“¿Paciencia? ¡Lo que hay que tener en el arte es pasión!” (Antonio López, doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia)

Para Antonio López "Ha habido un divorcio entre el artista y el público".
Para Antonio López “Ha habido un divorcio entre el artista y el público”. Foto: Ana Martín.

“En el arte se ha creado una especie de elitismo que considero arrogante, y más en la pintura que en otras artes”.

“El arte es un misterio, y no hay, como en la ciencia, la posibilidad de valorar de manera objetiva las cosas”.

Se muestra evasivo a la hora de contestar, ofreciendo respuestas que remiten a lugares comunes, hasta que, mirándole fijamente a los ojos, espeta al entrevistador: “Usted sabe las respuestas de todas las preguntas que me hace”. A Antonio López no le motivan las entrevistas. Y se le nota. Él prefiere conversar, aunque sea un periodista ávido de sus pensamientos quien tiene enfrente. En las conversaciones, sin embargo se crece y se anima, habla de lo divino y –sobre todo- de lo humano. Es en las distancias cortas con su interlocutor cuando le viene esa pasión que se echa en falta si alguien se limita a formularle cuestiones más protocolarias.

Pero el cronista desea saber muchas cosas de este artista reconocido internacionalmente que, a sus 78 años, es todo un clásico vivo. “Perdone, don Antonio, pero lo que intento es que usted me comente, con sus palabras y en primera persona, lo que piensa de muchos asuntos, sobre todo relacionados con el arte”.

"En el realismo hay mucho timo, mucha pintura que se hace de foto, para gustar"
“En el realismo hay mucho timo, mucha pintura que se hace de foto, para gustar”.  Foto: Ana Martín.

Un arte al que ha consagrado su vida con pasión y con dedicación extrema desde que, hace 65 años, un niño llamado Antonio López decidió que la pintura iba a ser su vida. Hoy es uno de los pintores más reconocidos del panorama internacional, sus obras han batido récords en subastas, los mejores museos exhiben sus obras en grandes exposiciones, premio Velázquez, premio Príncipe de Asturias… la calidad de este artista, capaz de vaciarse con cada nueva obra, está fuera de toda duda. Y curiosamente, por alguna extraña razón que él asegura no entender, sus obras conectan con el público hasta el punto de ser reconocido él mismo por la calle y saludado con cariño allá por donde va. Como lo fue en el acto de su investidura como Honoris Causa por la Universidad de Murcia, el pasado 16 de enero, en la que su popularidad se evidenció con numerosos admiradores intentando fotografiarse con el nuevo doctor.

El infierno de las grandes ciudades

No le gusta Madrid, como no le gusta el resto de las grandes ciudades: “son un caos, son incómodas, no están hechas para vivir”. Y esto lo dice el artista que convirtió a la Gran Vía madrileña casi en un ser vivo, solitario y desvalido, en una imagen que se ha convertido para muchos en icono de la capital de España. Y lo hizo yendo por las mañanas al rincón que había elegido para conservar ya para siempre inalterada y precisa la imagen de esta arteria ciudadana, inmovilizándola en el tiempo para  la posteridad.

Antonio López tiene las cosas claras, sabe lo que quiere y lo que piensa, y lo espeta sin cortapisas en cuanto se siente cómodo. Es entonces cuando aflora el Antonio López que lleva dentro, ese ser atípico y personal que sólo se manifiesta cuando se siente relajado con el interlocutor.

"La pintura ha sido para mí un territorio de una fertilidad extraordinaria".
“La pintura ha sido para mí un territorio de una fertilidad extraordinaria”. Foto: Ana Martín.

Antonio López y la paciencia

Y no hablemos de paciencia con el autor que, según todos quienes conocen su obra es el más minucioso y riguroso de cuantos artistas pueblan el panorama pictórico español: “pacientes son los basureros, que tiene que enfrentarse a un trabajo duro y desagradable, lo mío es otra cosa, yo disfruto con lo que hago”.  “cuando se hace algo que a uno le gusta, y se pretende ser honesto y no realizar una estafa, se tiene paciencia. Aunque yo no lo llamo paciencia, lo que ocurre es que intento hacer las cosas lo mejor que puedo. Eso también lo tiene un buen médico, por ejemplo, lo que ocurre es que en el caso del médico es evidente cuándo acierta y cuándo no, pero en el del artista es diferente”.

Pero pocos pintores son capaces de dedicar a un cuadro tantas horas, tanto tiempo como usted, le dice el cronista: “Habría que verlo –contesta-, lo que ocurre es que cada cual tiene sus límites. Yo estoy en los míos, como Sorolla estaba en los suyos. Aparentemente él no tenía paciencia, sin embargo tenía una capacidad de esfuerzo brutal, de otro modo no habría podido pintar las obras tan impresionantes que realizó. Pero también Leonardo o Van Gogh tenían su particular modo de pintar, y ninguno tenía más paciencia que otro, pintaban como habían elegido y como les correspondía”.

Un momento de la entrevista.
Un momento de la entrevista. Foto: Ana Martín.

Uno se imagina a Antonio López mimetizándose con el paisaje para pasar desapercibido, no le gusta destacar: “Soy una persona normal que hace una vida normal, que coge el taxi o el metro, y que responde cuando le preguntan por una calle”, aunque reconoce que le gustan esas manifestaciones de cariño que, cada vez más, le muestran de modo espontáneo quienes se cruzan con él en cualquier lugar.

Se muestra escéptico con el arte que él denomina moderno: “Yo creo que antes había en el arte más posibilidades de participación de la gente. Imagino que cuando se abrió al público la capilla Sixtina y el público pudo entrar a verla, se quedaría impresionado y sacaría muchas cosas de esa visión, pero el arte moderno va por otro camino. Me da la impresión de que cuando la gente contempla el ‘Guernica’ no saca nada de ello. El arte moderno no intenta el acercamiento a las personas, no le importa la gente que se queda fuera de él. Ha habido un divorcio entre el artista y el público, se ha creado una especie de elitismo en el arte que considero arrogante, y más en la pintura que en otras artes, como el cine. El cine y la literatura continúan siendo artes para todos, no ha habido esa ruptura tan grande que se ha producido en la pintura. Si compras una novela del último premio Nobel lo entiendes como entiendes a Tolstoi, pero en la pintura ha habido una enorme quiebra”.

-P: ¿Entonces, piensa que hay mucho camelo en la pintura moderna ?

-R: Y en la tradicional también. En el realismo hay mucho timo, mucha pintura que se hace de foto, que se hace para gustar, aunque sea de una manera inconsciente, sin pensar si tiene contenido, sólo importa que guste a la gente. En los dos tipos de arte hay un arte hecho para gente que no sabe. A los dos lados hay gente que no sabe, artistas rutinarios, que se han aprendido las cuatro cosas necesarias y ya no indagan más.

-P: ¿Y qué opina de fenómenos como ARCO?

-R: A mí me parece muy bien ARCO. Hay una cantidad enorme de arte que se hace cada año, y hay que mostrarlo. En cada época se ha mostrado de una forma diferente el arte que se consideraba de más valor.

"Me parece muy bien ARCO, hay una cantidad enorme de arte que se hace cada año, y hay que mostrarlo".
“Me parece muy bien ARCO, hay una cantidad enorme de arte que se hace cada año, y hay que mostrarlo”. Foto: Ana Martín.

El problema es que quienes deciden cuál es el arte que conviene mostrar, cuál es el arte más valioso, a veces también se equivocan, como se equivocan los dueños de las editoriales al elegir una obra para publicar. El arte es un misterio, y no hay, como en la ciencia, la posibilidad de valorar de manera objetiva las cosas. Se equivocan hasta los más preparados y los más inteligentes.

Desde hace un siglo hay cientos de varas de medir, y ya se puede meter cualquiera, pero cuando ves la obra de Miguel Ángel, de Leonardo, de los griegos… notas que lo hicieron los mejores. De otro modo no hubieran podido responder a ese lenguaje que se había creado.

El arte antiguo tiene un nivel muy elevado. Era una sociedad que no se podía permitir dispendios, no podía alimentar a gente que no valía. Y ahí están todavía esas obras. Ahora, en cambio, hay mucho dinero, gente con dinero a la que no le importa nada equivocarse, personas que, si está de moda algo durante un tiempo, quieren tener ese capricho.

-P: ¿Qué piensa de las esculturas de las rotondas, qué piensa del nivel de ese arte?

-R: Hay muchas cosas que se ven en las rotondas, y también fuera de ellas, que valen poco. Hay demasiada gente haciendo arte. Hay mucha gente que hace arte que no vale, no vale como para que la sociedad le alimente.

En las facultades de España y del resto del mundo, ingresan cada año muchas personas que quiere pintar y que se sienten con derecho a que la sociedad les apoye.

También en los museos hay mucha obra que en su momento cumplió su función y que hoy sigue allí, pero no nos están aportando nada de valor hoy día, y quizás tampoco en su época: por ejemplo muchas Inmaculadas, muchas obras hechas para las iglesias, muchos retratos…, que no tienen valor.

El artista firma un catálogo de una antigua exposición.
El artista firma un catálogo de una antigua exposición. Foto: Ana Martín.

Doctor Honoris Causa

-P: ¿Y su doctorado Honoris Causa por la Universidad de Murcia, maestro, qué puede decirnos de ello?

-R: Me pilló en un momento difícil –comenta-, no me encontraba bien de salud. Me agradó que me lo pidieran, pero es algo de lo que me siento lejos, yo no soy universitario. El aprendizaje del arte no se hace desde la universidad, se hace más bien en la vida. De la vida es de donde yo he sacado mis conocimientos, de unos lugares muy diferentes de la Universidad.

"Si compras una novela del último premio Nobel lo entiendes como entiendes a Tolstoi, pero en la pintura ha habido una enorme quiebra.".
“Si compras una novela del último premio Nobel lo entiendes como entiendes a Tolstoi, pero en la pintura ha habido una enorme quiebra.”. Foto: Ana Martín.

-P: ¿Y que le pareció la ceremonia?

-R: Yo no había vivido nunca un ritual de ese tipo, y me pareció algo hermoso. Me dio la impresión de que me llevaban a unos tiempos antiguos, me pareció que se hacía de una forma ceremoniosa que une a las personas en lo espiritual. Y eso es algo que me gusta. Lo recordaré mucho.

-P: Ha recibido este doctorado Honoris Causa por la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Murcia, en la que estudian los futuros artistas. Como uno de los pintores con más experiencia del país ¿qué consejos daría a los jóvenes que intentan dedicarse al arte?

-R: Yo les diría que lo probasen. ¿Qué les voy a decir? No les voy a decir que deben estar seguros de que les gusta, y tener capacidad de resistencia, porque se encontrarán con sinsabores y con la incomprensión de mucha gente. Si alguien cercano a mí me dijera que quiere ser pintor, yo le diría que empezara. Sólo si fuera muy cercano a mí, y yo estuviera seguro de que no vale para esta profesión le sugeriría que lo dejara.

Ahora se dicen demasiadas palabras. A veces la mejor ayuda es, simplemente comprar un cuadro en el caso de un artista. ¿Qué se le podía decir a Van Gogh, que nunca vendió un cuadro en vida?

-P: Usted tiene mucha relación con los artistas jóvenes a través de sus talleres.

-R: Hago muchos talleres con jóvenes, y disfruto en ellos. Tengo mucha estima por la gente que está metida en todo esto, con todas las personas que se interesan y se ponen a trabajar en cualquier rama del arte.

Lo que hago es intentar estar cerca de ellos, que me llamen, que me pregunten, que sientan que en mí pueden tener un cómplice, una persona que les va a apoyar.

(Suena el teléfono, y el maestro sale del estudio a contestar. Cuando vuelve nos informa de que, curiosamente, le ha llamado un alumno de un taller que ha impartido en Pamplona).

"Que la gente lo valore nuestras obras es lo mejor que puede ocurrir a un artista".
“Que la gente lo valore nuestras obras es lo mejor que puede ocurrir a un artista”. Foto: Ana Martín.

-P: Vivimos en una sociedad en la que la intimidad apenas existe. ¿Qué ocurre cuando usted está en su estudio enfrascado en la elaboración de una obra y le llaman por teléfono?

-R: Yo no llevo móvil, pero cuando suena el teléfono contesto siempre. Tengo tiempo para todo, para contestar a alguien que me pregunta dónde está una calle, para pasear, para ver una película… Cada cuál sabe, además, qué cosas son las importantes en su vida, qué tareas son las imprescindibles…

Los orígenes del artista

-P: ¿Cuándo descubrió Antonio López que le gustaba pintar, que estaba llamado a ello?

-R: Descubrí muy pronto que la pintura me entusiasmaba. Empecé con 13 años, y fue un amor muy fuerte el que se produjo. Y aún hoy sigue siendo un amor muy fuerte. Pero está claro que todo ha cambiado, no es lo mismo lo que piense un muchacho de 13 años, que aún no sabe nada de la vida, que lo que piense alguien que podría ser su bisabuelo. Pero en lo sustancial sigo siendo la misma persona, sigo teniendo el mismo espíritu, la misma sensibilidad. Ha cambiado mi organismo, mi rostro… En esa fotografía (señala una frente a nosotros) yo tenía 40 años, evidentemente he cambiado.

Los cambios a veces se producen desde otros ámbitos no estrictamente cronológicos: Velázquez cambió mucho en el recorrido que hizo desde Sevilla a Madrid, la pintura sombría con la que se había iniciado se convierte en una pintura muy luminosa, muy disuelta, muy atmosférica, pero Velázquez seguía siendo el mismo, siempre fue el mismo: un hombre que amaba el mundo real, ese fue siempre su punto de partida.

Para Antonio López "Ha habido un divorcio entre el artista y el público".
Para Antonio López “Ha habido un divorcio entre el artista y el público”. Foto: Ana Martín.

-P: Y a más de 60 años de sus inicios, ¿Siente usted que la pintura le ha colmado como pensaba en sus comienzos?

-R: Sin duda. A mí la pintura me ha dado cosas de muchísimo valor. Aparte de que ha sido un medio para ganarme la vida dignamente, y eso es muy importante. Pero además me ha puesto en contacto con personas que yo amo mucho, con obras de arte y trabajos de otros que me gustan. No se puede pedir más. La pintura ha sido para mí un territorio de una fertilidad extraordinaria.

-P: ¿Qué cosas ve en su entorno que no le gustan?

-R: Yo creo que nos dirigen gentes que no tienen el nivel necesario.  Pero ese parece ser el destino del hombre: que no sean los mejores de la tribu quienes nos dirijan. Y las consecuencias de eso son terribles.

Y lo peor es que no se puede solucionar, porque hay gente que está encantada. Yo nací en el año 36. Unos meses después se produjo la Guerra Civil, en la que la mitad de España aporreó a la otra mitad, así que no me puedo hacer muchas ilusiones en cuanto a ponernos de acuerdo.

"Creo que soy un buen espectador, y puedo valorar mucho lo que hacen los demás cuando me gusta".
“Creo que soy un buen espectador, y puedo valorar mucho lo que hacen los demás cuando me gusta”. Foto: Ana Martín.

Las grandes ciudades

-P: Le tocó vivir una época muy difícil en su adolescencia.

-R: Sí, pero yo no creo esta época sea nada fácil.

En Murcia se vive muy bien, pero en Madrid se nota mucho la dureza de la vida, una vida muy áspera, aunque te vaya bien. Te preguntas: ¿Quién ha hecho estas ciudades tan inhabitables? Las ciudades grandes no son buenas para vivir. La gente no se relaciona, las familias no se tratan, los niños no pueden jugar en la calle… Así no se ha vivido nunca, las ciudades tan grandes son un invento del siglo XX, y considero que es una equivocación de los dirigentes que tendrá unas consecuencias muy malas. Yo creo que eso es un timo, un timo siniestro promovido por los gobiernos.

-P: Pero usted también abandonó su Tomelloso natal para venir a Madrid.

-R: Sí, pero tenía un motivo para hacerlo, pero hay mucha gente en Madrid que no tiene motivo para estar aquí, y que sin duda estaría mejor en otro sitio.

-P: Es usted el tercer pintor que pasa a formar parte de la nómina de doctores Honoris Causa de la Universidad de Murcia. Le han precedido Ramón Gaya y Pedro Cano…

-R: A Ramón Gaya no le conocí personalmente, aunque sí conozco su obra.

Con Pedro Cano coincidí en la Escuela de Bellas Artes. Yo estaba de profesor y lo conocí como alumno. Nos hemos visto en varias ocasiones, aunque no demasiado. Él viaja mucho, sobre todo a Roma, donde estuvo viviendo.

-P: Al igual que Ramón Gaya, Velázquez supuso para usted una fuente de inspiración y un acicate desde sus comienzos.

-R: Es uno de los grandes. A todos nos gusta mucho Velázquez. Además, considero que es muy de nuestra época, me inspira mucho, pero también hay otros muchos.

-P: Háblenos de ellos.

-R: Mi inspiración me viene no sólo de pintores, también me viene de escritores, de cineastas, de arquitectos… son muchos los que me inspiran.

-P: ¿Y qué artistas le han conmovido en los últimos tiempos?

-R: Son muchos, además no se trata sólo de pintores, puedo escuchar una canción que me emociona. Hay infinidad de cosas que me gustan mucho, y muchísimas cosas que no me interesan absolutamente nada. Pero son tantos siglos haciendo arte el ser humano, que hay muchísimo para ver y disfrutar: desde las cuevas de Altamira hasta ahora, la lista es inabarcable, con cosas de muchísimo valor y artistas extraordinarios.

Los motivos del artista

-P: ¿Por qué pinta Antonio López? ¿Sería capaz, a sesenta años de sus comienzos de saber qué le motiva para seguir pintando?

-R: Son 65 años. Comencé con 13 años, y ahora tengo 78. Si digo que lo hago porque me gusta, sería simplificarlo demasiado. Pero no se puede decir otra cosa. A los pintores nos gusta pintar, es una profesión muy vocacional. De otra manera no saldría bien.

-P: Pero me da la impresión de que es usted una especie de monje de la pintura, durante mucho tiempo se ha dedicado a esto de una manera constante, sistemática.

-R: Eso también lo hacen los médicos, por ejemplo. Esta es una profesión de grandes distancias, que no se gasta, muy diferente a la de los futbolistas, que no pueden seguir a los 40 años. Aquí a esa edad se está en el mejor momento.

-P: Pero estoy pensando en cuando, por ejemplo, ha ido usted a la Gran Vía, a unas horas un tanto intempestivas. Son esfuerzos que no estamos acostumbrados a que los hagan los artistas.

-R: Yo soy de Tomelloso, y allí los campesinos madrugaban todos los días. Y lo hacían por muy poco dinero. Lo mío no es nada en comparación.

-P: ¿Cómo se acerca Antonio López a un lienzo en blanco?

-R: Desde luego, con alguna idea. Eso es lo primero. Después se pone en marcha todo. Es como hacer una película, aunque mucho más simple, porque no hace falta un equipo humano tan grande. Lo primero es tener algo que contar, algo que quieras expresar. El comienzo es un sentimiento que quieres sacar afuera, lo demás es un proceso en el que intervienen formas y colores, todo lo que supone el lenguaje de la pintura.

Hay que pensar que el lenguaje del arte, excepto el cine, es antiquísimo, nace prácticamente con el hombre, es algo con lo que nos hemos expresado durante miles de años. Por lo tanto, no estamos hablando de algo raro, ni muchísimo menos.

-P: ¿Tardó mucho tiempo Antonio López en encontrar su forma de expresión artística?

-R: Hay gente que tarda toda la vida. Yo creo que no tardé mucho, pero es difícil de saber, porque no suena un timbre cuando la encuentras. Es posible que aún esté buscando.

Pasión por la pintura

-P: Es conocida su forma parsimoniosa de hacer arte, que a veces le lleva a trabajar durante años en un cuadro, en no pocas ocasiones, incluso vuelve sobre sus propias obras.

-R: Yo pienso que eso es muy frecuente, no es una cosa exclusiva mía.  Un cineasta no puede dejar una película a medias, porque se le echaría encima el productor, pero un pintor trabaja por su cuenta y de una manera privada, lo que ocurra en su estudio no lo sabe más que él. Yo creo que eso es corriente en los pintores, y también con los escritores. Estoy seguro de que hay escritores que dejan la novela  durante un tiempo, o la dejan para siempre, y nadie se entera de ello. Hay formas muy distintas de vivir esta profesión, y no creo que sea raro que los pintores o los músicos trabajen en varias cosas al mismo tiempo, que dejen su obra y después vuelvan sobre ella. Mientras no haya dinero por medio, se puede hacer lo que se quiera.

Esto se puede hacer, además, cuando no estás realizando un encargo, entonces estás libre puedes hacer lo que quieras.

-P: Pero tiene usted fama de meticuloso en extremo.

-R: Cuando se habla de meticulosidad, me imagino que podría decirse lo mismo de un pintor como Mondrian, que tenía que hacer unas líneas perfectas en sus obras, algo que no puede hacerlo cualquiera. Cada cual tiene una forma de pintar, sólo hace falta amar lo que se hace y querer hacer las cosas bien.

A lo mejor no hay  más meticulosidad en mi trabajo que en Palazuelo, por ejemplo, que es un pintor abstracto

-P: Usted afirma que una obra nunca se acaba. ¿Cuándo abandona entonces una obra Antonio López?

-R: Cuando me gusta. Yo tengo un sueño de lo que debe ser ese cuadro y me pongo en marcha. Y cuando tengo la impresión de que he llegado al destino, ya está. Lo que ocurre es que a veces se tiene muy claro que has llegado, y otras no tanto. No hay un lenguaje único para todos, cada cual se mueve en un espacio muy variable.

Pero te tiene que gustar lo que ha salido. Cada uno además sabe lo que hace, yo sé cómo son mis cuadros, y pienso si está acabado o puedo mejorarlo. Pero se trata de una decisión personal del pintor. No es como cuando una cocinera hace un huevo frito, que sabe que está hecho porque si no se quema, aquí es una decisión personal. 

-P: ¿Qué debe contener un paisaje, un modelo, un detalle, para que usted decida plasmarlo en un cuadro? ¿Qué inspira a Antonio López?

-R: Yo pienso que, en general, los pintores trabajamos con temas parecidos. Dentro de la figuración hay varios temas muy recurrentes: la figura humana, el desnudo, los bodegones, el paisaje… que son comunes a todos los pintores desde hace muchos siglos.

Lo primero, es necesario que te guste pintar. Después, vamos buscando cosas que nos motivan del mundo que nos rodea. ¿Cómo elige un escritor su tema para una obra? Primero porque está en el mundo, después porque tiene un temperamento que le acerca a unos motivos antes que a otros, hay quien prefiere acercarse desde un punto de vista más humorístico y quien le gusta indagar en lo dramático… Pero estoy seguro de que si le preguntas a otros pintores, dirían cosas parecidas. ¿Qué vas a decir sobre este tema?

-P: Sí, pero yo pienso que cada mirada es un mundo, y desde luego, la suya, es distinta a la del resto, porque se fija en detalles que para muchos pasarían desapercibidos, como esa habitación desprovista de casi todo, o esa terraza con desconchones en la pared, o esa Gran Vía desolada…

-R: ¿Usted sabe la cantidad de cuadros de vistas desoladas que se han hecho en pintura? La pintura es muy antigua. Yo hice la Gran Vía porque es lo que me toca a mí, lo que me afecta, si hubiese vivido en Nueva York, sería esa ciudad la que pintaría, o en Murcia.

Yo creo que el pintor trabaja, en general, sobre lo que tiene alrededor, pero también el poeta trabaja sobre los acontecimientos de su vida, de lo que le afecta, de sus desgracias, de sus momentos felices. Lo que sí ocurre a partir de ahí es que existen unas diferencias de sensibilidad, de talento, que determinan el resultado: hay gente que pinta muy bien y otros que no lo hacen así. Además, hay sensibilidades y opiniones muy distintas, diferentes formas de mirar el trabajo del arte.  Por ejemplo, lo que yo hago hay muchísima gente a la que no le interesa en absoluto, porque no le interesa la figuración.

-P: Es obvio que su campo es la figuración, ¿Pero qué piensa de la abstracción?

-R: También me gusta. Me gustan en general todos los lenguajes que se han desarrollado con el tiempo. Lo que ocurre es que yo he elegido éste.

-P: ¿Nos ayuda el arte a vivir?

-R: Eso es muy relativo. Para mí el arte es muy importante, pero hay mucha gente a la que le tiene completamente sin cuidado, no sabe ni lo que es.  No se puede generalizar. Nos importa a todos comer, eso es algo común a todos, pero el arte sólo importa a unos pocos. Hay un grupo de seres, muy pocos, que estamos sumamente enamorados del arte, y esto ocurre en cada generación. Pero en general están ajenos a él.

El sol del membrillo

-P: A comienzos de los 90 usted participó en el filme “El sol del membrillo”, una de las reflexiones sobre el arte más hermosas que ha hecho el cine. ¿Cómo fue aquella experiencia y, sobre todo, cómo fue aquel encuentro con una figura como Víctor Erice, que podría ser el Antonio López del cine si consideramos lo meticuloso y concienzudo que es para llevar a cabo sus obras?

-R: Hubo un grupo de personas muy interesantes. Fue algo muy difícil, muy complicado, porque se salía de lo normativo, y eso en el cine es muy peligroso. No había guión.

-P: Fue una reflexión sobre el arte muy hermosa y muy arriesgada.

-R: Para mí no hay otra película de ese nivel, es algo muy limpio. Y sin embargo, fue muy poca gente a verla, y hasta hubo críticos que la pusieron verde. ¡Un film de Víctor Erice, con lo que ha hecho en el cine español, un respeto!

Pienso que es una película de mucho valor para un grupo de personas, pero solamente eso, para muy pocos. Siempre es así en el arte.

Un clásico vivo

Con el autor y la fotógrafa de la entrevista, Ana Martín Luque.
Con el autor y la fotógrafa de la entrevista, Ana Martín Luque.

-P: Premio Velázquez, premio Príncipe de Asturias, algunos de los museos más prestigiosos del mundo dedican retrospectivas de su obra… es usted un clásico vivo.

-R: (Risas) Para algunas personas  puede que sí. Hay gente para la que yo significo algo, gente que no sé quien es.  Eso para mí tiene mucho valor, incluso cuando se trata de gente que no entiende de pintura, porque lo cierto es que lo que hacemos los artistas es para los seres humanos, y que la gente valore nuestras obras es lo mejor que puede ocurrir a un artista. Cuando más seres puedan participar en una obra, ésta es más amplia.

-P: Eso lo puede comprobar en todos sitios, sin ir más lejos, el otro día en la Universidad de Murcia, durante su investidura como Doctor Honoris Causa, muchísima gente quería hacerse fotos con usted.

-R: Sí, fue algo muy grato. El taxista que me ha traído aquí esta tarde, me ha piropeado de una forma muy bonita. A menudo me paran por la calle y me dicen algo bonito sobre lo que hago.  El arte moderno es muy difícil de comprender, pero lo que yo hago, por algún motivo, parece más fácil, llega a la gente con más facilidad. La gente se identifica más con mi trabajo que cuando ve una pintura que no entiende, parece que yo soy más fácil de comprender, y eso me hace más asequible.

-P: ¿Qué tipo de espectador de arte es Antonio López?

-R: Yo creo que muy bueno. Soy muy generoso con lo que hace otra gente. Ensalzo lo que me gusta e intento no decir nada de lo que no me gusta. Comprendo lo difícil que es. Cuando veo que históricamente hubo enemistades grandes en el arte, cuando leo sobre las cosas que se decían Góngora y Quevedo, o Cervantes  y Lope de Vega, o pintores…, eso es algo que odio. Y no es que no vea defectos en las obras de otros, pero prefiero no exteriorizarlo. Creo que soy un buen espectador, y puedo valorar mucho lo que hacen los demás cuando me gusta.

Además, comparados con los errores en otros terrenos, los que se producen en el mundo del arte no tienen tanta importancia, no arruinan la vida de nadie. Sin embargo, estamos aguantando a un montón de merluzos y merluzas que nos están haciendo la vida imposible desde hace mucho tiempo.

En primera persona

Ha habido un divorcio entre el artista y el público

Si compras una novela del último premio Nobel lo entiendes como entiendes a Tolstoi, pero en la pintura ha habido una enorme quiebra.

En el realismo hay mucho timo, mucha pintura que se hace de foto, para gustar

Me parece muy bien ARCO, hay una cantidad enorme de arte que se hace cada año, y hay que mostrarlo.

Hay demasiada gente haciendo arte.

La pintura ha sido para mí un territorio de una fertilidad extraordinaria.

Las ciudades grandes no son buenas para vivir. La gente no se relaciona, las familias no se tratan, los niños no pueden jugar en la calle…

Que la gente lo valore nuestras obras es lo mejor que puede ocurrir a un artista.

Creo que soy un buen espectador, y puedo valorar mucho lo que hacen los demás cuando me gusta.