Aprender a comunicar, un proceso sin secretos

La comunicación es todo lo contrario al secretismo, a la voluntad de no trasladar información sobre aspectos determinados a ciertas personas. Por eso, junto al deseo de expandir este proceso ha de estar la necesidad de su aprendizaje. En este mundo nuestro tan competencial y dinámico es más que necesario el desarrollo de determinadas potencialidades, entre las que destaca la negociación y la relación comunicacional como valor y recurso absoluto.

La exégesis, la valoración, las implementaciones de los flujos de intereses y/o objetivos, a la hora de convencer en las relaciones, deben ser analizados en los diversos mensajes que protagonizamos o que recibimos, que han de escudriñar las condiciones y circunstancias de los lenguajes orales, kinésicos y proxémicos. Cada situación es un universo diferente, y lo debemos tener presente.

La imagen, su presentación, el uso de la misma como base en los diversos procesos de relación, contemplados desde la óptica de la ciencia comunicativa, nos llevarán a conclusiones abiertas y a la discusión de las posibles mejoras en toda etapa de intercambio y de relación. Las fronteras, los límites, los obstáculos en la transferencia de datos y opiniones, sumergen y condicionan el mensaje, que ha de ser desmenuzado y valorado en su justa medida para no incurrir en errores. La ambivalencia teórico-práctica es, en el justo equilibrio aristotélico, el todo.

La exégesis de todo evento y/o acto marca su desarrollo y su incidencia. La estampa de las corporaciones, de las Administraciones, de todo tipo de organizaciones, debe ser tenida en cuenta desde diferentes perspectivas, que serán analizadas en cada ocasión, procurando aprender y aprehender estructuras y contenidos en función del entorno.

Otro objetivo sería ver los engranajes de las actividades negociadoras desde la óptica interna y externa de las empresas y de sus gabinetes asesores en materia comunicativa. La cultura informativa y los hábitos deben ser practicados viendo, más allá del Periodismo de laboratorio, ventajas e inconvenientes. El fin es lograr hilvanar conocimientos y dotarlos, plásticamente, de fines útiles.

La antigua oratoria, la de siempre, la que nos funciona porque nos permite comunicar, sobre todo con nosotros mismos, ha de ser, en todo momento, la base del desarrollo personal y colectivo. Saber decir, decirlo bien o convenientemente al menos, repetir las dudas, abarcar los pros y las contras, discernir y explicar, posibilitar cambios y mejorías, ser felices aprendiendo y dejando que otros aprendan, son constantes con las que hemos de crecer en el objetivo, siempre sustentado, de regalar más que recibir. El convencimiento es que, aún así, recibimos mucho más.

Vayamos adelante sin descanso, sin sacrificios desbordados, y tratemos de ser en la búsqueda de la verdad. El compendio de conocimientos acerca de la comunicación constituye la base misma de su futuro, del nuestro, del de todos. La base de toda evolución, y conviene recordarlo, está en aprender, en compartir comunicación, y, para ello, hay que saber manejarla.