Aproximación a un concepto de infografía

Uno de los aspectos más llamativos de las imagenes que cada día vemos por televisión, con independencia del formato o espacio al que nos podamos referir, son los soportes y elementos gráficos, que aportan un signo de mejora y de distinción de la información misma. Resulta evidente que el recurso infográfico, en el caso de la televisión (imaginamos que también en el resto de los medios que tienen un cierto soporte tangible, como la Prensa e Internet), tiene la vocación de mostrar de una manera atractiva una información que consideramos relevante, y, en todo caso, complementaria de la que arropa un contexto determinado.

Infografía significa dibujo informativo, si nos atenemos a la etimología de los dos términos que proceden del griego y que se funden en uno con el afán de dar cuenta de los dos vectores, de los dos referentes a los que aluden y definen.

Por lo tanto, el grafismo (graphos: dibujo) trata de enumerar los principales datos en una escala de valores atractiva, con un cuadrante idóneo, con un diseño fácil de leer. Se busca un uso proporcionado de la información, de lo que se cuenta, de las columnas y filas en las que se insertan palabras contundentes y cifras muy claras. La concreción, la brillantez del contenido y del continente y la claridad expositiva son tres características de la infografía, que es un complemento, un hilo conductor y complementador del resto de la información de una noticia, reportaje, entrevista, informe, etc.

La profusión de datos, pues, no es aconsejable. Pueda causar más lío, más confusión, y provocar que la información no sea entendible. Eso no es bueno. Un buen infografista capta, desde su experiencia, habilidad y capacidad, lo que desea contar el informador, y resalta, paralelamente, aquellos aspectos que consideramos cruciales por su importancia, o por servir de ejemplo, con el objetivo siempre de hacer valer un poco mejor la información de que se trate.

Cuando tengamos muchas cifras que dar recurramos a la infografía, que va a agilizar y a mejorar el ideario que queramos transmitir. Ésa es la idea. Además, nos permite no tener que redondear (a veces lo hacemos para que se perciba mejor el dato), sino más bien ofrecer el detalle preciso, al cual se puede recurrir tantas veces como se quiera mientras atendemos la información, ya sea audiovisual o de género escrito. Nos invita, en este sentido, a seguir ahondando en las claves de la narración o pieza que estemos brindando en cada momento.

Pensar en los tamaños de las letras, en cuántas palabras debemos colocar en cada cliché o espacio de trabajo o acerca de los colores que utilizamos no son elementos baladíes. Son fundamentales, pero sobre ellos hablaremos en otro apartado. Tratemos de ver ejemplos en televisión con el fin de vislumbrar, interpretar y valorar qué es lo que funciona y qué es lo menos atractivo en esta materia, que se ha convertido en indispensable en las comunicaciones audiovisuales.