Pascual Vera
Se nos ha marchado Jesús Sánchez, compañero de tantos años en la Universidad de Murcia. Si uno echa la vista atrás, recuerda siempre a Jesús con la sonrisa en la boca, dispuesto a escuchar y presto a ayudar en cuanto cualquiera le reclamara cualquier tipo de colaboración.
Conocí a Jesús antes incluso de que el Rectorado se instalara en la Convalecencia. Pero fue ya aquí cuando nos vimos de manera cotidiana, diariamente, año tras año, durante décadas.
Con él, la universidad fue sobre ruedas. Durante 30 años fue uno de los chóferes de la universidad. Lo recuerdo de los tiempos del Aula de Cine, en los 80, trasladándonos a los pueblos para proyectar alguna película en actividades de la Universidad de Murcia.
El siempre supo estar, conducía callado y atento a la carretera y, solo si se le requería, intervenía aportando su punto de vista socarrón. Sacando punta a cada situación. Sacando punta a la vida. Era amigo de sus amigos y le gustaba disfrutar con la presencia de los suyos. Siempre tenía un rato para departir con los compañeros. En la Universidad, y también fuera de ella, con un gesto amable si lo encontrabas por la calle, ofreciendo recuerdos para todos sus antiguos compañeros e interesándose por cada uno de ellos.
Se nos va Jesús, y es como si nosotros, la Universidad de Murcia entera, hubiera pinchado. Nos falta uno de los nuestros. Se fue el compañero, el amigo y hasta el confidente.
Valga esta vieja foto de una celebración navideña en el edificio del Rectorado en 1988 (la primera que se hacía en él), en la que Jesús nos mira insistente con cierto aire de galán de cine, para recordar a nuestro amigo y compañero.
