escritor que llegó tarde al Quijote

En aquellas conversaciones, Cela respondió a muchas cuestiones: “Yo no escribo lo que quiero –dijo- sino lo que puedo. Me gustaría haber escrito el Quijove, pero evidentemente llegué tarde…, de todas formas, no estoy avergonzado ni arrepentido de ninguna de las páginas que he escrito”.

Eludió no obstante, pronunciarse claramente en cuestiones de índole política: “Mi reino no es de este mundo”, pero sin ocultar su antipatía por los políticos, que a su juicio “son gente de tercera fila en el mundo entero” y “no les vendría mal un barnicito de bachillerato”, y expresó su enorme respeto por el pueblo español “al que no ha tomado nadie en serio históricamente. El saber popular y las tradiciones literarias españolas son muy importantes, pero las instituciones  son, desde siempre, una especie de cachondeo”.

Mal uso del español

Cela expresó su preocupación por el deterioro de la lengua española, que se usa mal en casi todos los ámbitos: “Puede que en las universidades funcione bien, pero de ahí para abajo es un desastre”. No obstante, reconoció que con la labor de las universidades no es suficiente, y tampoco con la de la Real Academia de la Lengua: “No es una gendarmería, además, no tenemos una perra”.

Sobre pijos y otras maledicencias

Cela reconoció no saber mucho del tema de considerar a Murcia la “tierra del pijo”, pero fue fiel provocador: “Lo de Murcia como tierra del pijo no sé de donde viene, será que tienen aquí unos hermosos pijos exportables, por lo cual les felicito”, pero el tema le dio pie para aludir a los tacos regionales: “En España se utilizan bastante los tacos en todas partes, aunque quizás sea la Rioja la que destaque. Yo he visto allí carteles perfectos. Recuerdo uno que había en un café: Se prohíbe cantar, ni bien ni mal, hablar de política, ni blasfemar sin causa justificada, lo cual es toda una declaración de principios. Lo que sí se da son distintas clases de tacos según los ámbitos geográficos: “collons” en Valencia, “carallo” en Galicia, coño en otros sitios… En fin, va por aficiones”.  Aclaró que no le hacía ascos a ningún taco, siempre que antes hayan sido utilizados por Quevedo, aunque reconoció que el insigne escritor del Siglo de Oro utilizó casi todos.

Alabó la belleza de las mujeres murcianas y dejó muestras de su buen humor, como cuando reconoció que probablemente tendría enemigos, pero que le gustaría poder decir, como el general Narváez en su lecho de muerte, que “No perdono a mis enemigos  porque no tengo ninguno, ya que a todos los he matado”.