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La Universidad de Murcia colaborará con el Colegio Oficial de Odontólogos para la promoción de la salud bucodental

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La Universidad de Murcia ha firmado hoy sendos convenios de colaboración con el Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de la Región y con la Fundación Dental, que abren una vía para que los graduados de Odontología puedan continuar con su formación.

 

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Miguel Sánchez Robles presentó el poemario con el que ganó el Premio Dionisia García de la Universidad de Murcia

Libro poesÃ-a

El escritor caravaqueño Miguel Sánchez Robles presentó en la la Universidad de Murcia el libro de poemas con el que obtuvo la pasada edición del Premio de Poesía que convoca esta institución docente y que lleva el nombre de la poetisa Dionisia García.

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Las bondades comunicativas que nos conectan

Unamos fines. La vida es como un tren en marcha con orígenes y destinos inciertos. Dentro de los brillos con sombras que nos rodean están las intermitencias de la comunicación que nos procura de todo, que nos regala tantos momentos de deseo como de incertidumbre. Los fines de la entrega comunicativa, desde el punto de vista de los afectos, que tan bien funcionan, no están claros. Probablemente no existan así planteados. Lo que sí debemos convenir es en que los cariños en la comunicación aparecen con objetivos laterales o principales que nos borran algunas etapas de soledad y nos incardinan en las certezas de las esperanzas, que a menudo son vagas.

 

La lucha pacífica en pos de la felicidad tiene sus estelas fugaces, que, pese a ello, perseguimos con empeño y tozudez. La tarea perenne ha de ser intentar que los instantes de dicha sean mayores, de más calidad y en cantidad más grande. No miremos las esferas de los diversos relojes que nos empañan algunas etapas que nos engatusan con sus movimientos sinceros de riesgo y de equilibrios. Hagamos caso al corazón, aunque se equivoque. Sus aciertos, aunque limitados, justifican muchas penas, algunos pesares que pinchan y cortan desde perfiles indelebles. La comunicación nos regala una plenitud que hemos de lucir sin recato.

Brindemos, pues, las sensaciones de las buenas comunicaciones, de esas entregas de palabras con sabores agridulces, con unas confianzas simpáticas y queridas que han de conocer los fracasos para entender la verdad de los éxitos. Los papeles están en juego: algunos ya están jugados, pero quedan otros en estado virginal, y otros más, la gran mayoría, que los podemos reiniciar. La vida, en el plano comunicativo, como en otros ámbitos, es más generosa de lo que pensamos. Tratemos de repartir buenos propósitos. Nos conectan ciertamente.

Pensamientos en el ambiente

Flotan buenos anhelos, los mejores momentos que soñamos y que trasladamos como paladines de la comunicación más maravillosa. Nos sentimos plenos en las trayectorias que nos llevan a ciertas victorias que, siendo compartidas, nos ofrecen unos rastros de causas con sus consecuencias más noblemente distraídas. Comunicar es ser, sentir, vivir, tocar, resurgir con lo pequeño y también con lo grande, con lo hermoso. Todo forma parte de  lo que somos.

 

Nos hemos de volver hacia esos recuerdos que nos permiten que sigamos con las voluntades de una cierta consolidación de aquello que nos resume los momentos más gustosos. Nos debemos comentar, desde el diálogo y el consenso, unas verdades que haremos supremas. Nos permitiremos cada día esas bondades que nos harán incardinarnos en la misma realidad con astucias estupendas.
Los procesos que nos ayudan nos cubren esas expectativas con las que iremos uniendo y llenando los diversos días. Las conclusiones nos deben trazar, al menos, unas hojas de rutas que nos consoliden y que nos aclamen con bondadosas intenciones que no caigan entre señales de vigentes construcciones sinceras. Hagamos que las horas sumen y que no nos agobien en los planos que nos podrían gustar con sus diversos deleites.
Asintamos sin convenciones incomprensibles, y hagamos todo lo posible para que la paz de aquellos que nos precedieron se cumplimente con razones no escritas. Las lindezas de otras etapas han de aparecer con suficiencia, con altura de miras, con razones conseguidas desde el primer peldaño. No persigamos sueños que nos dejen en eriales difíciles de optimizar. Las cosechas han de aparecer tras mucho esfuerzo. Siempre es así.
Las hermosuras nos han de acompañar con progresos que nos permitan avances sosegados, calmados, tomando esas ideas que nos mejoran. No presumamos, y, si lo hacemos, que sea de amigos, de puntos de apoyo, de la suerte que mancomunamos y disfrutamos con los que nos quieren de verdad. No paremos ante los pronósticos de quienes nos ganan con sus empatías y sus ansias de seguir y salir adelante. La existencia tiene varios lenguajes, y hemos de saber utilizarlos en cada momento, en cada postura, con las sorpresas que nos pueden atraer.
Quedan pensamientos flotando en el ambiente, en esa atmósfera que nos participó mejorías interesantes, complacientes y fructíferas. Valoremos los auténticos regalos que son los elementos que nos atribuyen fortalezas conseguidas desde las amistades más densas y profusas. Nos hemos dado buenos ratos, y, con un óptimo aprovechamiento, más que nos daremos. Surgen motivaciones que modifican las ideas y que las mejoran con las traslaciones de instantes puros y poderosos. Nos hemos de convenir en las conformaciones de las buenas realidades.

Convencimientos comunicativos

Sumemos. No nos pongamos a perder un tiempo que no tenemos. Hemos de reseñar los aspectos que nos procuran afirmaciones, y no lo contrario. Nos damos unas garantías que nos hacen asumir lo que no es coste en lo unívoco. Nos determinamos con fantasías que nos recuerdan qué podemos hacer. Lo que es o no es no nos detiene: seguimos. Nos hemos tumbado ante las advertencias de quienes nos vienen con sonidos que se fugan. No te diré ese sí que ahora me aboca a sentidos medio nuevos. No termino de entender lo que nos contamos con sabidurías externas. Las conclusiones llegan de manera anticipada.

 

Nos confesamos amigos de las virtudes que tienen que ver con la solidaridad, que precisamos como garantía medio externa. Nos interiorizamos con panes y peces entre versículos que nos consuelan con sus tonos más fugaces. Iremos a ver lo que no nos ocurre. Las existencias se confunden. Hemos averiguado señales que nos sirven de testigos en la larga esperanza que nos promueve para estar y para ser con sesgos determinantes. No iremos tan a la ligera como en otras ocasiones.
Convenzamos a nuestras mentes de todo lo que es posible hacer. Tengamos la fiesta en esa nueva paz que nos confía lo mejor de nosotros mismos. Nos hemos de presentar sin condiciones, prestos a que las circunstancias nos saquen de esos momentos menos claves. La ida ya comienza a ser regreso. Nos hemos de sentir libres con el sentimiento ciudadano común, que es la base para estructurar lo que nos invierte con procesos destacados. Las convenciones han de ser superadas. Ganemos con miradas de aquiescencia.
Veamos entre frustraciones de creencias medio nuevas. Hemos de adivinar las fechas en las que las uniones son posibles y dar con las instantáneas que pueden resumir los consuelos que son en la medida de algunas confianzas. No pongamos especial hincapié en lo que nos oferta decisiones imposibles. No viajemos sin billete. Puede que tengamos que bajar y volver a subir, y precisaremos, para ello, para entonces, algo que nos justifique.
Sintamos la necesidad, que no la obligación, de comunicar en el convencimiento de que los diálogos nos hacen adivinar dónde se halla esa fe que es capaz de mover montañas. No neguemos las evidencias. La existencia tiene muchas flores que hemos de disfrutar en un paisanaje que nos envuelve con sus tonos más rosados. Sigamos por donde sea menester para que el equilibrio sea el cimiento de esa realidad que queremos construir. Juntos daremos con la necesaria onda. Restauremos ese orden de las cosas que nos gustan, que nos proporcionan la suma aritmética de unos contentos que están en el frontispicio del valor, de la pura ilusión, que es, en definitiva, todo.

“Los cenáculos de Eros”, de Soledad Zurera, gana el Premio de Poesía Dionisia García con récord de participación

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Soledad Zurera López, profesora jubilada de Literatura en un instituto de Córdoba, ha ganado con su obra “Los cenáculos de Eros” el X Premio de Poesía “Dionisia García” de la Universidad de Murcia, en una edición en la que se han batido récords de participación con 230 poemarios presentados.

 

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Somos comunicación

Los procesos de relación, que se sustentan esencialmente en la comunicación, en los procesos comunicativos de distinto tipo, nos convierten en seres excepcionales y capaces de aprender de lo real y de lo abstracto. Así, pues, vivamos la comunicación al cien por cien. No admitamos trances que no nos devuelvan a los momentos más genuinos. Podemos apostar con más fuerza. Estamos listos, o debemos, y seguimos, o debemos, y podemos en todas las ocasiones que nos van llegando. Cada segundo es fundamental para dar con las felicidades que hemos perseguido desde pequeños, incluso sin saberlo. La conciencia nos debe llevar, cuando menos, a intentarlo. La existencia tiene múltiples disciplinas con las que ganar varias partidas.

 

Comuniquemos, en primer término, con nosotros mismos, con entereza, con ternura también, y sigamos la estela de quienes nos han precedido. La experiencia ha de ser un grado para añadir. No consumamos el tiempo en la inutilidad de la queja fácil o del hastío que no permite emprender nuevas acciones, nuevas rutas para incardinarnos en la versión más original. Movamos esas fichas que nos pueden ayudar. Las contribuciones han de ser de todos y para todos.

Seamos un poco más sensatos cuando sea menester, y arriesguemos en los instantes que nos pueden aportar un poco de más ilusión respecto de lo que es, y de lo que nos sucede. La valentía es siempre un valor añadido, aunque nos traiga fracasos. No se equivoca el que no hace. Podemos realizar cientos de actividades. La vida es eso: intentarlo una y otra vez. Las lágrimas han de asomar casi necesariamente, pero éstas nos deben ayudar a entender lo que es, lo que nos ocurre. Lo positivo debe presidir nuestras vidas.
Sanamos cada vez que intentamos una mejoría, sobre todo cuando es compartida con quienes nos rodean, con quienes nos entendemos desde la voluntad que ha de ser razón y puro deseo. La preferencia por el equilibrio no debe hacernos olvidar el ansia de procurar llegar tan lejos como sea posible teniendo presente el bienestar ajeno, el de los otros. Todos tenemos derecho a ser dichosos. La confianza ha de ser un arma amiga, un punto de apoyo lícito para corregir los momentos de un cierto hastío. Nos preferimos, debemos. Nos hemos de rodear de la hegemonía por y para dar con las claves de unas amistades profundas.
La profusión de ambientes ceremoniales no ha de restar la validez a lo estupendamente emblemático, que nos prefiere con sus normas no dadas en esfera alguna. Las consultas nos han de valer para saber en qué nos hallamos más fuertes. Exploremos lo que sentimos, lo que tenemos, lo que somos. Las actitudes han de recogerse en y con emociones intensas. No nos ceguemos por lo que otros nos dicen. Hagamos caso a nuestros pálpitos internos, que han de subirnos a una cima que nos permitirá otear lo mejor de lo mejor. Seguro que hallaremos espacios suficientes para que la comunicación y sus cosechas nos lleven a cotas precisas y gratificantes. Vivamos esos procesos comunicativos que explicitan todo, o casi. Somos comunicación. Las garantías y posibilidades que ésta nos ofrece nos colocan en un lugar de puro privilegio.

Entusiasmo comunicativo

La fortaleza en todo lo que hacemos viene dado del empuje interior, del positivismo, de todo el entusiasmo que somos capaces de generar. La vida es ilusión: quizá aquí cabe todo el resumen de lo que hacemos, o, al menos, de lo que tiene un cierto interés. Me encanta ver las muestras efusivas de felicidad. El ser humano, a menudo metido en innecesarios problemas, es capaz de vez en cuando de escapar de la desidia, del hastío y de la torpeza, para mostrar lo mejor de sí mismo. La felicidad, que llega a cuentagotas, nos oferta ocasiones para vivir momentos de tránsito dichoso, y los aprovechamos con interesantes y suaves muestras de cariño, con guiños, con saltos, con imágenes de profunda amistad, de amores hermosos. Son una lección vital.

 

No sé si el tiempo, si la meteorología, si la posibilidad de salir a la calle ayuda, o si contribuyen en positivo los calores con sus planteamientos indelebles. Lo cierto es que, a veces, los astros se conjugan y los verbos que aparecen son maravillosos. Nos planteamos, en algunas oportunidades, que la vida es bella, que lo es en lo sencillo, y sencillamente lo demostramos en esa intrahistoria que no tiene nombres de brillo y sí situaciones de auténtica heroicidad.
En los momentos, más o menos efímeros, en los que vemos la belleza de un abrazo, de unos besos, de unas lágrimas por compartir la felicidad de un instante también breve, en esos momentos o etapas nos decimos sentirnos orgullosos, porque lo estamos, del ser humano, de una raza que no siempre es capaz de sacar lo mejor de sí misma, pero que tiene gestos claramente deliciosos. Son los casos que referimos.
Me deleito con esas actitudes de alegría, de jovialidad, que, a su vez, compartimos con los convecinos, incluso con gentes a las que no conocemos, y con las que no tenemos trato, pero que vemos, en la inmensidad del océano, como hermanos de una realidad que necesita, en determinados trechos, de un cierto descanso. El ingenio que fraguamos, en algunas oportunidades, lo gestamos también en las demostraciones de una entrega que, por no poner condiciones, nos regala pasión, ilusión y entusiasmo por haber estado ahí, a una hora determinada, sin darle más vueltas, porque sí. Esos instantes, sin duda, valen todo. El entusiasmo mueve montañas y nos hace sentirnos verdaderamente vivos. Por eso no puede, no debe, faltar. Busquemos tiempos y espacios para construir nuestros destinos con una fuerte dosis, con equilibrio también, de aquello que nos hace mirar con perspectiva y cariño.

No pongamos trabas al destino comunicativo

Hemos de superar los obstáculos, los andamios que vamos colocando de una manera más o menos consciente. Andamos en pos de amistades que hemos de salvaguardar y de fomentar todos los días del año. Estamos juntos, y más que estaremos. No dejemos que las guardias nos asalten con sus dudas sin métodos ni esas razones para ser y tener en la misma nada que nos aguarda con sus medias querencias. Procuremos que sean enteras. Nos hemos de poner en ese lado que nos insiste con sus devociones de todo género. Nos gustamos, y eso lo debemos demostrar cada jornada, a cada paso, con las consistencias de unas tremendas voluntades que nos dirigirán la mirada hacia las mejores sensaciones. No nos distraigamos. Las pretensiones de han de transformar en pura materia prima de una felicidad efervescente.

 

Las atenciones que sólo tocan los aspectos materiales nos llenan de desdén y de algo de indiferencia entretenida. No consintamos métodos de registros posibles con sus causas menos ganadas. Nos hemos de proponer unas motivaciones que nos deben hacer sumar ante las intenciones más o menos objetivadas de quienes vienen con sus sonidos cansadamente interpretables. No obstruyamos el destino al que tenemos derecho, digan lo que digan.
Reaccionamos ante las tendencias que nos obligan a tomar partido por las razones de unos y otros en las formas que más nos gustan. Complacemos a los que vienen con el son de una versión que nos sabe a decisión bien tomada porque consideramos el todo y mucho más. Hemos sido en las grandezas de espíritus que nos distraen. No podemos negarnos las pasiones que nos alimentan en el sentido de darnos fuerzas para no cegarnos y quedarnos inmóviles. Las fórmulas del cariño, las amparadas en él, nos ofrecen un sentido mucho más noble de lo que vivimos.
Singularicemos las posibilidades con las formulaciones que nos hacen adivinar las valentías de aquellos esfuerzos que incluyen lo mejor con las causas que no son enigmáticas porque sí. Hemos obviado algunas intenciones, que hemos de consolidar sin colmatar las pretensiones que llevamos en mitad de unos espíritus que precisan ocasiones para tener la autonomía que les hace genuinos. Vigilemos en libertad, y con ella seamos un poco más inteligentes. No se trata de saber, sino de administrar lo que vamos aprendiendo.
La vida está repleta de sorpresas que nos invitan a tener un alimento un poco más grato. No permitamos que las cosas se queden en un estadio de difícil reflejo. Poco a poco iremos llegando donde las aspiraciones adquieren un sentido menos sentimental y más cuerdo y humano. No aspiremos a más de lo que nos pertenece, en la idea de que no siempre debemos mirar más arriba. A menudo quedan cuestiones no protagonizadas en un pasado que transcurrió en vacío, sin ser optimizado. No pongamos trabas al destino.  Superemos las indiferencias comunicativas. La existencia es acción, es compromiso, es ponernos en el tajo, en la convicción de que sólo así podemos llegar a alguna parte.