Cauces de comunicación y conocimiento

Conocimiento y comunicación, y viceversa, constituyen un binomio muy interesante que hemos de sostener en la medida de lo posible. Busquemos asesorías con las que navegar por aguas desconocidas en las cuales hemos de sobrevivir y ayudar a que otros lo hagan. Atendamos al amor, al honor por las cuentas de antaño, por las motivaciones que nos sugieren regresos a lo posible, más que eso: a lo deseable.

Hemos de abundar en los buenos motivos, en las creencias más nobles. Elogiemos las experiencias como bases que nos sustentan con sus intenciones más honestas, que las hay y que las hemos de fomentar.

Nos debemos sincerar con las empatías de todos aquellos que nos distinguen con sus posiciones claves, que hemos de tener presentes con sus diferencias, con lo que son, con lo que pueden. Hagamos caso a lo que nos sorprende. Singularicemos las determinaciones que han sido objetivos diarios con sus frecuentes vacilaciones, que también hemos de sobrellevar. Las mejores maneras han de ser buenas prácticas. No paseemos de largo sobre las oportunidades existenciales.

Sellemos las puertas por las que salen aspectos negativos y abramos los cauces por los que vendrán conocimientos y experimentaciones respecto de lo que tiene un algo de sentido. Giremos hacia el lado más apuesto, con el que hemos de crecer un día y otro también. No curemos las heridas antes de que se produzcan: si acaso debemos prevenir las fugas de intereses variopintos. Nos hemos de regalar el riesgo de intentar el refresco de lo conocido.

Nos hemos de molestar en que las cosas salgan, en que la vida nos sujete lo justo, en que viajemos con imaginación y con mente. No hay privilegios: si acaso hemos de buscarnos en las razones y en los registros de la experiencia, que no ha de negarse a consejos e intentos, aunque queden en el vacío. Nos hemos de poner en marcha en todas las cuestiones e iniciativas que sea preciso. Prestemos las intuiciones a nuestros queridos entornos.

Las consideraciones más bellas nos conducen a la hermosura del pensar en positivo, de alcanzar los triunfos compartidos desde el entusiasmo y las enterezas por lo que ha de venir todo un compendio de preferentes actividades con las que incrementaremos el ritmo y sus devotos resultados. Nos debemos amparar en las extraordinarias comunicaciones, y pugnar por sus opciones y conquistas, por sus fallos y entendimientos, por sus devoluciones y vueltas a empezar, para llegar a los elementos que han de caracterizar los volúmenes más diestros. Seguro que podremos asumir muchas más cosas de las que pensamos. Si dirigimos bien la comunicación, obtendremos metas gloriosas. No permitamos que ganen la partida las brechas de ningún género. Los cauces han de expandirse hasta el infinito, si se puede, si es menester.